El hombre -Charlaine supuso que era otro agente de policia- bajo la voz gradualmente. Ella se volvio por fin y lo miro. En efecto, era un policia. Aunque de uniforme. La insignia en el brazo indicaba que pertenecia al Departamento de Policia de Kasselton.
– Ya he hablado con los inspectores de Ho-Ho-Kus -dijo ella.
– Lo se.
– No se nada mas, ?agente…?
– Perlmutter -dijo-. Capitan Stuart Perlmutter.
Ella se volvio otra vez hacia la cama. Mike tenia el torso desnudo. El vientre le subia y bajaba como si se lo hinchasen con la bomba de aire de una gasolinera. Pesaba unos kilos de mas y daba la impresion de que respirar, la simple accion de respirar, le representaba un esfuerzo excesivo. Tenia que haberse cuidado mas. Ella deberia haber insistido.
– ?Quien esta con sus hijos? -pregunto Perlmutter.
– El hermano de Mike y su mujer.
– ?Quiere que le traiga algo?
– No.
Charlaine cambio la postura de la mano con que tenia cogida la de Mike.
– He leido su declaracion.
Ella no dijo nada.
– ?Le importaria si le hago un par de preguntas de seguimiento?
– No se si lo entiendo -dijo Charlaine.
– ?Perdon?
– Vivo en Ho-Ho-Kus. ?Que tiene que ver Kasselton con esto?
– Solo estoy echando una mano.
Sin saber por que, ella asintio.
– Ya veo.
– Segun su declaracion, cuando usted miro por la ventana de su dormitorio vio el guardallaves en el camino trasero de la casa del senor Sykes. ?Es asi?
– Si.
– ?Y por eso llamo a la policia?
– Si.
– ?Conoce usted al senor Sykes?
Ella se encogio de hombros, sin desviar la mirada del vientre que subia y bajaba.
– Solo de saludarnos.
– Es decir, ?como vecinos?
– Si.
– ?Cuando fue la ultima vez que hablo con el?
– No nos hablabamos. O sea, nunca hable con el.
– Solo se saludaban como buenos vecinos.
Ella asintio.
– ?Y cuando fue la ultima vez que se saludaron?
– ?Que nos saludamos con la mano?
– Si.
– Pues no lo se. Hara una semana, tal vez.
– Estoy un poco confuso, senora Swain, asi que quiza pueda ayudarme. Usted vio un guardallaves en el camino y decidio llamar a la policia.
– Tambien vi movimiento.
– ?Disculpe?
– Movimiento. Vi algo moverse en la casa.
– ?Como si hubiera alguien dentro?
– Si.
– ?Y como sabia que no era el senor Sykes?
Ella se volvio.
– No lo sabia. Pero tambien vi el guardallaves.
– Alli en el suelo. A la vista de todos.
– Si.
– Entiendo. ?Y ato cabos?
– Exacto.
Perlmutter asintio como si acabase de comprenderlo todo de pronto.
– Y si el senor Sykes hubiera usado el guardallaves, no lo habria dejado tirado en el sendero. ?Fue eso lo que penso?
Charlaine no contesto.
– Porque vera, senora Swain, eso es lo que me extrana. ?Por que dejaria el guardallaves a la vista de todos el hombre que entro en la casa y agredio al senor Sykes? ?No habria sido mas logico esconderlo o llevarselo a la casa?
Silencio.
– Y hay otro detalle. El senor Sykes sufrio las lesiones al menos veinticuatro horas antes de que lo encontraramos. ?Cree que el guardallaves estuvo en el camino todo ese tiempo?
– Eso no puedo saberlo.
– No, supongo que no. Tampoco es que se pase usted el dia observando el jardin trasero del vecino ni nada por el estilo.
Ella se limito a mirarlo.
– ?Por que lo siguieron su marido y usted? Me refiero al hombre que entro en la casa de Sykes.
– Ya le he dicho al otro agente…
– Que querian ayudar, para que no se nos escapara.
– Tambien tenia miedo.
– ?De que?
– De que supiera que yo habia llamado a la policia.
– ?Y eso por que habria de preocuparla?
– Yo estaba mirando por la ventana. Cuando llego la policia, el se volvio, miro y me vio.
– ?Y que penso? ?Que iria a buscarla?
– No lo se. Tenia miedo, eso es todo.
Perlmutter volvio a asentir con la cabeza.
– Supongo que todo encaja. O sea, algunas piezas… bueno, hay que forzarlas un poco, pero eso es normal. La mayoria de los casos no son del todo logicos.
Ella se dio media vuelta.
– Dice que ese hombre conducia un Ford Windstar.
– Si.
– Salio del garaje con ese vehiculo, ?no es asi?
– Si.
– ?Y le vio la matricula?
– No.
– Mmm. ?Por que cree que lo hizo?
– Hizo ?que?
– Aparcar en el garaje.
– No tengo ni idea. Tal vez para que nadie viera su coche.
– Ya, claro, eso tiene sentido.
Charlaine volvio a coger de la mano a su marido. Se acordo de la ultima vez que estuvieron cogidos de la mano. Dos meses antes, cuando fueron a ver una comedia de Meg Ryan. Curiosamente, a Mike le encantaban las peliculas para mujeres. Se le humedecian los ojos con las peliculas romanticas malas. En la vida real, Charlaine