– Esto tiene que ser obra de Wu.
Scott Duncan palidecia.
– Pero ?que esta pasando aqui?
– Es muy sencillo, senor Duncan. -Perlmutter se volvio hacia el-. Rocky Conwell trabajaba para Indira Khariwalla, una investigadora privada a la que usted contrato. El mismo hombre, Eric Wu, asesino a Conwell, mato a este pobre desgraciado y la ultima vez que se le vio se iba de la escuela en un coche con Grace Lawson. - Perlmutter se acerco a el-. ?Quiere contarnos usted que esta pasando?
Otro coche patrulla se detuvo de un frenazo. Salio Veronique Baltrus a toda prisa.
– Ya lo tengo.
– ?Que tienes?
– Eric Wu en
Perlmutter echo a correr. Seguro, penso. Seguro que Wu habia ido alli. Scott Duncan lo siguio. No tardaria mas de veinte minutos en llegar a Armonk.
– Llama al Departamento de Policia de Armonk -grito a Baltrus-. Diles que manden a todas las unidades disponibles de inmediato.
45
Grace espero a que el hombre saliera.
Debido a los numerosos arboles del jardin, costaba ver la casa desde la calle. Por encima asomaban chapiteles y abajo habia una espaciosa terraza. Grace vio una vieja barbacoa y una sarta de luces que parecian faroles antiguos, pero estaban viejos y gastados. Detras habia un juego de hamacas oxidadas, como ruinas de otra era. En su dia alli se habian celebrado fiestas. Vivia una familia. Gente a la que le gustaba recibir amigos. La casa daba sensacion de pueblo fantasma, como si en cualquier momento fueran a pasar por delante plantas rodadoras.
– Apague el motor.
Grace lo repaso todo otra vez: «Abre la puerta. Saca las piernas. Coge la pistola. Apunta… ?Y entonces que? ?Le digo arriba las manos? ?Le disparo en el pecho? ?Que hago?».
Giro la llave y espero a que el saliera primero. El hombre acerco la mano al tirador de la puerta. Ella se preparo. El miraba fijamente la puerta de la casa. Ella bajo un poco la mano.
?Debia intentarlo ya?
«No. Espera a que el empiece a salir. No vaciles.» La menor vacilacion y perderia la oportunidad.
El hombre se quedo inmovil con la mano en el tirador. A continuacion, se volvio, apreto el puno y golpeo a Grace con tal fuerza en las costillas inferiores que ella penso que todo el torax se le hundiria como el nido de un pajaro. Se oyo un ruido sordo y un crujido.
Sintio un estallido de dolor en el costado.
Creyo que su cuerpo entero se derrumbaria sin mas. El hombre le sujeto la cabeza con una mano y, con la otra, le recorrio el costado del torax. Detuvo el indice justo en el lugar donde acababa de golpearle, en la base del torax.
Hablo con suavidad.
– Por favor, digame de donde saco esa foto.
Grace abrio la boca pero no salio de su garganta sonido alguno. El asintio como si fuera eso lo que esperaba. La solto. Abrio la puerta y salio. Grace estaba mareada del dolor.
«La pistola -penso-. ?Coge la maldita pistola!»
Pero el ya habia rodeado el coche. Le abrio la puerta. La cogio por el cuello, con el pulgar por un lado y el indice por el otro. Apreto los puntos de presion y empezo a levantarla. Grace intento seguirlo. Al moverse, sintio un intenso dolor en las costillas. Era como si alguien le hubiera clavado un destornillador entre dos huesos y lo desplazara hacia arriba y hacia abajo.
El la saco sujeta por el cuello. Para Grace, cada paso era una nueva aventura de dolor. Intento no respirar. Cuando lo hacia, la mas ligera dilatacion de las costillas le producia la sensacion de que se le rasgaban los tendones. El hombre la arrastro hacia la casa. La puerta estaba abierta. Giro el pomo, abrio y la obligo a entrar de un empujon. Ella cayo violentamente y estuvo a punto de desmayarse.
– Por favor, digame como consiguio esa foto.
Se acerco a ella despacio. El miedo la despejo. Se apresuro a contestar.
– Fui a recoger un carrete en Photomat -empezo a explicar.
El hombre asintio como haria alguien que no escucha. Siguio acercandose. Grace continuo hablando e intento retroceder. El rostro del asiatico no expresaba nada; habria podido estar realizando cualquier tarea cotidiana, como plantar semillas, clavar un clavo, hacer un pedido, tallar madera.
Se coloco encima de ella. Grace intento forcejear, pero el era asombrosamente fuerte. La levanto lo suficiente para ponerla boca abajo. Sus costillas golpearon contra el suelo. Un dolor distinto, un dolor nuevo, la traspaso. Empezo a ver borroso. Seguian en el vestibulo. El se sento a horcajadas sobre ella. Grace lanzo patadas al aire, pero no lo alcanzo. El la inmovilizo.
Grace no podia moverse.
– Por favor, digame como consiguio la foto.
Grace sintio que las lagrimas le asomaban a los ojos, pero no se permitiria llorar. Era una estupidez. Una fantochada. Pero no lloraria. Volvio a decirlo, que habia ido a Photomat y recogido el paquete de fotos. Todavia sentado encima de ella, con las rodillas a ambos lados de la cadera, acerco el indice a la base herida del torax. Grace intento sacudirse. El encontro el punto de mayor dolor y apoyo alli la yema del dedo. Por un instante no hizo nada. Ella dio otra sacudida. Meneo la cabeza. Agito las piernas. El solo espero un segundo. Luego otro.
Y entonces hundio el dedo entre las dos costillas rotas.
Grace grito.
Volvio a preguntar con la misma voz:
– Por favor, digame como encontro esa foto.
Ahora si lloro. El espero. Grace empezo a explicar lo mismo otra vez, cambiando las palabras, esperando que sonara mas creible, mas convincente. El no dijo nada.
Volvio a apoyar el indice entre las costillas.
Fue entonces cuando sono el movil.
El hombre suspiro. Apoyo las manos en la espalda de ella y se levanto. Las costillas volvieron a quejarse. Grace oyo un gimoteo y se dio cuenta de que procedia de ella. Se obligo a contenerse. Consiguio mirar por encima del hombro. Sin apartar la mirada de ella, el saco el movil del bolsillo y lo abrio.
– Si.
Tenia una sola idea en la mente: «Coge la pistola».
El la miraba fijamente. A ella casi le dio igual. Intentar coger la pistola en ese momento habria sido un suicidio, pero sus pensamientos se reducian a uno solo: «Huye del dolor. Da igual a costa de que. Da igual el riesgo. Huye del dolor».
El hombre tenia el telefono junto a la oreja.
Emma y Max. Las caras flotaron hacia ella en una especie de nebulosa. Grace alento la vision. Y entonces ocurrio algo extrano.
Alli tumbada, todavia boca abajo, con la mejilla contra el suelo, Grace sonrio. Sonrio de verdad. No por un sentimiento de afecto maternal, aunque eso pudo ser parte de la razon, sino por un recuerdo concreto.
Cuando estaba embarazada de Emma, le dijo a Jack que queria tener un parto natural y que no deseaba tomar ningun farmaco. Jack y ella asistieron diligentemente a las clases del metodo Lamaze cada lunes por la noche durante tres meses. Practicaron las tecnicas de respiracion. Jack se sentaba detras de ella y le frotaba la