han cerrado La Guardia.

– Si, senora.

Jan cerro la puerta, y un par de segundos despues una luz roja se encendio en el telefono que Sidney tenia delante.

Paul Brophy saco la cinta de video y volvio a encender la television. Las voces en la pantalla resonaron en la sala. El abogado apreto el boton de sonido mudo que tiene el mando a distancia y entonces se hizo el silencio.

Sidney se apoyo el auricular contra la oreja.

– Soy Sidney Archer. ?En que puedo ayudarle?

La voz de la mujer que llamaba era un poco vacilante, pero con una calma extrana.

– Me llamo Linda Freeman. Soy de Western Airlines, senora Archer. Su oficina en Washington me dio este numero.

– ?Western? Tiene que ser un error. Tengo billete en USAir. En elpuente aereo de Nueva York a Washington. -Sidney meneo la cabeza. Un error estupido. Como si ya no tuviera bastantes problemas.

– Senora Archer, necesito confirmar si es usted la esposa de Jason W. Archer, con domicilio en el 611 Morgan Lane, Jefferson County, Virginia.

El tono de Sidney denuncio su confusion; sin embargo, la respuesta fue automatica.

– Si.

En cuanto lo dijo, se le helo todo el cuerpo.

– ?Oh, Dios mio! -La voz de Paul Brophy resono en la sala.

Sidney se volvio para mirarle. Todos tenian los ojos fijos en el televisor. Sidney se giro lentamente. No vio las palabras «Boletin especial de noticias» que se encendian y apagaban en la parte superior de la pantalla, o los subtitulos para sordos que aparecian en la parte inferior mientras el reportero narraba el tragico suceso desde el lugar de los hechos. Su mirada estaba clavada en la masa de chatarra ennegrecida y humeante que habia sido uno de los aviones de la flota de Western Airlines. La cara de George Beard aparecio en su mente. Volvio a escuchar la voz baja y confidencial. «Ha habido un accidente aereo.»

La voz en el telefono reclamo su atencion.

– Senora Archer, lamento decirle que uno de nuestros aviones ha sufrido un accidente.

Sidney Archer no escucho nada mas. Bajo la mano muy despacio. Abrio los dedos sin darse cuenta y el auricular cayo sobre la alfombra.

En el exterior, la nieve continuaba cayendo con tanta fuerza que recordaba la lluvia de confeti en los famosos desfiles de la ciudad. El viento helado sacudio los cristales del ventanal mientras Sidney Archer contemplaba incredula el crater que contenia los restos del vuelo 3223.

Capitulo 8

Un hombre de pelo oscuro, con un hoyuelo en la barbilla y mejillas rubicundas, vestido con un traje elegante y que se presento a si mismo con el nombre de William, recibio a Jason Archer a la salida del aeropuerto de Seattle. Ambos intercambiaron un par de frases compuestas con palabras en apariencia arbitrarias. Intercambiado el santo y sena los dos hombres se alejaron juntos. Mientras William iba a buscar el coche, Jason aprovecho la oportunidad para echar un sobre acolchado en el buzon de correos instalado a la derecha de la salida. En el sobre iba la copia del disquete que el habia hecho antes de salir de su casa.

Jason fue escoltado rapidamente hasta una limusina que habia aparcada junto al bordillo a una senal de William. En el interior del coche, William le presento las credenciales donde figuraba su nombre verdadero: Anthony DePazza. Charlaron unos momentos mientras se acomodaban en los mullidos asientos. Conducia el coche otro hombre vestido de marron. Durante el viaje, DePazza le dijo a Jason que ya podia quitarse la peluca y el bigote, cosa que el hizo de inmediato.

Jason mantenia la cartera sobre las rodillas. De vez en cuando, DePazza le echaba una ojeada y despues continuaba mirando a traves de la ventanilla. Si Jason se hubiera fijado con un poco mas de atencion, habria visto el bulto y el ocasional destello metalico debajo de la chaqueta de DePazza. La pistola Glock M17 del calibre 9 mm era un arma terrible. El conductor llevaba la misma pistola. Sin embargo, aunque Jason hubiese visto las armas no se hubiera sorprendido; daba por hecho que irian armados.

La limusina dejo atras Puget Sound y siguio en direccion al este. Jason miro a traves de la ventanilla oscura. Estaba nublado, y las gotas de lluvia se estrellaban contra los cristales. Aunque sus conocimientos meteorologicos no eran muchos, Jason sabia que este era el clima habitual de Seattle.

Media hora despues, la limusina llego a su destino: un grupo de naves al que se accedia por un porton electrico donde habia apostado un guardia.

Jason miro intranquilo el lugar, pero no dijo nada. Le habian advertido de que el punto de encuentro podia ser poco habitual. Entraron con la limusina en una de las naves a traves de una puerta metalica que se levanto automaticamente cuando se acerco el vehiculo. Al bajarse del coche, Jason vio que la puerta se volvia a cerrar. La iluminacion provenia de dos lamparas bastante sucias colgadas del techo. Habia una escalera al fondo de la nave. Los hombres le indicaron con un gesto que los siguiera. Jason miro a su alrededor cada vez mas inquieto. Domino la inquietud, inspiro con fuerza y camino hacia la escalera.

Una vez arriba, entraron en un cuarto pequeno sin ventanas. El conductor espero fuera. DePazza encendio la luz. Jason, echo un vistazo al mobiliario, que consistia en una mesa plegable, un par de sillas y un archivador metalico destartalado y con agujeros causados por el oxido.

Jason no sabia que una camara de vigilancia, activada en el momento en que se encendio la luz, filmaba todo lo que sucedia en el cuarto a traves de uno de los agujeros del archivador.

DePazza se sento en una de las sillas y le senalo a Jason la otra.

– No tardaremos mucho -comento DePazza en un tono amistoso. Saco un cigarrillo del paquete y le ofrecio otro a Jason, que meneo la cabeza-. Recuerdelo, Jason, no diga nada. Solo quieren lo que hay en esa cartera. No hace falta complicar las cosas. ?Vale?

Jason asintio.

Antes de que DePazza pudiera encender el cigarrillo, se oyeron tres golpes rapidos en la puerta. Jason se levanto, y lo mismo hizo DePazza, que se apresuro a guardar el cigarrillo y abrio la puerta. En el umbral aparecio un hombre de baja estatura, pelo cano, con el rostro bronceado y lleno de arrugas. Detras de el habia otros dos hombres, vestidos con trajes baratos y con gafas de sol a pesar de la poca luz ambiente. Ambos parecian rondar los cuarenta anos.

El hombre mayor miro a DePazza, que a su vez senalo a Jason. El desconocido le observo con una mirada penetrante. De pronto Jason se dio cuenta de que estaba banado en sudor, aunque no habia calefaccion y la temperatura rondaba los cinco grados centigrados.

Jason desvio la mirada a DePazza, que asintio. Sin perder un segundo entrego la cartera. El hombre abrio la cartera, reviso por encima el contenido, y se tomo unos momentos para leer un documento. Los otros dos tambien leyeron el papel y sonrieron. El hombre mayor sonrio complacido. Guardo el documento en su sitio, cerro la cartera y se la alcanzo a uno de sus hombres. El otro le entrego una maleta de metal plateado, que el retuvo un instante antes de darsela a Jason. La maleta tenia una cerradura electronica.

El subito rugido de un avion que volo sobre la nave hizo que todos miraran hacia arriba. Parecia como si el avion fuese a aterrizar sobre el edificio. Al cabo de unos momentos el aparato se alejo y volvio el silencio.

El hombre mayor, sin dejar de sonreir, se dio la vuelta, y la puerta se cerro detras de los tres desconocidos.

Jason solto el aliento poco a poco.

Esperaron en silencio durante un minuto y entonces DePazza abrio la puerta y le indico a Jason que saliera. DePazza y el conductor le siguieron. Apagaron las luces y la camara de vigilancia dejo de funcionar.

Jason entro en la limusina con la maleta bien sujeta. Pesaba bastante. Se volvio hacia DePazza.

– No esperaba que fuera asi.

– Que mas da. -DePazza encogio los hombros-. La cuestion es que ha sido un exito.

– Si, pero ?por que no pude decir nada?

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