– A no ser que quiera llamar un taxi y viajar con estilo.

– Prefiero viajar con alguien que hable ingles.

Mackey prorrumpio en una carcajada mientras Bosch iba a la parte posterior de su coche. Bosch se aparto entonces para dejar que Mackey llevara a cabo las maniobras de enganchar el vehiculo al camion grua. Tardo menos de diez minutos en colocarse al lado de su camion, apretando una palanca que elevo la parte delantera del Mercedes en el aire. Cuando esruvo a la altura correcta para Mackey, este comprobo las cadenas y los arneses y le dijo a Bosch que estaba listo para partir. Bosch entro en la cabina del camion grua con la camisa echada sobre el brazo y el periodico doblado en la mano. Los pliegues del periodico dejaban a la vista la foto de Rebecca Verloren.

– ?Esto tiene aire acondicionado? -pregunto Bosch al cerrar la puerta-. Me estaba derritiendo ahi fuera.

– Y yo igual. Deberia haberse quedado en el Mercedes con el aire acondicionado mientras esperaba. Este trasto no tiene aire en verano ni calefaccion en invierno. Como mi ex mujer.

Mas humor de grua, supuso Bosch. Mockey le paso una tablilla con portapapeles en la que habia un boligrafo y una hoja de informacion.

– Rellene esto -dijo-, y estamos listos.

– Vale.

Bosch empezo a cumplimentar el formulario con el nombre y la direccion falsos que habia pensado antes. Mackey saco un microfono del salpicadero y hablo a traves de el.

– Eh, ?Kenny?

Al cabo de unos segundos llego la respuesta.

– Adelante.

– Dile a Arana que no se vaya todavia -dijo Mackey-. Llevo un neumatico que necesita una valvula.

– No le va a hacer gracia. Ya se ha ido a lavar.

– Tu diselo. Corto.

Mackey volvio a colocar el microfono en el soporte del salpicadero.

– ?Cree que se quedara? -pregunto Bosch.

– Sera mejor que si, de lo contrario tendra que esperar hasta manana para que se lo arreglen.

– No puedo esperar. He de volver a la carretera.

– ?Si? ?Adonde?

– A Barstow.

Mackey arrdrko el camion grua y giro el cuerpo hacia la izquierda para poder mirar por la ventanilla lateral y asegurarse de que no habia peligro para incorporarse a la carretera. No podia ver a Bosch desde esa posicion. Bosch rapidamente se levanto la manga izquierda de la camiseta de manera que mas de la mitad del tatuaje de la calavera quedo a la vista.

La grua se incorporo a la calzada y se pusieron en camino. Bosch miro por la ventanilla y vio los coches que pertenecian a Rider y al otro equipo de vigilancia en el campo de golf. Apoyo el codo en la ventanilla abierta y puso la mano en el marco superior. Fuera del campo de vision de Mackey, pudo levantar el pulgar a sus companeros de la vigilancia para indicar que todo iba bien.

– ?Que hay en Barstow? -pregunto Mackey.

– Mi casa. Quiero llegar a casa esta noche.

– ?Que ha estado haciendo aqui?

– Esto y lo otro.

– ?Y en South Central? ?Que estuvo haciendo con esa gente la semana pasada?

Bosch entendio que «esa gente» era una referencia a la poblacion de la minoria predominante en South L. A. Se volvio y miro a Mackey a los ojos, como para decirle que estaba haciendo demasiadas preguntas.

– Esto y lo otro -dijo con tono uniforme.

– Muy bien -respondio Mackey, levantando las manos del volante en un gesto de retirada.

– Pero le dire una cosa, no importa lo que estuviera haciendo, esta puta ciudad no se aguanta, socio.

Mackey sonrio.

– Se a que se refiere -dijo.

Bosch penso que estaban cerca de compartir algo mas que charla intrascendente. Creia que Mackey habia divisado los tatuajes y estaba tratando de captar de Bosch una senal acerca de que tipo de persona era. Penso que era el momento adecuado para hacer otro movimiento sutil hacia el articulo del Daily News.

Bosch dejo el periodico en el asiento que habia entre ellos, asegurandose de que la foto de Rebecca Verloren era todavia visible, y empezo a ponerse otra vez la camisa. Se inclino hacia delante y extendio los brazos al hacerlo. No miro a Mackey, pero sabia que la calavera de su brazo izquierda seria plenamente visible con aquel movimiento. Puso el brazo derecho en la camisa primero y despues se llevo la camisa hacia atras y paso el brazo izquierdo por la manga. Apoyo la espalda en el asiento y empezo a abrocharse la camisa.

– Simplemente hay demasiado tercer mundo por aqui para mi gusto -dijo Bosch.

– Comparto esa idea.

– ?Si? ?Es de aqui?

– De toda la vida.

– Bueno, colega, deberia coger la bandera y a su familia, si es que tiene familia, e irse. Hay que largarse de aqui, joder.

Mackey se rio y asintio.

– Tengo un amigo que siempre dice lo mismo. Siempre.

– Si, bueno, no es una idea original.

– Claro.

Entonces la radio interrumpio la inercia de la conversacion.

– Eh, Ro.

Mackey cogio el micro.

– ?Si, Ken?

– Voy a pasarme por el Kentucky mientras Arana te espera. ?Quieres algo?

– No, saldre tarde. Corto.

Colgo el microfono. Circularon en silencio unos segundos mientras Bosch trataba de pensar en una forma de llevar de nuevo la conversacion en la direccion adecuada. Mackey habia llegado a Burbank Boulevard y habia girado a la derecha. Estaban llegando a Tampa. Volveria a girar a la derecha y luego seguiria todo recto hasta la estacion de servicio. En menos de diez minutos habrian llegado.

Pero fue Mackey quien reanudo la conversacion.

– Bueno, ?en que trena estuviste? -pregunto de repente. Bosch espero un momento para que su entusiasmo no se mostrara.

– ?De que esta hablando? -pregunto.

– He visto tus tatuajes, tio. No es gran cosa. Pero o te los han hecho en casa o en prision, eso es obvio.

Bosch asintio.

– En Obispo. Cinco anos.

– ?Si? ?Por que?

Bosch lo miro de nuevo.

– Esto y lo otro.

Mackey asintio, aparentemente sin cabrearse por la resistencia a abrirse de su pasajero.

– Esta bien, tio. Tengo un amigo que paso un tiempo alli. A finales de los noventa. Decia que no estaba tan mal, que era una especie de sitio de cuello blanco. Al menos no hay tantos negros como en otros sitios.

Bosch se quedo un buen rato en silencio. Sabia que el uso de la difamacion racial era una especie de contrasena para Mackey. Si Bosch respondia de la manera adecuada seria aceptado. Era una cuestion de codigos.

– Si -dijo Bosch, asintiendo con la cabeza-. Eso hacia que las condiciones fueran un poco mas soportables. Aunque probablemente no conoci a tu amigo. Yo sali a principios del noventa y ocho.

– Frank Simmons se llama. Solo estuvo dieciocho meses o asi. Era de Fresno.

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