furia y despues de profundo desprecio, emociones que el nunca habia sentido en medio de una ejecucion. Abrio mucho los ojos mientras observaba el dedo que oprimia el gatillo. Movio los labios para decir algo, quizas una maldicion, pero no llego a pronunciarla, porque la bala le destrozo el cerebro. Se bamboleo por la fuerza del impacto y despues cayo de bruces sobre la mesa. El asesino arrojo el cuerpo en el pequeno espacio entre la cama y la pared, y a continuacion descargo las once balas restantes contra el torso desnudo. Aunque el corazon de la victima ya no bombeaba, manchas de sangre oscura aparecieron en cada uno de los orificios como minusculos pozos de petroleo. Agotada la municion, el hombre arrojo la pistola junto al cadaver.

El asesino salio sin prisas de la habitacion, sin olvidarse de recoger la bolsa de cuero con los nuevos documentos de identidad del muerto. En el vestibulo, se acerco al termostato y puso el aire acondicionado a frio maximo. Diez segundos mas tarde habia abandonado la casa. El apartamento quedo en silencio. En el dormitorio, la sangre empapaba la moqueta beige. La cuenta corriente estaria cerrada y sin fondos dentro de unas horas. Su titular ya no necesitaria el dinero.

Eran las siete de la manana y en el exterior todavia estaba oscuro. En la cocina, Sidney Archer estaba sentada ante la mesa, vestida con una bata vieja. Cerro los ojos y una vez mas intento creer que todo era una pesadilla, que su marido seguia vivo y que, en cualquier momento, entraria en la casa con una sonrisa en el rostro, un regalo para su hija debajo del brazo y ansioso por darle un beso muy largo a su esposa.

Pero cuando abrio los ojos nada habia cambiado. Sidney miro la hora. Amy no tardaria en despertarse. Sidney acababa de hablar por telefono con sus padres. Vendrian a las nueve para llevarse a la pequena a su casa en Hanover, Virginia, donde se quedaria unos dias mientras Sidney intentaba reorientarse. Le aterraba pensar que dentro de algunos anos tendria que explicarle la catastrofe a su hija, tener que revivir el horror que sentia ahora. ?Como le diria que su padre habia muerto sin otro motivo aparente que el de un avion que habia hecho lo impensable, que habia destrozado casi a doscientas vidas en el proceso, incluido el hombre que la habia engendrado?

Los padres de Jason habian muerto hacia anos. Hijo unico, habia adoptado a la familia de Sidney como la propia, y ellos le habian aceptado felices. Los dos hermanos mayores de Sidney la habian llamado para ofrecerle ayuda y consuelo sin disimular sus lagrimas.

Western le habia ofrecido a Sidney transporte gratuito hasta la pequena ciudad cercana al lugar del accidente, pero ella lo habia rechazado. No se veia con fuerzas para estar con los familiares de las demas victimas. Se los imaginaba subiendo a los grandes autocares grises, mudos, sin mirarse, exhaustos, temblorosos, con los nervios deshechos por la terrible conmocion. Enfrentarse a los sentimientos de rechazo, dolor y afliccion ya era bastante terrible como para encima estar rodeada de gente desconocida que pasaba por el mismo trance. Ahora mismo, el consuelo de estar con personas en la misma situacion no le resultaba nada atractivo.

Subio al piso de arriba, recorrio el pasillo y se detuvo delante del dormitorio. Se entreabrio la puerta cuando se apoyo en ella. Echo una ojeada a la habitacion, a todos los objetos familiares, cada uno poseedor de una historia propia; recuerdos ligados intimamente a su vida con Jason. Por fin miro la cama, escenario de tanto placer. Le resultaba imposible creer que aquel encuentro en la madrugada, antes de que el abordara el avion, seria el ultimo.

Cerro la puerta sin hacer ruido y se dirigio al cuarto de Amy. La respiracion serena de la pequena la consolo. Sidney se sento en la mecedora de mimbre junto a la cama. Hacia poco que Jason y ella habian conseguido que la nina abandonara la cuna. El esfuerzo habia requerido muchas noches de dormir en el suelo junto a Amy hasta que se acostumbro.

Mientras se mecia lentamente en el sillon, Sidney contemplo a su hija, el pelo rubio enredado, los pies abrigados con calcetines gruesos que asomaban por debajo de las mantas. A las siete y media, un gritito escapo de los labios de Amy y la nina se sento bruscamente, con los ojos cerrados como un polluelo. En menos de un segundo, la madre cogio a la hija en brazos y la acuno hasta que Amy se desperto del todo.

Sidney bano, a la nina, le seco el pelo, la vistio con ropa de abrigo y la ayudo a bajar las escaleras hasta la cocina. Sidney se dedico a preparar el desayuno mientras Amy iba a la sala para jugar con los juguetes que se amontonaban en una esquina de la habitacion. Sidney abrio la alacena y en un gesto automatico saco dos tazas. Se detuvo cuando estaba a punto de coger la cafetera y se balanceo sobre la punta de los pies. Se mordio el labio hasta que consiguio dominar el deseo de gritar. Sentia como si alguien la hubiese cortado por la mitad. Volvio a dejar una de las tazas en la alacena, y se llevo el cafe y un bol con papilla de avena a la mesa.

Miro hacia la sala. «Amy, Amy, carino, es hora de desayunar.» Su voz era poco mas que un susurro. Se ahogaba; todo su cuerpo parecia haberse convertido en un inmenso dolor. La nina entro en la cocina como una bala. La velocidad normal de Amy era casi la velocidad maxima de los demas ninos. Traia consigo un tigre de peluche y una foto enmarcada. Mientras corria hacia su madre, su rostro estaba animado y brillante, con el pelo todavia un poco humedo, liso por arriba y con rizos en las puntas.

Sidney se quedo sin respiracion cuando Amy le mostro la foto de Jason. La habian sacado el mes pasado. El habia estado trabajando en el patio. Amy se habia acercado para rociarlo con la manguera. Padre e hija habian acabado revolcandose en una montana de hojas rojas, naranjas y amarillas.

– ?Papa? -El rostro de Amy mostro una expresion ansiosa.

Jason iba a estar tres dias fuera de la ciudad, asi que Sidney se habia preparado para explicarle a la pequena la ausencia del padre. Ahora tres dias parecian tres segundos. Se armo de valor mientras le sonreia.

– Papaito no esta, carino -dijo, sin poder dominar el temblor en la voz-. Ahora estamos tu y yo solas, ?vale? ?Tienes hambre? ?Quieres comer?

– ?Papa? ?Papa trabajo? -insistio Amy con un dedo regordete apoyado en la foto. Sidney levanto a la nina y la sento en la falda.

– ?Sabes a quienes veras hoy?

En el rostro de Amy aparecio una expresion expectante.

– Abuelos y Mimi.

La boca de la nina formo un ovalo y despues sonrio. Asintio entusiasmada y lanzo un beso hacia la nevera, donde habia una foto de los abuelos sujeta a la puerta con un iman.

– Abuelos y Mimi.

Sidney quito con cuidado la foto de Jason de la mano de Amy y le acerco el bol con la papilla de avena.

– Ahora tienes que comer antes de marcharte, ?de acuerdo? Tienen miel y mantequilla como a ti te gusta.

– Me la comere, me la comere. -Amy se puso de pie sobre la falda de la madre y de alli paso a la trona. Empuno la cuchara y la sumergio hambrienta en la papilla.

Con un suspiro, Sidney se cubrio los ojos. Intento dominar el cuerpo pero los sollozos la hicieron estremecer. Por fin, abandono la cocina llevandose la foto. Corrio escaleras arriba, entro en el dormitorio, guardo la foto en el cajon superior de la comoda para despues arrojarse sobre la cama y echarse a llorar con el rostro apretado contra la almohada.

Pasaron cinco minutos de llanto ininterrumpido. Por lo general, Sidney controlaba los movimientos de Amy por la casa con la precision de un radar. Esta vez no se entero de la presencia de la nina hasta que sintio la manita que le tiraba del brazo. Amy se habia acostado junto a la madre, con la cara hundida en el hombro de Sidney.

Amy vio las lagrimas y gimio: «Buu, buu, buu…», mientras las tocaba. Sujeto el rostro de la madre entre sus manitas y comenzo a llorar mientras se esforzaba por formar las palabras. «?Mamita, triste?» Unieron las caras y se mezclaron las lagrimas. Despues de un rato, Sidney se rehizo, abrazo a la nina y la acuno. Amy tenia un resto de papilla pegado al labio. Sidney se maldijo por no saber controlarse, por haber hecho llorar a su hija, pero nunca antes habia experimentado una emocion tan fuerte.

Por fin, cesaron los espasmos. Sidney se froto los ojos por enesima vez y comprobo que ya no le quedaban mas lagrimas. Al cabo de unos minutos, llevo a la nina al bano, le limpio la cara y le dio un beso.

– Se acabo, carino, mama ya esta bien. Basta de llorar.

Sidney recogio unos cuantos juguetes de la banera para Amy, y mientras la nina se entretenia, aprovecho para darse una ducha y cambiarse. Se vistio con una falda larga y un jersey de cuello alto.

Los padres de Sidney se presentaron puntualmente a las nueve. La maleta de Amy ya estaba preparada y la nina lista para la marcha. Caminaron hasta el coche. El padre de Sidney llevaba la maleta de Amy y la nina iba de la mano de su abuela.

Bill Patterson paso un brazo robusto por los hombros de su hija. Los ojos hundidos y la espalda un tanto

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