Sabia que era un gesto inutil, pero lo repitio.

Cuando el ascensor se abrio por fin, el vestibulo parecia vacio y desolado. El vigilante continuaba detras del escritorio, ocupado en su crucigrama. Ni siquiera se oia el ruido de una television lejana. Solo el silencio de las vidas de los ancianos. Bosch le pregunto al vigilante si necesitaba que firmara la salida, y este lo despidio con la mano.

– Mire, lamento haber sido tan imbecil antes -ofrecio Bosch.

– No se preocupe, socio -replico el vigilante-. Puede con el mejor de nosotros.

Bosch se pregunto a que se referia, pero no dijo nada. Asintio con solemnidad, como si recibiera las mejores lecciones vitales de los vigilantes de seguridad. Empujo las puertas de cristal y bajo al aparcamiento. Empezaba a refrescar se subio el cuello de la chaqueta. Vio que el cielo era claro y la luna afilada como una hoz. Al acercarse al Mustang se fijo en que el maletero del coche de al lado estaba abierto y habia un hombre inclinado sobre el, fijando un gato en el parachoques trasero. Bosch acelero el paso y rogo por que no le pidieran ayuda. Hacia demasiado frio y estaba cansado de hablar con desconocidos.

Paso junto al hombre agachado y, poco habituado a las llaves de los coches de alquiler, busco a tientas mientras trataba de meter la llave adecuada en la cerradura del Mustang. Justo cuando introducia la llave en la cerradura, oyo el sonido de unos zapatos en el suelo detras de el y una voz dijo:

– Disculpe, amigo.

Bosch se volvio, tratando de pensar rapidamente en una excusa por la cual no podia ayudar al hombre. Pero lo unico que atisbo fue el brazo del otro hombre que descendia. Vio una explosion de rojo del color de la sangre.

Despues todo lo que vio era negro.

Bosch siguio otra vez al coyote. Pero en esta ocasion, el animal no lo llevo por el sendero de maleza. El coyote estaba fuera de su elemento. Condujo a Bosch por una empinada cuesta de asfalto. Bosch miro en torno y se dio cuenta de que estaba en un alto puente sobre una amplia extension de agua que sus ojos siguieron hasta el horizonte. A Bosch le entro el panico cuando el coyote se alejo demasiado de el. Persiguio al animal, pero este trepo a lo alto del puente y desaparecio. El puente quedo vacio, a excepcion de Bosch. Harry miro a su alrededor. El cielo era rojo como la sangre y parecia latir al ritmo de un corazon.

Bosch miro en todas direcciones, pero el coyote se habia ido. Estaba solo.

De repente ya no estaba solo. Las manos de alguien lo agarraron desde atras y lo empujaron hacia la barandilla. Bosch se resistio. Giro salvajemente los codos y clavo los talones y trato de detener su movimiento hacia el abismo. Intento hablar, gritar en demanda de auxilio, pero ningun sonido salio de su garganta. Vio el agua que brillaba como las escamas de un pez debajo de el.

Entonces, con la misma rapidez con la que lo habian agarrado, las manos desaparecieron y se encontro solo. Giro en redondo y no vio alli a nadie. Desde detras oyo que una puerta se cerraba violentamente. Se volvio de nuevo y no habia nadie. Y tampoco habia puerta.

Bosch se desperto dolorido en la oscuridad y oyo gritos ahogados. Estaba tumbado sobre una superficie dura y al principio le costaba moverse. Finalmente, deslizo la mano por el suelo y determino que era moqueta. Sabia que estaba tumbado en algun lugar cerrado. Al final de la extension de oscuridad vio una pequena linea de luz tenue. La miro durante un rato, utilizandola como punto focal, antes de darse cuenta de que era la linea de luz que se colaba por debajo de una puerta.

Se incorporo hasta sentarse y el movimiento hizo que su mundo interior se deslizara y se fundiera como una pintura de Dali. Sintio una nausea y cerro los ojos y espero varios segundos hasta que recupero el equilibrio. Se llevo una mano a la sien, el foco del dolor, y descubrio que tenia el cabello apelmazado con una sustancia pegajosa. Por el olor supo que era sangre. Sus dedos rastrearon con cuidado el pelo hasta un corte profundo de cinco centimetros de longitud en el cuero cabelludo. Se lo toco con cautela y verifico que por el momento la sangre habia coagulado. La herida ya no sangraba.

No creia que fuera capaz de ponerse de pie, de manera que repto hacia la luz. El sueno del coyote irrumpio en su mente y luego desaparecio en un relampago de dolor rojo.

La puerta estaba cerrada con llave. No le sorprendio. Pero el esfuerzo lo dejo exhausto. Se inclino de nuevo hacia la pared y cerro los ojos. En su interior, el instinto de buscar una via de escape y el deseo de quedarse tumbado y curarse lucharon por su atencion. La batalla quedo interrumpida por la reaparicion de las voces. Bosch sabia que no procedian de la habitacion que estaba al otro lado de la puerta, sino de mas lejos. Aun asi, provenian de un lugar lo bastante cercano para que las palabras resultaran inteligibles.

– ?Imbecil!

– Mira, te repito que no habias dicho nada de ningun maletin. Tu…

– Tenia que haber uno. Usa el sentido comun.

– Dijiste que trajera al tipo y te lo he traido. Si quieres vuelvo al coche y busco el maletin. Pero no dijiste nada de…

– No puedes volver, estupido. El sitio estara lleno de polis. Probablemente ya habran encontrado su coche y el maletin.

– Yo no vi ningun maletin, a lo mejor no llevaba.

– Y a lo mejor deberia haber confiado en otro.

Bosch se dio cuenta de que estaban hablando de el. Tambien reconocio que la voz enfadada pertenecia a Gordon Mittel. Tenia la expresion seca y la altivez del hombre que Bosch habia conocido en la fiesta de recaudacion de fondos. Bosch no reconocio la otra voz, pero tenia una buena idea de a quien pertenecia. Aunque defensiva y sumisa, era una voz aspera, cargada con el timbre de la violencia. Bosch supuso que era la del hombre que le habia golpeado. Y suponia que era el hombre que habia visto en el interior de la casa durante la fiesta.

Bosch tardo varios minutos en considerar el tema acerca del cual estaban discutiendo. Un maletin. Su maletin. Sabia que no estaba en el coche. Entonces cayo en la cuenta de que lo habia olvidado en la habitacion de Conklin. Lo habia subido para mostrarle la foto que le habia dado Monte Kim y los extractos bancarios del deposito de Eno, y confrontar al anciano con sus mentiras. Pero el anciano no le habia mentido. No habia negado a la madre de Bosch. Y por tanto la foto y los extractos bancarios no habian sido necesarios. El maletin habia quedado olvidado al pie de la cama.

Penso en la ultima conversacion que habia escuchado. Mittel le habia dicho al otro tipo que no podia volver porque la policia estaria alli. Eso carecia de sentido. A no ser que alguien hubiera sido testigo de la agresion. Quiza el vigilante de seguridad. Eso le dio esperanza, pero esta se desvanecio en cuanto se le ocurrio otra posibilidad. Mittel se estaba ocupando de todos los cabos sueltos y Conklin tenia que ser uno de ellos. Bosch se desplomo contra la pared. Sabia que ahora era el ultimo cabo suelto. Se quedo sentado en silencio hasta que volvio a oir la voz de Mittel.

– Ve por el. Llevalo afuera.

Lo mas deprisa que pudo, sin haber concebido un plan, Bosch repto hacia atras al lugar donde creia que se habia despertado. Choco contra algo duro y a tientas determino que era una mesa de billar. Enseguida encontro la esquina y busco en el bolsillo. Cerro la mano en torno a una bola de billar. La saco, tratando de pensar en una forma de ocultarla. Al final, la tiro al interior de la chaqueta de manera que rodo por el interior de la manga izquierda hasta el hueco del codo. Habia sitio mas que suficiente. A Bosch le gustaban las americanas grandes porque le daban espacio suficiente para guardar su pistola. Eso hacia que las mangas fueran holgadas. Creia que si doblaba el brazo podria ocultar la pesada bola en los pliegues de la manga.

Cuando oyo que una llave tocaba el pomo, se movio hacia la derecha y se desparramo en la moqueta. Cerro lo ojos y aguardo. Confiaba en que estuviera en el mismo sitio donde lo habian arrojado sus captores, o al menos cerca. En cuestion de segundos, oyo que la puerta se abria y una luz le quemo a traves de los parpados. Despues no hubo nada, ningun sonido, ningun movimiento. Bosch espero.

– Olvidalo, Bosch -dijo la voz-. Eso solo funciona en las peliculas.

Bosch no se movio.

– Mira, tu sangre esta en toda la moqueta. Esta en el pomo.

Bosch se dio cuenta de que debia de haber dejado un rastro de ida y vuelta a la puerta. Su plan medio urdido de sorprender a su raptor y reducido ya no tenia ninguna posibilidad. Abrio los ojos. Habia una luz en el techo, justo encima de el.

– Muy bien -dijo. ?Que quieres?

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