it, grapas.
Grace queria saltarse todo eso y zambullirse en las carpetas, pero tampoco estas contenian gran cosa. Dodd debia de trabajar basicamente con el ordenador. Encontro unos cuantos disquetes, sin etiqueta. A lo mejor alguno de ellos le proporcionaba una pista. Lo comprobaria en cuanto tuviera acceso a un ordenador.
En cuanto a los papeles, solo habia recortes de periodico. Articulos escritos por Bob Dodd. Grace los hojeo. Cora tenia razon. Las historias eran en su mayoria revelaciones de escasa importancia. La gente escribia una carta quejandose de algo. Bob Dodd lo investigaba. Desde luego no era el tipo de historia que podia conducir a un asesinato, pero ?quien sabia? A veces las cosas pequenas tenian grandes repercusiones.
Estaba a punto de desistir -en realidad ya habia desistido- cuando encontro la foto en el fondo. El marco estaba boca abajo. Mas por curiosidad que por otra cosa, le dio la vuelta y miro. Era una tipica foto de vacaciones. Bob Dodd y su mujer Jillian estaban en una playa, los dos sonriendo con resplandecientes dientes blancos, los dos con camisas hawaianas. Jillian era pelirroja. Tenia los ojos muy separados. Grace de pronto entendio el papel de Bob Dodd en todo aquello. No guardaba la menor relacion con el hecho de que fuera periodista.
Su mujer, Jillian Dodd, era Sheila Lambert.
Grace cerro los ojos y se froto el caballete de la nariz. A continuacion volvio a meterlo todo en el paquete. Lo puso en el asiento de atras y salio del coche. Necesitaba tiempo para pensar y recomponerlo todo.
Los cuatro miembros de Allaw: todo revertia a ellos. Sheila Lambert, ahora lo sabia Grace, se habia quedado en el pais. Se habia cambiado el nombre y casado. Jack habia huido a un pueblo de Francia. Shane Alworth estaba muerto o en paradero desconocido; tal vez, como dijo su madre, ayudaba a los pobres en Mexico. Geri Duncan habia sido asesinada.
Grace miro el reloj. El timbre sonaria en pocos minutos. Sintio la vibracion del movil en el cinturon.
– ?Diga?
– Senora Lawson, soy el capitan Perlmutter.
– Ah, capitan. ?En que puedo ayudarlo?
– Necesito hacerle unas preguntas.
– Ahora mismo estoy en la escuela, recogiendo a mis hijos.
– ?Quiere que vaya a su casa? Podemos vernos alli.
– Saldran dentro de un par de minutos. Ya pasare yo por la comisaria. -La invadio una sensacion de alivio. Esa idea descabellada de huir a Pensilvania tal vez fuera una exageracion. A lo mejor Perlmutter sabia algo. A lo mejor, con lo que ella sabia ahora sobre la foto, por fin el la creeria-. ?Le parece bien?
– Perfecto. Aqui la espero.
En cuanto Grace cerro el movil, sintio una mano en el hombro. Se volvio. La mano pertenecia al joven asiatico. Este inclino la cabeza hacia su oido.
– Tengo a su marido -susurro.
– ?Charlaine? ?Te pasa algo?
42
Era la madre popular y parlanchina. Charlaine no le hizo caso. «Bien, Charlaine, piensa», se dijo.
?Que haria la heroina tonta?, se pregunto. Hasta ese momento habia actuado de ese modo: imaginando que habria hecho la mujer desvalida… para hacer todo lo contrario.
«Vamos, vamos…»
Charlaine intento luchar contra el miedo que casi la paralizaba. No esperaba volver a ver a ese hombre. La policia lo buscaba. Eric Wu habia herido a Mike. Habia agredido a Freddy y lo habia mantenido prisionero. La policia tenia sus huellas dactilares. Sabian quien era. Volverian a meterlo en la carcel. Asi pues, ?que hacia alli?
«?Y eso que mas da, Charlaine? Haz algo.»
La respuesta no requeria muchas luces: debia llamar a la policia.
Metio la mano en el bolso y saco su Motorola. Las madres seguian ladrando como perros falderos. Charlaine abrio el movil.
Estaba sin bateria.
Tipico, y sin embargo tenia su explicacion. Lo habia usado en la persecucion. Lo habia llevado encendido durante todo ese tiempo. El telefono tenia dos anos. Al maldito aparato se le agotaba la bateria cada dos por tres. Volvio a dirigir la mirada hacia el otro extremo del patio. Eric Wu hablaba con Grace Lawson. Los dos empezaron a alejarse.
La misma mujer volvio a preguntar:
– ?Pasa algo, Charlaine?
– Necesito usar tu movil -dijo-. Ahora.
Grace se quedo mirando al hombre.
– Si me sigue, la llevare a donde esta su marido. Lo vera. Volvera dentro de una hora. Pero el timbre de la escuela sonara dentro de un minuto. Si no viene conmigo, sacare una pistola. Disparare a sus hijos. Disparare a bulto contra cualquier nino. ?Entendido?
Grace no podia hablar.
– No tiene mucho tiempo.
Recupero la voz.
– Ire con usted.
– Usted conduce. Solo tiene que caminar tranquilamente a mi lado. Le ruego que no cometa el error de intentar hacer una senal a alguien. Porque lo matare. ?Entendido?
– Si.
– Tal vez se pregunte por el hombre encargado de protegerla -prosiguio-. Le puedo asegurar que ya no interferira.
– ?Quien es usted? -pregunto Grace.
– El timbre esta a punto de sonar. -Aparto la mirada con un asomo de sonrisa en los labios-. ?Quiere que yo continue aqui cuando salgan sus hijos?
«Grita -penso Grace-. Grita como una loca y echa a correr.» Pero vio el bulto de la pistola. Vio los ojos del hombre. Eso no era ningun farol. Hablaba en serio. Era capaz de matar.
Y tenia a su marido.
Empezaron a caminar hacia su coche, uno al lado del otro, como dos amigos. Grace dirigio la mirada hacia el patio. Vio a Cora. Cora la miro con expresion de perplejidad. Grace no quiso arriesgarse. Volvio la cara.
Grace siguio andando. Llegaron a su coche. Justo cuando acababa de abrir las puertas con el mando sono el timbre.
La mujer parlanchina busco en el bolso.
– Tenemos un plan de llamadas espantoso. A veces Hal es muy tacano. Solo nos alcanza para las llamadas de la primera semana y luego tenemos que vigilar el resto del mes.
Charlaine miro a las demas mujeres. Como no queria asustarlas, intento hablar con naturalidad.
– Por favor, ?alguien puede dejarme su movil?
Tenia la mirada fija en Wu y Lawson. Ya habian cruzado la calle y estaban al lado del coche de Grace. Vio que Grace abria las puertas con un mando. Grace se detuvo junto a la puerta del conductor, Wu junto a la del acompanante. Grace Lawson no hizo el menor ademan de huir. Charlaine no le veia bien la cara, pero no parecia coaccionada.
Sono el timbre.
Todas las madres se volvieron hacia las puertas, una reaccion pavloviana, y esperaron a que salieran sus hijos.
– Toma, Charlaine.
Una de las madres, sin apartar la mirada de la puerta de la escuela, le dio su movil a Charlaine. Ella intento no cogerlo con precipitacion. Justo cuando se lo acercaba a la oreja, miro una vez mas a Grace y Wu. Se detuvo