– Estoy seguro de que Arthur Lieberman pensaba lo mismo -replico Sawyer con un tono grave.
Charles Tiedman cogio un lapiz de la mesa y lo apreto con tanta fuerza que lo partio en dos.
– Puede estar seguro de que seguire su consejo al pie de la letra.
Muy asustado, Tiedman colgo el telefono.
Sawyer se recosto en la silla y deseo poder fumarse otro cigarrillo mientras pensaba a toda maquina. Era obvio que alguien le habia estado pagando a Steven Page. Penso en un motivo: pescar a Lieberman. La pregunta que necesitaba responder ahora era: ?quien? Y despues estaba la mas importante de todas: ?quien habia matado a Steven Page? Sawyer estaba convencido, a pesar de las pruebas en contra, de que Steven Page habia sido asesinado. Cogio el telefono.
– ?Ray? Soy Lee. Quiero que llames otra vez al medico particular de Lieberman.
Capitulo 53
Bill Patterson miro el reloj del tablero de instrumentos y se desperezo. Viajaban hacia el sur, y se encontraban unas dos horas al norte de Bell Harbor. Junto a el, su esposa dormia placidamente. Habia sido un viaje mucho mas largo de lo esperado hasta el mercado. Sidney Archer estaba equivocada. No se habian detenido durante el viaje a Bell Harbor, y llegaron a la casa de la playa apenas poco antes de la tormenta. Tras dejar el equipaje en la habitacion del fondo, salieron a buscar comida antes de que empeorara la tormenta. Ya no quedaba nada en el mercado de Bell Harbor, de modo que se vieron obligados a dirigirse hacia el norte, a la tienda de comestibles mucho mas grande de Port Vista. En el trayecto de regreso, vieron cortado su camino por un camion tanque accidentado. La noche anterior la habian pasado muy incomodamente en un motel.
Patterson se volvio a mirar hacia el asiento de atras; Amy tambien dormitaba, con su pequena boca formando un circulo perfecto. Patterson observo la fuerte nevada que caia ahora e hizo una mueca. Afortunadamente, no se habia enterado de las ultimas noticias en las que se proclamaba que su hija era una fugitiva de la justicia. Ya estaba lo bastante preocupado tal como estaban las cosas. En su ansiedad, se mordio las unas hasta que le sangraron y tenia acidez de estomago. Desearia estar protegiendo ahora a Sidney, como habia hecho fielmente cuando ella no era mas que una nina. Por aquel entonces, los fantasmas y los duendes habian sido sus principales preocupaciones. Tenia que suponer que los actuales eran mucho mas peligrosos. Pero Amy, al menos, estaba con el. Que Dios se apiadara de la persona que tratara de causarle algun dano a su nieta. «Y que Dios este contigo, Sidney.»
Ray Jackson permanecio de pie, en silencio, junto a la puerta del atestado despacho de Sawyer. Tras su mesa de despacho, Lee Sawyer se hallaba inmerso en el estudio de un expediente. Delante de el, sobre el calentador, habia una jarra de cafe llena, y al lado una comida a medio consumir. Jackson no podia recordar la ultima ocasion en que aquel hombre habia fallado en su trabajo. No obstante, Sawyer habia estado recibiendo crecientes presiones, internamente, desde el director del FBI hacia abajo, de la prensa y desde la Casa Blanca hasta Capitol Hill. Demonios, si a todos les parecia tan condenadamente facil, ?por que no se echaban a la calle y trataban de resolver el caso?
– Hola, Lee.
Sawyer se sobresalto.
– Hola, Ray. Hay una jarra de cafe recien hecho en el calentador. Sirvete tu mismo.
Jackson se sirvio una taza y se sento.
– Se dice por ahi que estas soportando presiones desde arriba por este caso.
– Eso va incluido en el sueldo -replico Sawyer con un encogimiento de hombros.
– ?Quieres hablar de ello? -pregunto Jackson, acomodado en una silla, junto a el.
– ?De que hay que hablar? Muy bien, todo el mundo quiere saber quien esta detras del avion que se estrello. Yo tambien. Y tambien quiero saber un monton de cosas mas. Deseo saber, por ejemplo, quien utilizo a Joe Riker como blanco, quien mato a Steve y a Ed Page. Quiero saber quien hizo saltar por los aires a esos tres tipos de la limusina. Quiero saber donde esta Jason Archer.
– ?Y Sidney Archer?
– Si, y tambien Sidney Archer. Y no voy a descubrir nada si me dedico a escuchar a toda la gente que se presenta con un monton de preguntas y ninguna respuesta. Y hablando de eso, ?tienes alguna para mi? Me refiero a las respuestas.
Jackson se levanto y cerro la puerta del despacho de Sawyer.
– Segun su medico, Arthur Lieberman no tenia el virus del sida.
– Eso es imposible -exploto Sawyer-. Ese tipo miente.
– No lo creo asi, Lee.
– ?Por que demonios no lo crees?
– Porque me mostro el expediente medico de Lieberman. -Sawyer se reclino en la silla, atonito, y Jackson continuo-: Cuando pregunte al tipo, pense que todo iba a ser tal y como tu y yo hablamos, que su expresion nos lo diria todo, porque estaba convencido de que ese hombre no iba a ensenarme el expediente mientras no le presentara una orden judicial. Pero lo hizo, Lee. No es nada malo que su medico demuestre que Lieberman no tenia el virus. Lieberman era una especie de fanatico de la salud. Se hacia examenes medicos anuales, tomaba toda clase de medidas preventivas y se sometia a numerosos analisis. Como parte de los examenes fisicos, a Lieberman se le practicaron analisis rutinarios para detectar la presencia del sida. El medico me mostro los resultados desde 1990 hasta el pasado ano. Todos ellos eran negativos, Lee. Yo mismo lo pude comprobar.
Sidney cerro por un momento los ojos inyectados en sangre, se tumbo en la cama de sus padres y respiro profundamente. Con gran esfuerzo, tomo una decision. Saco la tarjeta del bolso y la miro fijamente durante un rato. Experimentaba la abrumadora necesidad de hablar con alguien. Y, por una serie de razones, decidio que tenia que ser con el. Se dirigio hacia donde estaba el Land Rover y marco cuidadosamente el numero.
Sawyer acababa de abrir la puerta de su apartamento cuando oyo sonar el telefono. Lo tomo, al mismo tiempo que se quitaba el abrigo.
– ?Digame?
La linea permanecio en silencio durante un momento, y Sawyer ya se disponia a colgar cuando escucho una voz procedente del otro extremo. Sawyer sujeto el telefono con las dos manos y dejo que el abrigo le cayera al suelo. Permanecio de pie, rigidamente, en medio del salon.
– ?Sidney?
– Hola -dijo la voz, tenue, pero firme.
– ?Donde esta? -pregunto Sawyer casi de forma automatica, aunque en seguida lo lamento.
– Lo siento, Lee, esto no es una leccion de geografia.
– Esta bien, esta bien. -Sawyer se sento en su gastado sillon reclinable-. No necesito saber donde esta. Pero ?se encuentra a salvo?
Sidney casi se echo a reir.
– Supongo que razonablemente a salvo, pero no es mas que una suposicion. Estoy armada, si es que eso puede suponer una diferencia. -Hizo una breve pausa, antes de anadir-: Vi las noticias en la television.
– Se que usted no les mato, Sidney.
– ?Como…?
– Solo confie en mi sobre eso.
Sidney emitio un profundo suspiro cuando el recuerdo de aquella noche horrorosa acudio de nuevo a su mente.
– Siento mucho no haberselo dicho cuando llame la otra vez. Yo… no podia hacerlo.
– Cuenteme lo que ocurrio esa noche, Sidney.
Sidney guardo silencio, debatiendo consigo misma si debia colgar o no. Sawyer percibio sus dudas.
– Sidney, no estoy en el edificio Hoover. No puedo seguir la pista de la llamada para encontrarla. Y, ademas, resulta que estoy de su parte. Puede hablar conmigo durante todo el tiempo que quiera.
– Esta bien. Es usted el unico en quien confio. ?Que quiere saber?
– Todo. Solo tiene que empezar desde el principio.
Sidney tardo unos cinco minutos en volver a contar los acontecimientos ocurridos aquella noche.