derecha, para obligar a Sidney a salirse por completo de la carretera. Mientras el Land Rover rebotaba y se balanceaba sobre el escabroso terreno, Sidney miro el velocimetro; marcaba casi ciento treinta kilometros por hora. El temor le recorrio cada uno de los nervios de su cuerpo. Estaba a punto de salirse de la carretera. Miro hacia delante. Llegaban a una pronunciada curva. Apreto el acelerador a fondo. Solo le quedaban unos pocos segundos.

– ?Mama! -grito, inclinandose todo lo que pudo por la ventanilla del conductor, al mismo tiempo que trataba de controlar el Land Rover. Respiro profundamente y volvio a gritar con toda la fuerza de sus pulmones, como si en ello le fuera la vida-: ?Mama!

Vio como su madre miraba a traves de la nieve que azotaba el coche, con los ojos abiertos y aterrorizados, y Sidney observo finalmente una expresion de reconocimiento y alivio en ellos. Su madre se volvio rapidamente hacia su padre. El Cadillac redujo inmediatamente la velocidad y permitio que Sidney regresara a la calzada, por delante de ellos. Con el rostro y el cabello cubiertos de nieve, Sidney les hizo senas con una mano para que la siguieran. Envueltos en un torbellino blanco casi cegador, los dos vehiculos avanzaron rapidamente por la carretera.

Despues de aproximadamente una hora, se alejaron de la carretera por una salida. Diez minutos mas tarde el Land Rover y el Cadillac se detuvieron en el aparcamiento de un motel. Lo primero que hizo Sidney Archer en cuanto se detuvo fue saltar de la furgoneta, echar a correr hacia el coche de sus padres, abrir la portezuela de atras y tomar a su hija entre sus brazos. Las lagrimas se deslizaban por las mejillas de Sidney, tan ferozmente como la nieve. Tomo los dedos de su dormida hija como si quisiera transmitirle la promesa de no volver a abandonarla nunca mas. Amy no tenia forma de saber lo cerca que habia estado de perder esta noche a su madre. ?Y si la hoja se hubiera desviado un par de centimetros en la otra direccion? Pero eso era algo que la pequena nunca sabria. Sidney Archer, sin embargo, lo sabia muy bien y el solo hecho de pensarlo la indujo a apretarse a su hija contra el pecho con todas las fuerzas de su cuerpo dolorosamente convulso. Bill Patterson rodeo el coche y le dio un fuerte abrazo de oso. Su cuerpo corpulento tambien temblaba despues de esta ultima pesadilla. Su esposa se les unio y formaron un pequeno circulo, abrazados estrechamente, permaneciendo todos en silencio. Aunque la nieve pronto les cubrio las ropas, no se amilanaron por ello; simplemente, se sostenian los unos a los otros.

El hombre logro sacar su vehiculo del terraplen y luego corrio hacia la casa de los Patterson, donde todo estaba en silencio. Un minuto mas tarde la casa ya no estuvo en silencio, mientras la comoda parecia alzarse lentamente del suelo y luego era arrojada violentamente hacia un lado, con ruido y astillamiento de la madera. Scales se incorporo dolorido, ayudado por su colega. El aspecto de su rostro maltrecho dejaba ver bien a las claras que Sidney Archer habia tenido mucha suerte de no hallarse ahora al alcance de sus manos asesinas. Al retroceder para recuperar su cuchillo, observo el trozo de papel que Sidney habia dejado caer: el mensaje de Jason por correo electronico. Scales lo recogio y lo estudio durante un momento. Cinco minutos mas tarde, el y su companero se dirigian hacia el coche danado. Scales tomo el telefono celular y marco un numero de marcacion rapida. Habia llegado el momento de pedir refuerzos.

Capitulo 54

A las dos y media de la madrugada, un Lee Sawyer muy agitado condujo hasta la oficina a traves de una tormenta de nieve que amenazaba con convertirse en una verdadera ventisca en el termino de unas pocas horas. Toda la costa Este era asaltada por un gran frente tormentoso invernal, que amenazaba con permanecer hasta la Navidad.

Sawyer se dirigio directamente a la sala de conferencias, donde se paso las cinco horas siguientes repasando cada uno de los aspectos del caso, desde los expedientes, hasta las notas y lo que guardaba en su memoria. El problema era que nada de todo aquello tenia mucho sentido, debido principalmente a que no estaba seguro de saber si se encontraba ante un caso o dos: Lieberman y Archer juntos, o Lieberman y Archer por separado. Realmente, a eso se reducia todo. Anoto algunos nuevos angulos del problema que se le ocurrieron, aunque ninguno de ellos le parecio muy prometedor. Luego descolgo el telefono y pidio hablar con Liz Martin, la tecnica que habia llevado a cabo el examen del Luma-lite en la limusina.

– Liz, te debo una disculpa. He permitido que este caso se me escapara un poco de las manos y te repercutiera a ti. Estaba desorientado y lo siento.

– Disculpas aceptadas -dijo Liz con voz animada-. Todos nos encontramos bajo presion. ?Que hay de nuevo?

– Necesito de tu experiencia con los ordenadores. ?Que sabes sobre sistemas de grabacion en cinta de copias de seguridad?

– Que extrano que me lo preguntes. Mi novio es abogado y el otro dia me decia que en estos precisos momentos es uno de los temas mas candentes en el sector legal.

– ?Y eso por que?

– Bueno, las copias de seguridad en cinta pueden descubrirse potencialmente en caso de litigio. Por ejemplo, un empleado escribe un memorandum de circulacion interna en la oficina donde trabaja, o envia un mensaje electronico que contiene informacion perjudicial para su empresa. Mas tarde, el empleado borra el mensaje electronico y destruye todas las copias del memorandum que haya en el disco duro. Podria parecer que todo ha desaparecido, ?verdad? Pues nada de eso, porque con las copias de seguridad grabadas, el sistema puede haberlas salvado antes de que alguien las borre. Y, segun las reglas de descubrimiento, puede que terminen en manos de la otra parte litigante. La empresa de mi novio aconseja a sus clientes que, con documentos creados mediante ordenador, si no se quiere que nadie jamas lea algo, lo mejor es no escribirlo.

– Hmm. -Sawyer revolvio los papeles que tenia delante-. Es una suerte que yo todavia prefiera la tinta invisible.

– Eso es porque eres una reliquia, Lee, aunque al menos eres una reliquia agradable.

– Esta bien, profesora Liz. Aqui tengo otra cosa para ti -dijo Sawyer, que a continuacion le leyo la contrasena-. Es una contrasena bastante bonita, ?no te parece, Liz?

– En realidad, no lo es.

– ?Que?

Esa era, en cualquier caso, la ultima respuesta que Sawyer hubiera esperado escuchar.

– No pasaria mucho tiempo antes de que alguien olvidara una parte de la misma, o la captara de modo incorrecto. Si te comunicaras oralmente con alguien, podria escucharla facilmente de modo erroneo en la transmision, transponer uno de los numeros y esa clase de cosas.

– Pero, al ser tan larga, nadie seria capaz de descifrarla, ?verdad? Creia que esa era la intencion.

– Desde luego. Pero no tienes por que utilizar todos esos numeros para conseguir ese objetivo. Diez cifras serian mas que suficientes para la mayoria de propositos. Con quince cifras eres casi invulnerable.

– En estos tiempos que corren, sin embargo, dispones de ordenadores capaces de revisar todas esas combinaciones con rapidez.

– Con quince cifras tendrias que buscar en mas de un billon de combinaciones, y la mayoria de los programas de cifrado van acompanados de una caracteristica de interrupcion en el caso de que se prueben demasiadas combinaciones al mismo tiempo. Aunque no tuviera esa caracteristica de interrupcion, hasta el ordenador mas rapido del mundo que efectuara una serie de busquedas no lograria descifrar esta contrasena debido a que la presencia y colocacion de todos esos puntos decimales hacen que el numero de combinaciones posibles sea tan elevado que no funcionaria un asalto tradicional por la fuerza bruta.

– ?Me estas diciendo…?

– Lo que quiero decir es que quien creo esa contrasena se paso con creces de la raya. Los aspectos negativos de la misma sobrepasan con mucho la necesidad imperiosa de que pueda ser descifrada. No tenia por que ser tan compleja para evitar que alguien lo hiciera. Quiza quien la preparo era un novato en cuestiones de ordenadores.

– Creo que esa persona sabia exactamente lo que estaba haciendo -dijo Sawyer con un movimiento negativo de la cabeza.

– Pues en ese caso no lo hizo solo por motivos de proteccion.

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