Perlmutter se pregunto que debia contarle, pero no vio ninguna razon para retener esa informacion.
– De momento sabemos que entro en una casa, agredio al propietario dejandolo temporalmente paralizado, disparo a otro hombre y creo que mato a Rocky Conwell, el hombre que seguia a Lawson.
Duncan no dijo nada.
Otros dos coches patrulla estaban ya alli. A Perlmutter eso no le gusto: coches de la policia en la escuela. Al menos habian tenido el sentido comun de no encender las sirenas. Algo era algo. Los padres que recogian a sus hijos reaccionaron de dos maneras. Algunos llevaron a los ninos al coche a toda prisa, con la mano alrededor de los hombros, como si los protegieran de los posibles disparos. Otros se dejaron llevar por la curiosidad. Caminaban con parsimonia, ajenos a todo, como si se negaran a creer que pudiera haber peligro en un entorno tan inocente.
Charlaine Swain estaba alli. Perlmutter y Duncan se acercaron a ella a paso rapido. Un joven policia de uniforme llamado Dempsey le hacia preguntas y tomaba nota. Perlmutter lo despacho y pregunto:
– ?Que ha ocurrido?
Charlaine le explico que habia ido a la escuela y buscado a Grace Lawson por lo que el, Perlmutter, le habia dicho. Y le conto que habia visto a Eric Wu con Grace.
– ?No ha habido ninguna amenaza evidente? -pregunto.
– No -contesto Charlaine.
– De modo que es posible que haya ido con el por su propia voluntad.
Charlaine Swain dirigio una rapida mirada a Scott Duncan y luego volvio a fijarla en Perlmutter.
– No, no ha ido por su propia voluntad.
– ?Como lo sabe?
– Porque Grace ha venido sola a recoger a los ninos -contesto Charlaine.
– ?Y que?
– No los habria dejado asi, sin mas, por su propia voluntad. Oiga, no he podido llamarlos en cuanto lo he visto. Ese hombre ha sido capaz de dejarme paralizada desde el otro lado del patio.
– No se si la entiendo -dijo Perlmutter.
– Si Wu ha podido hacer eso desde lejos -explico Charlaine-, imagine lo que ha sido capaz de hacerle a Grace Lawson cuando estaba al lado de ella, susurrandole al oido.
Otro agente de uniforme, llamado Jackson, se acerco corriendo a Perlmutter. Tenia los ojos desorbitados y Perlmutter se dio cuenta de que hacia un esfuerzo para no dejarse llevar por el panico. Los padres tambien lo percibieron. Se apartaron.
– Hemos encontrado algo -dijo Jackson.
– ?Que?
Se acerco mas para que nadie lo oyera.
– Una furgoneta aparcada a dos manzanas. Creo que deberia venir a ver esto.
Deberia usar la pistola ya.
Grace sentia un dolor atroz en la rodilla. Era como si le hubiera estallado una bomba en la articulacion. Tenia los ojos humedos de contener las lagrimas. Se pregunto si podria caminar cuando se detuvieran.
Miraba de reojo al hombre que le habia hecho tanto dano. Cada vez que lo hacia, veia que la observaba, todavia con esa expresion burlona. Grace intento pensar, poner en orden sus pensamientos, pero la asaltaba sin cesar el recuerdo de la mano en su rodilla.
Le habia causado ese dolor con absoluta naturalidad. Habria sido distinto si hubiese mostrado alguna emocion, cualquiera, ya fuera extasis o repulsion, pero no hubo nada de eso. Como si lastimar a alguien fuera un simple tramite burocratico. Sin el menor esfuerzo. Su fanfarronada, si podia llamarse asi, no habian sido palabras huecas: de haber querido, habria podido sacarle la rotula como el tapon de una botella.
Habian atravesado la frontera estatal y ya estaban en Nueva York. Iban por la Interestatal 287 en direccion norte, hacia el puente de Tappan Zee. Grace no se atrevio a hablar. Sus pensamientos, como es natural, volvian siempre a los ninos. Emma y Max ya debian de haber salido de la escuela. La habrian buscado. ?Los habrian llevado a la secretaria? Cora habia visto a Grace en el patio. Tambien otras madres, eso sin duda. ?Harian o dirian algo?
Todo eso era irrelevante y, sobre todo, una perdida de energia mental. Ella no podia hacer nada. Ahora debia concentrarse en lo que tenia entre manos.
«Piensa en la pistola», se dijo.
Grace intento imaginar como lo haria. Bajaria las dos manos. Se levantaria la pernera con la mano izquierda y cogeria el arma con la derecha. ?Como estaba sujeta? Grace intento recordar. Tenia una tira por encima, ?no? La habia abrochado. Esa tira sujetaba la pistola para que no se moviera. Tendria que desabrocharla. Si intentaba sacar la pistola directamente, quedaria atrapada.
«Muy bien. Acuerdate: primero tienes que desabrocharla. Luego tirar.»
Penso en cual seria el momento mas oportuno. Ese hombre era muy fuerte. Eso ya lo habia visto. Debia de estar muy habituado a la violencia. Grace tendria que esperar una oportunidad. Para empezar -y eso era evidente-, cuando diera el paso no podia estar conduciendo. Tendrian que estar en un semaforo en rojo o aparcados o… quiza le convenia esperar a salir del coche. Eso tal vez diera resultado.
En segundo lugar, tendria que distraer al hombre. La vigilaba muy atentamente. Tambien el iba armado. Llevaba un arma en el cinturon. Podria empunarla mas rapido que ella. Asi que debia asegurarse de que no la miraba, de que su atencion, de algun modo, se desviaba.
– Coja esta salida.
El cartel rezaba: Armonk. Solo habian recorrido unos cinco o seis kilometros de la 287. No iban a cruzar el puente de Tappan Zee. Grace habia pensado que tal vez el puente le daria otra oportunidad. Alli habia cabinas de peaje. Habria podido intentar escapar o hacer alguna senal al empleado, aunque dudaba que hubiese servido de algo. Si se hubiesen detenido junto a una cabina, su captor habria estado vigilandola. Seguro que habria apoyado la mano en su rodilla.
Giro a la derecha y cogio la via de salida. Volvio a repasarlo todo mentalmente. Cuanto mas lo pensaba, mas se daba cuenta de que lo mejor era esperar a llegar a su destino. Para empezar, si de verdad la llevaba a donde estaba Jack, bueno, Jack estaria alli, ?no? Eso parecia mas logico.
Pero sobre todo, cuando se detuviera el coche, los dos tendrian que salir. Si, claro, eso era obvio, pero tendria una oportunidad. El saldria por su lado. Ella por el suyo.
Esa podria ser la distraccion.
De nuevo empezo a repasarlo todo mentalmente. Abriria la puerta del coche. Al sacar las piernas, se levantaria la pernera. Tendria las piernas en el suelo y el coche la taparia. El no la veria. Si calculaba bien el tiempo, en ese momento el estaria saliendo del coche. Le daria la espalda. Entonces ella podria sacar el arma.
– Coja la proxima a la derecha -dijo el-. Y la segunda a la izquierda.
Atravesaban una poblacion que Grace no conocia. Habia mas arboles que en Kasselton. Las casas parecian mas viejas, mas vividas, mas privadas.
– Metase por ese camino de entrada. El de la tercera casa a la izquierda.
Grace sujetaba el volante con firmeza. Cogio el camino de entrada. El le ordeno que se detuviera delante de la casa.
Grace respiro hondo y espero a que el abriera la puerta y saliera.
Perlmutter nunca habia visto algo asi.
El hombre de la furgoneta, un hombre obeso con un chandal tipico de mafioso, estaba muerto. Sus ultimos momentos no habian sido agradables. Tenia el cuello plano, totalmente plano, como si una apisonadora hubiera pasado por encima de su garganta, dejando la cabeza y el torso intactos.
Daley, que nunca se quedaba sin palabras, observo:
– Un grave problema de sobrepeso. -A continuacion anadio-: Me suena su cara.
– Richie Jovan -dijo Perlmutter-. Trabaja para Carl Vespa.
– ?Vespa? -repitio Daley-. ?Esta metido en esto?
Perlmutter se encogio de hombros.