en seco.

Wu la miraba fijamente.

Cuando Wu volvio a ver a esa mujer, lo primero que hizo fue llevarse la mano a la pistola.

Iba a dispararle. Alli mismo. En ese preciso instante. Delante de todo el mundo.

Wu no era supersticioso. Comprendio que era logico que esa mujer estuviera alli. Tenia hijos. Vivia en la zona. Alli debia de haber entre doscientas y trescientas madres. No era extrano que se encontrara entre ellas.

Aun asi queria matarla.

Desde el punto de vista supersticioso, queria matar a ese demonio.

Desde el punto de vista practico, asi le impediria llamar a la policia. Tambien sembraria el panico, lo que le permitiria escapar. Si le disparaba, todo el mundo se precipitaria hacia la mujer herida. Seria una distraccion perfecta.

Pero eso tambien planteaba problemas.

En primer lugar, la mujer estaba al menos a treinta metros. Eric Wu conocia sus puntos fuertes y sus puntos debiles. En un encuentro cuerpo a cuerpo no tenia parangon. Con una pistola, no pasaba de ser un tirador aceptable. Podia herirla solamente o, peor aun, errar. Si, seguro que sembraria el panico, pero si no caia nadie, tal vez no fuera ese el tipo de distraccion que le convenia.

Su verdadero objetivo -la razon por la que estaba alli- era Grace Lawson. Ahora ya la tenia. Le obedecia. Se mostraba docil porque todavia se aferraba a la esperanza de que su familia sobreviviria. Si Grace Lawson lo veia disparar, teniendo en cuenta que ella estaba fuera de su alcance, cabia la posibilidad de que sucumbiera al panico y huyera.

– Entre -ordeno.

Grace Lawson abrio la puerta del coche. Eric Wu miro a la mujer en el otro extremo del patio. Cuando sus miradas se cruzaron, movio la cabeza en un lento gesto de negacion y se senalo la cintura. Queria que lo entendiera. Ella ya lo habia contrariado antes y el habia disparado. Volveria a hacerlo.

Espero a que la mujer bajara el telefono. Sin apartar la mirada de ella, Wu entro en el coche. Arrancaron y se alejaron por Morningside Drive.

43

Perlmutter estaba sentado frente a Scott Duncan. Se hallaban en el despacho del capitan en la comisaria. El aire acondicionado se habia estropeado. Docenas de policias con uniforme completo todo el dia y sin aire acondicionado: aquello empezaba a apestar.

– Asi que esta en excedencia en la fiscalia -dijo Perlmutter.

– Exacto -contesto Duncan-. Ahora ejerzo de manera privada.

– Entiendo. Y su cliente contrato a Indira Khariwalla; perdon, usted contrato a la senora Khariwalla en nombre de un cliente.

– Eso no lo niego ni lo confirmo.

– Y tampoco me dira si su cliente queria que siguieran a Jack Lawson.

– Exacto.

Perlmutter abrio las manos.

– ?Y que quiere exactamente, senor Duncan?

– Quiero saber que han averiguado acerca de la desaparicion de Jack Lawson.

Perlmutter sonrio.

– Vale, a ver si me queda claro. Se supone que tengo que contarle todo lo que se sobre la investigacion de un asesinato y una desaparicion, a pesar de que es muy posible que su cliente tenga algo que ver. Y usted, en cambio, no puede soltar prenda. ?Es eso?

– No, no es exactamente asi.

– Pues tendra que echarme una mano.

– Esto no tiene nada que ver con un cliente. -Duncan cruzo las piernas, apoyando el tobillo en la rodilla-. Tengo un interes personal en el caso Lawson.

– ?Y eso?

– La senora Lawson le enseno una foto.

– Si, me acuerdo.

– La chica con el aspa en la cara -explico- era mi hermana.

Perlmutter se reclino y solto un suave silbido.

– Tal vez deba empezar por el principio.

– Es una historia muy larga.

– Mentiria si le dijese que tengo todo el dia.

Como para demostrarlo, la puerta se abrio de golpe. Daley asomo la cabeza.

– Linea dos.

– ?Que pasa?

– Es Charlaine Swain. Dice que acaba de ver a Eric Wu en el patio de la escuela.

Carl Vespa miraba el cuadro.

Era de Grace. Vespa tenia ocho cuadros de ella, aunque este era el que mas lo conmovia. Era, sospechaba, un retrato de los ultimos momentos de Ryan. Los recuerdos de Grace de esa noche estaban borrosos. Aunque ella eludia la grandilocuencia, habia tenido esa vision -ese cuadro aparentemente normal de un joven que parecia al borde de una pesadilla- en una especie de trance artistico. Grace Lawson decia que sonaba con esa noche. Segun ella, ese era el unico lugar donde existian los recuerdos.

Vespa reflexionaba.

Su casa estaba en Englewood, Nueva Jersey. En otro tiempo las residencias de la calle pertenecian a familias de rancio abolengo. Ahora Eddie Murphy vivia al final de la calle. Un famoso delantero de los Nets de Nueva Jersey vivia dos casas mas abajo. La finca de Vespa, antano propiedad de un Vanderbilt, era amplia y estaba aislada. En 1988, Sharon, su ex mujer, habia tirado abajo el edificio de piedra de principios de siglo y construido algo que a ella le parecio moderno. No habia envejecido bien. La casa parecia un conjunto de cubos de cristal apilados al azar. Tenia demasiadas ventanas. En verano hacia un calor sofocante. Parecia un invernadero.

Ahora Sharon tambien se habia ido. No quiso quedarse con la casa cuando se divorciaron. En realidad no quiso quedarse con casi nada. Vespa no intento convencerla de lo contrario. Ryan habia sido su principal vinculo, muerto mas que vivo. Eso nunca fue sano.

Vespa comprobo el monitor de seguridad del camino de entrada. El sedan habia llegado.

Sharon y el habian querido mas hijos, pero no pudo ser. Vespa producia un numero reducido de espermatozoides. No se lo dijo a nadie, claro, insinuando asi sutilmente que la culpa la tenia Sharon. Aunque fuera terrible decirlo ahora, Vespa creia que si hubiese habido mas hijos, si Ryan hubiese tenido al menos un hermano, la tragedia habria sido, si no mas facil, al menos soportable. El problema con las tragedias es que uno tiene que seguir adelante. No le queda mas remedio. Por mas que quiera, no puede detenerse en mitad del camino y esperar a que amaine el temporal. Si tiene mas hijos, lo entiende enseguida. Puede que su vida se haya acabado, pero tiene que levantarse de la cama para los demas.

Dicho en terminos mas sencillos, Vespa ya no tenia ninguna razon para levantarse de la cama.

Salio y espero a que se detuviera el sedan. Cram se bajo primero, con un movil pegado a la oreja. Lo siguio Wade Larue. No parecia asustado. Parecia curiosamente en paz, contemplando los exuberantes alrededores. Cram murmuro algo a Larue -Vespa no oyo lo que dijo- y luego subio por la escalinata. Wade Larue se alejo como si se replegara.

– Tenemos un problema -dijo Cram.

Vespa espero a la vez que seguia a Wade Larue con la mirada.

– Richie no contesta por la radio.

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