Erik se entusiasmo.

– Dime.

Myron se echo a caminar hacia el sendero, maldiciendose. Todavia estaba oxidado. No deberia haberlo permitido. Lo ultimo que necesitaba era a Erik fastidiandole. Necesitaba solucionarlo sin Erik.

– ?Eres bueno con el ordenador?

Erik fruncio el ceno.

– Creo que si.

– Necesito que te conectes e introduzcas todas las direcciones de esta calle en un buscador. Necesitamos una lista de quienes viven aqui. Necesito que vayas a casa ahora mismo y lo hagas.

– Pero ?no deberiamos hacer algo ahora? -pregunto Erik.

– ?Como que?

– Llamar a las puertas.

– ?Y decir que? ?Para que?

– A lo mejor alguien la tiene secuestrada aqui mismo, en esta misma calle.

– Lo dudo mucho. Y aunque fuera asi, llamar a la puerta solo serviria para provocar el panico. Ademas, si llamamos a una puerta a estas horas, avisaran a la policia. Los vecinos se alertarian. Escuchame, Erik. Necesitamos una razon primero. Esto podria ser un punto muerto. Puede que Aimee no fuera por ese sendero.

– Has dicho que creias que si.

– Lo creo, pero no significa mucho. Tal vez caminara cinco manzanas mas alla. No podemos hacer movimientos en falso. Si quieres ayudar, vete a casa. Buscame esas direcciones y consigueme los nombres.

Volvian a estar en el sendero. Cruzaron la verja y se dirigieron a los coches.

– ?Que vas a hacer tu? -pregunto Erik.

– Tengo otras pistas que seguir.

Erik queria preguntar mas, pero el tono y el lenguaje corporal de Myron le detuvieron.

– Te llamare en cuanto termine la busqueda -dijo Erik.

Se metieron en los coches. Myron observo como se alejaba el otro. Entonces cogio el movil y apreto la tecla de marcado rapido de Win.

– Al habla.

– Necesito que entres en una casa.

– Bien. Explicate, por favor.

– Encontre un sendero donde deje a Aimee. Conduce a otro callejon sin salida.

– Ah. ?Tenemos alguna idea de donde acabo ella?

– Fernlake Court 16.

– Pareces muy seguro.

– Hay un coche en la entrada. En el cristal trasero hay una pegatina. Es para el aparcamiento de profesores del instituto de Livingston.

– Voy para alla.

26

Myron y Win se encontraron a tres manzanas del callejon, cerca de una escuela elemental. Alli un coche aparcado no llamaria tanto la atencion. Win iba vestido de negro, incluida una gorra que tapaba sus rizos rubios.

– No he visto ningun sistema de alarma -dijo Myron.

Win asintio. De todos modos las alarmas no eran mas que fastidios menores para un experto en entrar sin permiso en las casas.

– Volvere en treinta minutos.

Y lo cumplio con exactitud.

– La chica no esta en la casa. Alli viven dos profesores. El se llama Harry Davis. Ensena lengua en el Instituto de Livingston. Ella se llama Lois. Ensena en una escuela de Glen Rock. Tienen dos hijas, de edad universitaria a juzgar por las fotos, y que no estaban en casa.

– Puede ser una coincidencia.

– He puesto en GPS de rastreo a ambos coches. Davis tambien tiene un portafolios muy viejo, lleno a rebosar de examenes y planificacion de clases. Tambien le he puesto uno. Vete a casa y duerme un poco. Te avisare cuando se despierte y se ponga en marcha. Le seguire. Y despues le daremos un repaso.

Myron se dejo caer en la cama. Creyo que seria incapaz de dormir. Pero se durmio. Durmio profundamente hasta que oyo un sonido metalico procedente de abajo.

Su padre tenia el sueno ligero. Siendo nino, Myron se despertaba por la noche e intentaba pasar frente al dormitorio de ellos sin despertar a su padre. No lo consiguio nunca. Encima, su padre no se despertaba lentamente, sino con un sobresalto, como si alguien le hubiera echado agua helada por dentro del pantalon del pijama.

Eso fue lo que le ocurrio cuando oyo el clic. Se incorporo de golpe en la cama. La pistola estaba en la mesita. La cogio. Su movil tambien estaba alli. Apreto el numero de marcacion rapida de Win, la linea que sonaba para que Win la pusiera en modo silencio y escuchara.

Myron se quedo sentado, quieto y escuchando.

Se abrio la puerta principal.

Quien fuera, intentaba ser silencioso. Myron fue sigilosamente hasta la pared, al lado de la puerta del dormitorio. Espero y siguio escuchando. El intruso habia cruzado la puerta. Que raro. La cerradura era antigua. Se podia abrir. Pero hacerlo tan silenciosamente -solo un rapido clic- significaba que quien fuera, o quienes fueran, eran buenos.

Espero.

Pasos.

Eran pasos ligeros. Myron apreto la espalda contra la pared. Apreto el arma en la mano. Le dolia la pierna del mordisco. Le estallaba la cabeza. Intento superarlo; hizo un esfuerzo por concentrarse.

Calculo el mejor lugar para situarse. Apretado contar la pared, junto a la puerta, donde estaba ahora, era un buen sitio para escuchar, pero no seria ideal, a pesar de lo que ves en las peliculas, si alguien entraba en la habitacion. En primer lugar, si el tipo era bueno, ya se lo esperaria. En segundo lugar, si habia mas de uno, saltarle encima a alguien desde detras de una puerta era muy dificil. Tienes que atacar enseguida y das a conocer tu posicion. Puedes neutralizar al primero, pero el segundo se echara encima con ganas.

Myron fue de puntillas hacia la puerta del bano. Se quedo detras de ella, agachado, con la puerta casi cerrada. Tenia un angulo perfecto. Podia ver entrar al intruso, disparar o gritar, y si disparaba, seguiria estando en una buena posicion si alguien mas entraba detras o huia.

Los pasos se pararon frente a la puerta del dormitorio.

Espero. La respiracion le resonaba en los oidos. Win era bueno en esto, haciendo falta paciencia. Nunca habia sido el punto fuerte de Myron, pero se calmo; Mantuvo la respiracion profunda. Los ojos fijos en la puerta abierta.

Vio una sombra.

Myron apunto el arma al centro. Win apuntaba a la cabeza, pero Myron dirigio la vista al centro del torso, el blanco mas facil.

Cuando el intruso cruzo el umbral y se poso bajo un poco de luz, Myron jadeo ruidosamente. Salio de detras de la puerta, todavia apuntando con el arma.

– Vaya, vaya -dijo el intruso-. Despues de siete anos, ?eso que tienes en la mano es un arma o es que estas contento de verme?

Myron no se movio.

Siete anos. Despues de siete anos. Y en unos segundos fue como si esos siete anos no hubieran pasado.

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