– Mucha gente tiene el segundo dedo mas largo que el gordo. Tu padre lo tiene asi.
– Imposible.
– Pues si. Tiene el segundo dedo mas largo que el primero.
Con eso parecio tranquilizarse. Grace sintio otra punzada.
– ?Quieres ver
– Eso es un programa para bebes.
– Pues vamos a ver que dan en
Daban
El hombre que contesto tenia una voz ronca como el ruido de unos neumaticos viejos sobre una carretera de gravilla.
– ?Que pasa?
– Buenos dias -dijo Grace, demasiado alegremente, sonriendo al telefono como una imbecil.
El hombre emitio un sonido que, en traduccion libre, significaba: «Vaya al grano».
– Busco informacion sobre Bob Dodd.
– ?Con quien hablo?
– Preferiria no decirlo.
– Es broma, ?no? Oiga, guapa, ahora mismo voy a colgar…
– Un momento. No puedo entrar en detalles, pero si esto se convierte en una gran primicia…
– ?Una gran primicia? ?Acaba de decir una gran primicia?
– Si.
El hombre se echo a reir.
– ?Que pasa? ?Se cree que soy el perro de Pavlov o algo asi? ?Que me basta con oir «gran primicia» para ponerme a babear?
– Solo necesito informacion sobre Bob Dodd.
– ?Por que?
– Porque mi marido ha desaparecido y creo que puede existir alguna relacion entre su desaparicion y el asesinato de Bob Dodd.
Al oir eso, el hombre guardo silencio por un momento.
– Me esta tomando el pelo, ?no?
– No -contesto Grace-. Oiga, solo necesito encontrar a alguien que conociese a Bob Dodd.
– Yo lo conocia -admitio el periodista con tono ya menos inflexible.
– ?Lo conocia bien?
– Lo suficiente. ?Que quiere?
– ?Sabe en que estaba trabajando?
– Oiga, senora, ?tiene informacion acerca del asesinato de Bob? Porque si es asi, olvidese de todo ese rollo de la gran primicia y cuenteselo a la policia.
– No se trata de eso.
– Entonces, ?que es?
– He repasado las facturas de telefono. Mi marido hablo con Bob Dodd no mucho antes de que lo asesinaran.
– ?Y quien es su marido?
– No se lo voy a decir. Es probable que solo sea una coincidencia.
– Pero ?dice que su marido ha desaparecido?
– Si.
– ?Y esta lo bastante preocupada como para investigar esa antigua llamada?
– No tengo nada mas -dijo Grace.
Se produjo un silencio.
– Va a necesitar algo mas que eso -advirtio el hombre.
– No creo que sea posible.
Un silencio.
– Bah, ?que mas da? Yo no se nada. Bob nunca me confio nada.
– ?Y en quien pudo confiarse?
– Puede intentarlo con su mujer.
Grace estuvo a punto de darse una palmada en la cabeza. ?Como no se le habia ocurrido antes algo tan obvio? Eso si era una torpeza.
– ?Sabe como puedo localizarla?
– No estoy seguro. Solo la he visto… que se yo… una o dos veces.
– ?Como se llama?
– Jillian. Con jota, creo.
– ?Jillian Dodd?
– Supongo.
Lo anoto.
– Hay otra persona con la que podria intentarlo. Es el padre de Bob, Robert Dodd. Debe de rondar los ochenta anos, pero creo que estaban muy unidos.
– ?Tiene su direccion?
– Si, esta en una residencia de ancianos de Connecticut. Enviamos alli las cosas de Bob.
– ?Las cosas?
– Yo mismo le vacie el escritorio. Meti sus efectos personales en una caja de carton.
Grace fruncio el entrecejo.
– ?Y los envio a la residencia de ancianos de su padre?
– Exacto.
– ?Y por que no a Jillian, su mujer?
Siguio una breve pausa.
– No lo se, la verdad. Creo que quedo muy tocada con lo del asesinato. Lo mataron delante de ella. Espere un momento, voy a buscar el numero de telefono de la residencia de ancianos. Podra preguntarlo usted misma.
Charlaine deseaba sentarse junto a la cama del hospital.
Era lo que se veia siempre en las peliculas y la television -la esposa afligida sentada junto a la cama, cogiendo de la mano a su ser querido-, pero en esa habitacion no habia ninguna silla que lo permitiese. El unico asiento era demasiado bajo, una de esas butacas plegables para poder dormir, y si, eso quiza fuese util mas tarde, pero en ese momento lo que Charlaine queria era sentarse y cogerle la mano a su marido.
Asi pues, estaba de pie. De vez en cuando se sentaba en el borde de la cama, pero temia molestar a Mike. Asi que volvia a levantarse. Y tal vez fuese mejor asi. Tal vez le sirviese en cierto modo de penitencia.
La puerta se abrio a sus espaldas. No se molesto en volverse. La voz de un hombre, una voz que nunca habia oido, pregunto:
– ?Como se encuentra, senora Swain?
– Bien.
– Ha tenido suerte.
Ella asintio.
– Me siento como si me hubiera tocado la loteria.
Charlaine alzo la mano y se toco la frente vendada. Unos cuantos puntos y posiblemente una leve conmocion. A eso se habian reducido sus heridas en el accidente: aranazos, moretones, unos cuantos puntos.
– ?Como esta su marido?
No se molesto en contestar. La bala habia alcanzado a Mike en el cuello. Si bien, segun los medicos, «lo peor ya habia pasado» -a saber que querian decir con eso-, aun no habia recobrado el conocimiento.
– El senor Sykes vivira -informo el hombre detras de ella-. Gracias a usted. Le debe la vida. Unas horas mas en esa banera…