solo recordaba haberlo visto llorar una vez, cuando murio su padre. Pero si uno lo observaba en el cine, sentado a oscuras, veia un ligero temblor en su cara y luego, si, se le saltaban las lagrimas. Esa noche el tendio la mano y cogio la suya, y lo que Charlaine mas recordaba -lo que la atormentaba ahora- fue que ella no se conmovio. Mike intento entrelazar los dedos, pero ella movio los suyos justo lo suficiente para impedirselo. Tan poco habia significado para ella, nada en realidad, que ese hombre obeso peinado con una raya al lado le tendiese la mano.
– ?Le importaria marcharse ya? -pidio a Perlmutter.
– Ya sabe que no puedo.
Ella cerro los ojos.
– Se lo de su problema con los impuestos.
Charlaine permanecio inmovil.
– De hecho, por eso ha llamado usted a H amp;R Block esta manana, ?no es asi? Es donde trabajaba el senor Sykes.
Charlaine no queria soltar la mano de Mike, pero tuvo la sensacion de que el la apartaba.
– ?Senora Swain?
– Aqui no -dijo Charlaine a Perlmutter. Solto la mano de Mike y se levanto-. No delante de mi marido.
22
Los ancianos de las residencias siempre estan en casa y dispuestos a recibir visitas. Grace marco el numero y contesto una mujer de voz alegre.
– ?Residencia geriatrica asistida Starshine!
– ?Podria indicarme el horario de visitas? -pregunto Grace.
– ?No hay! -Hablaba con exclamaciones.
– ?Perdon?
– No tenemos horario de visitas. Puede venir a cualquier hora, las veinticuatro horas del dia.
– Ah. Me gustaria visitar a Robert Dodd.
– ?A Bobby? Bien, le paso con su habitacion. Ah, un momento, son las ocho. Estara en clase de gimnasia. A Bobby le gusta mantenerse en forma.
– ?Puedo concertar una cita con el?
– ?Para visitarlo?
– Si.
– No hace falta, puede venir cuando quiera.
En coche tardaria un par de horas. Seria mejor que intentar explicarse por telefono, sobre todo teniendo en cuenta que ni siquiera sabia que iba a preguntar. En todo caso, con los ancianos era mas facil tratar cara a cara.
– ?Cree que estara ahi esta manana?
– Si, sin duda. Bobby dejo de conducir hace un par de anos. Estara aqui.
– Gracias.
– De nada.
En la mesa del desayuno, Max hundio la mano hasta el fondo en la caja de cereales Cap'n Crunch. Al ver a su hijo buscando el juguete, se detuvo. Era todo tan normal. Los ninos intuyen las cosas, Grace lo sabia. Pero a veces, bueno, a veces los ninos pueden actuar con una maravillosa indiferencia. En ese momento Grace se alegro de que fuera asi.
– Ya cogiste el juguete -le recordo ella.
Max se quedo inmovil.
– ?Ah, si?
– Son tantas las cajas y tan malos los juguetes…
– ?Que?
La verdad era que ella hacia lo mismo de pequena: revolver dentro de la caja con la mano en busca de esos premios sin ningun valor. Y ahora que lo pensaba, era la misma marca de cereales.
– Nada.
Corto un platano en rodajas y lo mezclo con el cereal. Grace siempre intentaba hacer trampa y, poco a poco, poner mas platano y menos cereales. Durante un tiempo anadio Cheerios -con menos azucar-, pero Max enseguida se dio cuenta.
– ?Emma! ?Despierta!
Un gemido. Su hija era demasiado pequena para empezar con los tipicos problemas para levantarse por las mananas. A Grace no le habia pasado hasta la adolescencia. Bueno, tal vez un poco antes. Pero no a los ocho anos, eso desde luego. Penso en sus propios padres, muertos hacia tanto tiempo. A veces uno de los ninos hacia algun gesto que a Grace le recordaba a su padre o su madre. Emma apretaba los labios de una manera tan parecida a como lo hacia su madre que Grace se quedaba de piedra. La sonrisa de Max era como la de su padre. Se veia el eco genetico, y Grace nunca sabia si eso era un consuelo o un recordatorio doloroso.
– ?Emma, ya mismo!
Un ruido. Podria ser una nina levantandose.
Grace empezo a preparar la comida del mediodia para uno. A Max le gustaba la de la escuela, y Grace le veia el lado comodo a eso y lo aprovechaba. Preparar la comida por las mananas era una lata. Durante un tiempo Emma tambien habia comido en la escuela, pero recientemente algo la habia asqueado, un olor imperceptible en el comedor que le provocaba arcadas. Empezo a llevarse el plato fuera del comedor, incluso cuando hacia frio, pero el olor, como pronto advirtio, estaba tambien en la comida. Ahora se quedaba en el comedor pero se llevaba de casa una fiambrera de Batman.
– ?Emma!
– Ya estoy aqui.
Emma vestia su habitual atuendo de fanatica del deporte: pantalon corto granate, zapatillas Converse Allstars y un jersey de los Nets de Nueva Jersey. Nada pegaba con nada, pero tal vez se trataba de eso. Emma se negaba a usar cualquier cosa minimamente femenina. Para conseguir que se pusiera un vestido habia que negociar con una sensibilidad propia de Oriente Medio, y a menudo el resultado era igual de violento.
– ?Que quieres para comer? -pregunto Grace.
– Un bocadillo de mantequilla de cacahuete con mermelada.
Grace la miro.
Emma se hizo la inocente.
– ?Que pasa?
– ?Cuanto tiempo hace que vas a esa escuela?
– ?Que?
– Cuatro anos, ?verdad? Un ano de parvulario. Y ahora estas en tercero. Son cuatro anos.
– ?Y?
– En todo ese tiempo, ?cuantas veces me has pedido mantequilla de cacahuete para la escuela?
– No lo se.
– ?Tal vez cien?
Se encogio de hombros.
– ?Y cuantas veces te he dicho que tu escuela prohibe la mantequilla de cacahuete porque algunos ninos podrian tener una reaccion alergica?
– Ah, si.
– Ah, si. -Grace consulto la hora en el reloj. Le quedaban unos cuantos combinados de Oscar Mayer, repugnantes platos precocinados que Grace tenia siempre a mano para emergencias; es decir, para cuando, por falta de tiempo o de ganas, no podia preparar la comida. A los ninos, claro, les encantaban. Pregunto a Emma en voz baja si queria uno; en voz baja porque si Max la oia, se habria acabado la comida de la escuela tambien para el. Emma se digno aceptar y se la metio rapidamente en la fiambrera de Batman.