en el plato.
– No puedo comer mas, Harry. Vamonos de aqui.
– Yo estoy listo.
Bosch dejo mas que suficiente dinero en la mesa y Rider dijo que la proxima vez pagaria ella. Se metieron en el coche de Bosch, un Mercedes SUV negro, y recorrieron Chinatown hasta la entrada norte de la 101. Llegaron hasta la autovia antes de que Rider volviera a hablar de Irving.
– Harry, no te lo tomes a la ligera -dijo ella-. Ten mucho cuidado.
– Siempre tengo cuidado, Kiz, y nunca me he tomado a ese hombre a la ligera.
– Lo unico que digo es que le han pasado por delante dos veces para el puesto maximo. Podria estar un poco desesperado.
– Si, pero ?sabes lo que no entiendo? ?Por que tu hombre no se deshizo de el cuando llego aqui? ?Por que no hizo limpieza? Mandar a Irving al otro lado de la calle no es poner fin a una amenaza. Eso lo sabe cualquiera.
– No podia deshacerse de el. Irving lleva mas de cuarenta anos de servicio.
Tiene muchos contactos fuera del departamento y en el City Hall. Y sabe donde estan enterrados muchos cadaveres. El jefe no podia tomar ninguna medida contra el sin estar seguro de que no habria respuesta.
Otra vez se instauro el silencio. El trafico de primera hora de la tarde hacia el valle era fluido. Tenian puesta la KFWB, la emisora de todo noticias e informes de trafico y en la radio no hablaban de problemas mas adelante. Bosch miro el indicador de gasolina y vio que todavia le quedaba medio deposito.
Antes habian decidido alternar el uso de sus coches particulares. Habian solicitado y obtenido la aprobacion para compartir un vehiculo del departamento, pero ambos sabian que esa era la parte facil. Podian pasar meses, o incluso mas, antes de que dispusieran del vehiculo. El departamento no tenia ni el coche sobrante ni presupuesto para comprar uno. La solicitud era un mero tramite burocratico previo a que el departamento pagara por gasolina y kilometraje de sus coches particulares. Bosch sabia que con el tiempo haria tantos kilometros en su Mercedes que el gasto probablemente seria mayor que el del coche aprobado.
– Mira -dijo el al fin-. Ya se lo que estas pensando, aunque no lo estes diciendo. No te preocupas solo por mi. Te jugaste el cuello por mi y convenciste al jefe para que me contratara. Creeme, Kiz, se que no solo me la juego yo…, este recauchutado. No has de preocuparte y puedes decirle al jefe que no tiene que preocuparse. Lo he entendido. No habra un reventon.
– Bien, Harry, me alegra oir eso.
Penso en que podia decir para convencerla mas. Sabia que las palabras eran solo palabras.
– ?Sabes? No se si te lo he contado nunca, pero despues de dejado al principio me gusto. No se, estar fuera de la brigada y hacer lo que me apetecia, sin mas. Luego empece a echarlo de menos y volvi a trabajar casos. Por mi cuenta. La cuestion es que empece a andar con una especie de cojera.
– ?Cojera?
– Muy leve. Como si uno de mis talones fuera mas bajo que el otro. Como si estuviera desequilibrado.
– Bueno, ?te revisaste los zapatos?
– No tenia que revisar mis zapatos. No eran los zapatos, era la pistola.
Bosch la miro. Ella tenia la vista fija al frente, con las cejas en una profunda V que utilizaba mucho con el. Bosch volvio a concentrarse en la carretera.
– He llevado pistola tanto tiempo que cuando deje de llevarla perdi el equilibrio. Estaba descompensado.
– Harry, es una historia extrana.
Estaban atravesando el paso de Cahuenga. Bosch miro por la ventanilla a la colina, buscando su casa, alojada entre las otras en los pliegues de la montana. Creyo captar un atisbo de la terraza de atras asomandose al matorral marron.
– ?Quieres llamar a Garcia y ver si podemos pasarnos a hablar con el despues de ir a las oficinas de la condicional? -pregunto.
– Si, lo hare. En cuanto me cuentes la moraleja de tu historia. Bosch penso un momento antes de responder.
– La moraleja es que necesito la pistola. Necesito la placa. Si no, estoy desequilibrado. Necesito todo esto, ?vale?
Miro a Rider. Ella le devolvio la mirada, pero no dijo nada.
– Se lo que vale esta oportunidad. Asi que a la mierda Irving y que me llame recauchutado. No la cagare.
8
Al cabo de veinte minutos llegaron a uno de los lugares de la ciudad que menos le gustaban a Bosch: la oficina de libertad condicional del Departamento Correccional del Estado, en Van Nuys. Era un edificio de una sola planta repleto de gente que esperaba para ver a los agentes de la condicional, para proporcionar muestras de orina, presentarse por exigencia del tribunal, entregarse para ser encarcelados o solicitar una nueva oportunidad de libertad. Era un lugar donde la desesperacion, la humillacion y la rabia se palpaban en el ambiente. Era un lugar donde Bosch trataba de no establecer contacto visual con nadie.
Bosch y Rider tenian algo que ninguno de los otros tenia: una placa. Eso les ayudo a saltarse las colas y tener una audiencia de inmediato con la agente a la que Roland Mackey habia sido asignado tras su detencion dos anos antes por comportamiento lascivo. Thelma Kibble estaba enclaustrada en un cubiculo estandar de funcionario del gobierno, en una sala repleta de cubiculos identicos. Su escritorio y el unico estante que venia con el cubiculo estaban repletos de archivos de los condenados por los que tenia que velar a traves de la libertad condicional. Era de altura y complexion media. El brillo de sus ojos contrastaba con su piel marron oscura. Bosch y Rider se presentaron como detectives de Robos y Homicidios. Solo habia una silla delante del escritorio de Kibble, de modo que se quedaron de pie.
– ?De que se trata, de un robo o de un homicidio? -pregunto Kibble.
– Homicidio -dijo Rider.
– Entonces ?por que uno de ustedes no coge una silla de ese cubiculo de ahi? Ella sigue almorzando.
Bosch cogio la silla que la agente le habia senalado y volvio. Rider y Bosch se sentaron y explicaron a Kibble que querian echar un vistazo al expediente correspondiente a Roland Mackey. Bosch se dio cuenta de que Kibble habia reconocido el nombre, pero no el caso.
– Fue un caso de libertad condicional por conducta lasciva que tuvo hace un par de anos -dijo Bosch-. Termino despues de doce meses.
– Ah, entonces no esta en curso. Bueno, tengo que ir a buscarlo a los archivos. No lo recuer… Ah, si, si. Roland Mackey, si. Disfrute bastante con ese.
– ?Como es eso? -pregunto Rider.
Kibble sonrio.
– Digamos que tenia ciertas dificultades en presentarse ante una mujer de color. Aunque mejor voy a buscar el expediente y asi tendremos los detalles claros.
Comprobo la ortografia del apellido Mackey y los dejo solos en el cubiculo.
– Eso podria ayudar -dijo Bosch.
– ?Que? -pregunto Rider.
– Si tiene problemas con ella, probablemente tambien los tendra contigo. Podriamos usarlo.
Rider asintio. Bosch vio que ella estaba mirando un articulo de periodico clavado en el tablero de la pared del cubiculo. Estaba amarillento por el paso del tiempo. Bosch se inclino y leyo, pero se encontraba demasiado lejos para leer otra cosa que el titular.
AGENTE DE CONDICIONAL HERIDA
RECIBIDA CON HONORES DE HEROINA
– ?Que es eso? -le pregunto a Rider.
– Se quien es -dijo Rider-. Le dispararon hace unos anos. Fue a la casa de una ex presidiaria y alguien le disparo. La presidiaria llamo para pedir ayuda, pero luego se fue. Algo asi. Le dimos un premio en la asociacion.