Wade acabo consumiendo demasiada droga, se fue a vivir a Boston para ayudar a vender y distribuir, se volvio paranoico, empezo a ir armado. Y ahora alli estaba, sentado en ese estrado, un criminal famoso acusado de la muerte de dieciocho personas.
Recordaba aquellas caras iracundas; las habia visto durante el juicio, quince anos antes. Wade conocia casi todos los nombres. En el juicio lo miraban con una mezcla de dolor y desconcierto, todavia aturdido por el golpe repentino. Entonces Wade los habia entendido, incluso se habia compadecido de ellos. Ahora, quince anos despues, las miradas eran mas hostiles. Su dolor y desconcierto habian cristalizado en una forma mas pura de ira y odio. En el juicio, Wade Larue habia eludido las miradas. Pero ya no. Ahora mantenia la cabeza erguida. Los miraba a los ojos. Su compasion, su comprension, habian sido diezmadas por la incapacidad de esa gente para el perdon. El nunca habia pretendido hacer dano a nadie. Ellos lo sabian. El habia pedido perdon. Habia pagado un precio muy alto. Ellos, esas familias, preferian seguir odiando.
Al diablo con ellos.
Sandra Koval peroraba con elocuencia desde el asiento a su lado. Hablo de las disculpas y el perdon, de pasar la pagina y de los cambios, de la comprension y el deseo humano de una segunda oportunidad. Larue dejo de escucharla. Vio a Grace Lawson sentada al lado de Carl Vespa. Tendria que haberse asustado al ver a Vespa en carne y hueso, pero no, estaba ya mas alla de eso. En cuanto entro en la carcel, Wade recibio varias palizas, propinadas primero por hombres que trabajaban para Vespa y despues por quienes querian congraciarse con el. Celadores incluidos. Le habia sido imposible huir del constante miedo. El miedo, como el olor, se habia convertido en una parte natural de el, en su mundo. Tal vez eso explicaba por que ahora era inmune a el.
Larue hizo amigos en Walden, pero la carcel no ayuda a formar el caracter, pese a lo que contaba Sandra Koval a su publico en esos momentos. La carcel lo despoja a uno hasta dejarlo en su estado mas escueto, el estado de la naturaleza, y lo que se hace para sobrevivir nunca es bonito. Da igual. Ya estaba fuera. Eso formaba parte del pasado. Ahora habia que seguir adelante.
Pero todavia no.
En la sala, el silencio era tal que producia una sensacion de vacio, como si incluso el aire hubiera sido aspirado. Las familias estaban todas alli sentadas, imperterritas tanto fisica como emocionalmente. Pero no se percibia en ellas la menor energia. Eran entidades vacias, seres desolados e impotentes. No podian hacerle dano. Ya no.
Sin previo aviso, Carl Vespa se puso en pie. Por un segundo -solo un segundo- Sandra Koval se desconcerto. Grace Lawson tambien se puso en pie. Wade Larue no entendia que hacian juntos. No tenia sentido. Se pregunto si eso cambiaba algo, si pronto conoceria a Grace Lawson.
?Acaso importaba?
Cuando Sandra Koval acabo, se inclino hacia el y susurro:
– Vamos, Wade. Puedes salir por la puerta de atras.
Diez minutos despues, en las calles de Manhattan, Wade Larue estaba libre por primera vez en quince anos.
Miro los rascacielos. Times Square era su primera meta. Habria un gran gentio y mucho ruido: personas reales, no reclusos. Larue no queria estar solo. No anhelaba ver hierba verde o arboles: eso ya lo veia desde su celda en la aislada zona de Walden. Queria luces, bullicio y gente, gente de verdad, no presos, y si, tal vez, la compania de una buena (o mejor mala) mujer.
Pero eso tendria que esperar. Wade Larue miro su reloj. Ya casi era la hora.
Enfilo hacia el oeste por la Calle 43. Todavia estaba a tiempo de echarse atras. Se encontraba dolorosamente cerca de la terminal de autobus de Port Authority. Podia subirse a un autobus, cualquiera, y partir de cero en algun lugar. Podia cambiarse el nombre, tal vez un poco la cara, y probar suerte en un teatro local. Todavia era joven. Todavia tenia talento. Todavia tenia el carisma sobrenatural.
Pronto, penso.
Necesitaba resolver ese asunto. Dejarlo atras. Al ponerlo en libertad, uno de los consejeros de la carcel le solto el clasico sermon acerca de que aquello era un buen principio o un mal final, que todo dependia de el. El consejero tenia razon. Ese dia iba a dejarlo todo atras o morir. Wade dudaba que hubiera una via intermedia.
Mas adelante vio un sedan negro. Reconocio al hombre apoyado en el, con los brazos cruzados. Era la boca lo que no podia olvidarse, con los dientes fuera de sitio, amontonados. Ese hombre habia sido el primero en darle una paliza a Larue hacia ya muchos anos. Queria saber que habia pasado la noche de la Matanza de Boston. Larue le habia dicho la verdad: no lo sabia.
Ahora si lo sabia.
– Hola, Wade.
– Cram.
Cram abrio la puerta. Wade Larue se sento en el asiento de atras. Cinco minutos despues circulaban por la autopista de West Side, en la recta final del juego.
41
Eric Wu observo la limusina detenerse ante la casa de los Lawson.
Un hombre corpulento con aspecto de cualquier cosa menos de chofer salio del coche, se cino la chaqueta para poder abrocharse el boton y abrio la puerta de atras. Salio Grace Lawson. Se dirigio hacia la puerta sin despedirse ni mirar atras. El hombre corpulento la vio recoger un paquete y entrar. Luego se metio en el coche y se fue.
Wu se pregunto quien seria ese hombre corpulento. Grace Lawson, segun le habian dicho, tal vez tenia proteccion. La habian amenazado. Habian amenazado a sus hijos. El chofer fornido no era policia, de eso Wu estaba seguro. Pero tampoco era un conductor normal y corriente.
Mejor andarse con cuidado.
Manteniendose a una distancia prudencial, Wu empezo a circundar la casa. El cielo estaba despejado y el follaje era exuberante. Habia muchos escondites. Wu no tenia prismaticos -le habrian facilitado las cosas-, pero daba igual. Enseguida localizo a un hombre. Estaba apostado detras del garaje, independiente de la casa. Wu se acerco sigilosamente. El hombre hablaba por un walkie-talkie. Wu aguzo el oido. Solo le llegaron retazos, pero fue suficiente. Tambien habia alguien dentro de la casa. Y probablemente otro hombre cerca, en la acera de enfrente.
Eso no le gusto.
De todos modos, ya se las arreglaria. Lo sabia. Pero tendria que actuar rapido. Primero tenia que averiguar donde estaba exactamente el segundo hombre. Eliminaria a uno con las manos y al otro con la pistola. Tendria que asaltar la casa. Podia hacerlo. Habria muchos cadaveres. El hombre que estaba dentro quizas entonces estuviese ya prevenido. Pero podia hacerlo.
Wu consulto la hora. Las tres menos veinte.
Mientras regresaba a la calle, se abrio la puerta de atras y salio Grace. Llevaba una maleta. Wu se detuvo y la miro. Grace la puso en el maletero. Volvio a entrar. Salio con otra maleta y un paquete: el mismo, penso Wu, que la habia visto recoger en la puerta de su casa.
Wu volvio a toda prisa al coche que usaba; ironicamente, era el Ford Windstar de Grace, aunque habia cambiado la matricula en el centro comercial de Palisades y colocado unos adhesivos en el parachoques para despistar. La gente recordaba mas los adhesivos en los parachoques que las matriculas e incluso las marcas. Habia uno de un padre orgulloso de su hijo, un alumno con matriculas de honor. Otro, de los Knicks de Nueva York, decia: un equipo, un nueva york.
Grace Lawson se sento ante el volante de su coche y arranco. Bien, penso Wu. Le seria mucho mas facil cogerla donde se detuviera. Las instrucciones eran claras. Debia averiguar que sabia. Luego deshacerse del cuerpo. Puso la marcha pero piso el freno. Queria ver si alguien mas la seguia. Nadie salio detras de ella. Wu se mantuvo a cierta distancia.
Nadie mas iba detras de ella.
Los hombres habian recibido orden de proteger la casa, supuso, no a ella. Wu se sintio intrigado por las