El magnate le arrojo el periodico, y ella, aunque apenas podia mantenerse en pie, lo cogio al vuelo. Un segundo despues, se habia marchado.

Sidney entro en el garaje y oyo el ruido de la puerta automatica al cerrarse. Temblaba de un modo convulso y le costaba trabajo respirar a causa del llanto. Fue a coger el periodico y entonces vio la mitad inferior de la portada. Sufrio otra conmocion, y esta mezclada con un componente muy claro de miedo incontrolable.

La fotografia del hombre era de hacia unos anos, pero el rostro era inconfundible. Ahora conocio su nombre: Edward Page. Habia sido investigador privado en la ciudad durante cinco anos despues de haber pasado diez como agente de la policia neoyorquina. Habia sido el fundador y unico empleado de Private Solutions. Page habia sido la victima mortal de un robo en el aparcamiento del aeropuerto Nacional. Divorciado, dejaba atras dos hijos.

Los ojos conocidos la contemplaron desde las profundidades de la pagina, y un estremecimiento helado le recorrio todo el cuerpo. Para ella era evidente que la muerte de Page no era obra de un ladron que buscaba tarjetas de credito y unos cuantos dolares. Unos pocos minutos despues de hablar con ella, el hombre estaba muerto. Tenia que ser muy tonta para atribuir el asesinato a una coincidencia. Salio del Ford y entro corriendo en la casa.

Saco la brillante Smith amp; Wesson Slim Nine niquelada que guardaba en una caja metalica dentro del armario del dormitorio y se apresuro a cargarla. Las balas HydraShok de punta hueca serian muy efectivas contra cualquiera que intentara atacarla. Saco el billetero. El permiso para llevar armas estaba vigente.

En el momento en que devolvia la caja a su sitio, en el estante superior del armario, el arma se le cayo del bolsillo y golpeo contra el borde de la mesita de noche antes de aterrizar sobre la alfombra. Gracias a Dios tenia el seguro puesto. Al recogerla, advirtio que se habia saltado un trocito del plastico de la culata, pero todo lo demas estaba intacto. Pistola en mano, volvio al garaje y subio al Ford.

De pronto se quedo inmovil. Acababa de oir un ruido procedente de la casa. Quito el seguro del arma y apunto hacia la puerta interior. Con la otra mano intento meter la llave de contacto. Con las prisas, se corto un dedo con una de las llaves. Apreto el boton del mando a distancia colocado en la visera. Su corazon parecia estar a punto de estallar mientras esperaba que la puerta acabara de subir. Mantuvo la mirada en la puerta interior, atenta a que se abriera en cualquier momento.

Recordo los detalles del articulo sobre el asesinato de Edward Page. Habia dejado dos hijos. Su rostro perdio todo el color. No dejaria a su ninita sin madre. Empuno con fuerza la culata del arma. Apreto el boton colocado en el reposabrazos de la puerta y bajo la ventanilla del pasajero. Ahora disponia de una linea de tiro despejada hacia la puerta interior. Nunca habia utilizado el arma para disparar contra otra cosa excepto las dianas de practica. Pero haria todo lo posible por matar a aquel que cruzara la puerta.

No vio al hombre que se agacho para pasar por la abertura de la puerta del garaje que continuaba subiendo. El hombre se acerco sin perder un segundo a la puerta del conductor, con un arma en la mano. En aquel instante, la puerta interior comenzo a abrirse. Sidney apreto con tanta fuerza la culata que las venas se le marcaron en el dorso de las manos. El dedo indice tiro suavemente del gatillo.

– ?Por amor de Dios, senora! ?Bajela, ahora! -grito el hombre que estaba junto al Ford, con el arma apuntada a traves de la ventanilla a la sien izquierda de Sidney.

La muchacha volvio la cabeza y se encontro con el agente Ray Jackson. De pronto, la puerta interior se abrio de golpe y se estrello contra la pared. Sidney volvio a mirar en aquella direccion y vio cruzar por la abertura el corpachon de Lee Sawyer, que trazaba grandes arcos con la pistola apuntando a los vehiculos.

Ray Jackson, con la pistola preparada, abrio la puerta del Ford y miro a Sidney y al arma que habia estado a un punto de abrirle un agujero en el cuerpo de su companero.

– ?Se ha vuelto loca? -exclamo Jackson.

El agente tendio una mano por encima de la falda de Sidney, cogio el arma y le coloco el seguro. Sidney no hizo nada por impedirlo, pero entonces una expresion de furia ilumino su rostro.

– ?Como se les ocurre entrar en mi casa sin avisar? Podria haber disparado contra usted.

Lee Sawyer guardo su pistola en la cartuchera y se aproximo al vehiculo.

– La puerta principal estaba abierta, senora Archer. Creimos que le habia pasado algo cuando no respondio a nuestra llamada.

La sinceridad en el tono apaciguo en el acto la furia de Sidney. Habia dejado la puerta abierta cuando corrio a atender la llamada de su padre. Hizo un esfuerzo para no vomitar. Tenia el cuerpo empapado en sudor. Se estremecio cuando un viento helado se colo en el garaje por la puerta abierta.

– ?Va a alguna parte? -Sawyer miro al vehiculo y despues a la mujer que estaba sentada al volante, con una expresion del mas total desconsuelo.

– Solo iba a dar una vuelta -contesto Sidney con voz debil. No se atrevio a mirar al agente. Paso las manos por el volante. El sudor de las palmas brillo sobre la superficie acolchada.

– ?Siempre lleva la correspondencia en el asiento del pasajero? -pregunto Sawyer al ver el monton de sobres.

– No se como llego aqui. Supongo que los dejaria mi padre antes de marcharse.

– Eso es. Inmediatamente despues de que usted se marchara. Por cierto, ?que tal el viaje a Nueva Orleans? ?Se lo paso bien?

Sidney miro al hombre con ojos apagados. Sawyer la sujeto por el codo.

– Usted y yo tenemos que hablar, senora Archer.

Capitulo 39

Antes de salir del coche, Sidney recogio la correspondencia y se metio el Post debajo del brazo. Fuera de la vista de los agentes, se guardo el disquete en un bolsillo. Se apeo del Ford y miro la pistola que Jackson le habia confiscado.

– Tengo permiso para llevar armas -dijo, y se lo mostro.

– ?Le importa si la descargo antes de devolversela?

– Si asi se siente mas seguro… -replico ella. Apreto el boton para cerrar la puerta del garaje, cerro la puerta del coche y se encamino hacia la casa-. Pero no se olvide de dejar las balas.

Jackson la miro asombrado mientras los dos agentes la seguian.

– ?Quieren tomar cafe? ?Comer alguna cosa? Todavia es muy temprano -dijo Sidney con un tono acusador.

– Un cafe no nos vendra mal -respondio Sawyer, sin hacer caso del tono. Jackson se limito a asentir.

Sidney se ocupo de servir el cafe, y Sawyer aprovecho la oportunidad para observarla. El pelo rubio sin lavar le enmarcaba el rostro carente de maquillaje y que se veia mas tenso y macilento que en su visita anterior. Las prendas le quedaban un poco holgadas por la perdida de peso. Sin embargo, los ojos verdes no habian perdido ni una pizca de encanto. Advirtio el leve temblor de las manos mientras manejaba la cafetera. Era obvio que estaba en el limite. Reconocio a reganadientes que la mujer se enfrentaba de una manera admirable a una pesadilla que cada dia se hacia mas grande. Pero todo el mundo tenia un limite. Esperaba saber cual era el de Sidney antes de que se acabara este caso.

Sidney puso las tazas en una bandeja junto con el azucar y la leche. De la panera saco un surtido de bollos, madalenas y rosquillas. Cogio la bandeja y la dejo en el centro de la mesa de la cocina. Dejo que los agentes se sirvieran a su gusto y mordisqueo una rosquilla.

– Buenas madalenas. Gracias. Por cierto, ?siempre va armada? -Sawyer la miro, atento a la respuesta.

– Ha habido algunos robos en el vecindario. He tomado clases para aprender a usarla. Ademas, estoy habituada a las armas. Mi padre y mi hermano mayor, Kenny, estuvieron en el cuerpo de Marines. Tambien son grandes cazadores. Kenny posee una magnifica coleccion de armas. Cuando era una adolescente, mi padre me llevaba al tiro al plato y al blanco. He disparado con toda clase de armas y son muy buena tiradora.

– Sostenia la pipa muy bien en el garaje -comento Jackson. Vio el desperfecto en la culata-. Espero que no se le haya caido cuanto estaba cargada.

– Soy muy cuidadosa con las armas de fuego, senor Jackson, pero gracias por su preocupacion.

Jackson miro la pistola una vez mas antes de acercarsela junto con el cargador.

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