– ?Quizas nosotros seamos una excepcion? -inquirio Zernov-. ?Quizas nos regalen la coexistencia? ?No lo crees?

Notaba ahora la diferencia que existia entre ambos. Uno hablaba tranquilamente, sin perder la calma; el otro, por el contrario, tenia un volcan interior, una tension inefable. Hasta sus labios temblaban como si le fuera dificil decir todo lo que su mente estaba pensando.

– Ni tu mismo lo crees -respondio el-. Nosotros fuimos creados para un experimento y seremos eliminados como productos del experimento. ?Por que? Nadie lo sabe, ni ustedes ni nosotros. Recuerdo el relato de Anojin a traves de tu memoria o de nuestra memoria comun. -El me miro y senti un escalofrio al encontrar esa mirada tan familiar-. Guando la nube empezo a descender, Anojin le propuso a su doble huir. El doble se opuso: 'No puedo', dijo, 'algo me ordena quedarme'. A poco regreso a la cabina, para morir. Lo vimos con nuestros propios ojos. La diferencia que existe entre nosotros consiste en que tu puedes levantarte y huir, y yo no puedo hacerlo. Algo me ha ordenado ya no moverme.

Zernov le extendio una mano, pero esta se detuvo ante un obstaculo invisible.

– Es inutil -dijo el doble sonriendose con tristeza-. El campo -yo uso una terminologia comprensible para ustedes y para mi, pues ninguno de nosotros conoce otra-, el campo, repito, ha sido ya creado. Me encuentro en el como dentro de una escafandra.

Un individuo sentado a su lado trato tambien de tocarle, pero no pudo: su mano choco contra una barrera de aire comprimido tan solida como una pared.

– Es horrible conocer su propio fin y no poder evitarlo -afirmo el doble-. Porque, a pesar de todo, yo soy una persona y no una biomasa. ?Como quisiera vivir…!

Un silencio horrible aplasto la sala. Alguien respiraba con dificultad como un asmatico; otro se cubria los ojos con la mano. El almirante Thompson se quito las gafas.

Yo cerre los ojos.

La mano de Martin que descansaba sobre mi rodilla se contrajo convulsa.

– Look up! -grito este.

Mire hacia arriba y quede pasmado por el terror: un tentaculo color violeta de pulsaciones lentas bajaba firme e impasible desde el techo en direccion al Zernov de sueter verde, quien permanecia inmovil en su silla. El tentaculo se ensancho burbujeando, adquirio la forma de una campana y cubrio al hombre que se encontraba debajo de su boca. Un minuto mas tarde vimos una especie de estalactita de jalea violeta unirse a la estalagmita que ascendia a su encuentro. La base de la estalagmita descansaba sobre la tribuna junto a la mesa; la estalactita se infiltraba a traves del techo pasando por los tres metros de nieve cristalina que cubrian a este. En otro medio minuto, el borde espumoso de la campana doblose hacia arriba, mostrandonos su vacia garganta rosada y en la cual no vimos ni la silla ni al hombre. Un minuto mas y la espuma violeta se fue a traves del techo, como algo inmaterial, sin danar siquiera el plastico o su aislamiento termico.

– Eso es todo -concluyo Zernov levantandose-. Finis, como solian decir los antiguos romanos.

Segunda parte: La creacion del mundo

Capitulo 9 – El fin del 'Titanic'

En Moscu no tuve suerte, porque yo que habia soportado el gelido invierno antartico sin estornudar ni una sola vez, a pesar de los sesenta grados bajo cero, me enferme ahora en un otono templado que apenas hacia descender hasta cero el termometro colocado fuera de mi ventana. El medico me habia asegurado que el proximo martes estaria en perfecto estado de salud, sin embargo, el domingo por la manana yo continuaba acostado en mi cama sin poder levantarme, con la espalda forrada de sinapismos e impotente incluso para bajar al buzon por los periodicos. Anatoli Diachuk, mi primer visitante en esta manana dominical, me los trajo. Despues de regresar de Mirni, Anatoli retorno al Instituto de Meteorologia, a sus mapas y ciclones, y no tomaba parte ahora en el alboroto que se habia producido con relacion a las 'nubes' rosadas. Sin embargo, pese a ese alejamiento temporal de Anatoli, me senti sinceramente alegre al verle entrar en mi habitacion. Las vicisitudes que juntos habiamos pasado un mes atras seguian palpitando aun en nuestra memoria. Ademas, Anatoli poseia la cualidad de ser un visitante complaciente y comodo. Uno podia permanecer en silencio total frente a el y pensar en sus propios problemas sin correr el riesgo de ofenderlo. Por otra parte, las bromas y exageraciones de Anatoli no ofendian nunca al dueno de casa. Se arrellano comodamente en el sillon colocado junto a la ventana y comenzo a tararear al son de la guitarra una musica de su propia inspiracion, en tanto que el dueno de casa yacia en la cama soportando las 'delicias' de los sinapismos y pensando en el ultimo dia transcurrido en Mirni, cuando, junto con Konstantin Ozhogin, probabamos el helicoptero nuevo que acababamos de recibir de Moscu.

Ozhogin habia arribado a Mirni con un grupo nuevo de invernantes y tenia una idea muy superficial sobre las 'nubes' rosadas. Nuestro primer encuentro tuvo lugar el dia aquel en que el insistio en que le mostrase aunque fuera algunos cuadros de la pelicula. Le proyecte la pelicula hasta el final. Me respondio con una invitacion para probar el helicoptero nuevo en un vuelo sobre la costa. A la manana siguiente -mi ultima en Mirni- llego por mi y me comunico 'en secreto' una cosa 'muy rara'. Su helicoptero habia permanecido toda la noche en el hielo a cincuenta metros de la orilla donde se encontraba atracado el barco 'Obi'. 'Ayer por la tarde' relato el 'celebrabamos nuestro arribo a Mirni. En la fiesta bebi un poco y, antes de acostarme, decidi echar una mirada a mi aparato. Y cual no fue mi sorpresa al ver dos helicopteros en vez de uno. Creyendo que el segundo habia sido probablemente descargado del barco, me fui a dormir. Empero, por la manana encontre solo un helicoptero. Cuando le pregunte al mecanico sobre el segundo, este se rio y me respondio: 'El helicoptero se te duplico a causa de la cantidad de alcohol que bebiste'. Sin embargo, yo apenas habia tomado medio vaso de vodka'.

Yo sospeche quienes habian sido los verdaderos culpables de esa duplicacion, pero no dije nada; tan solo me lleve conmigo la camara de filmar, pues el corazon me presagiaba grandes acontecimientos. Y no me equivoque. Volabamos a unos trescientos metros sobre el nivel del oceano, siguiendo su orilla helada. Divisabamos con claridad los cajones y las maquinas descargadas del barco, el baturrillo de agua y hielo junto a la orilla y los icebergs azules sobre el fondo del agua pura del oceano. El mas grande de estos se encontraba a varios kilometros de la linea de la costa, pero no flotaba ni boyaba sobre las olas, sino que se mantenia firme en el agua pegado al fondo del oceano por la parte gigantesca que se sumergia en el. Lo llamamos 'El fin del Titanic', en memoria de aquel famoso trasatlantico que se hundio al chocar contra un iceberg colosal a principios de siglo. Aunque el nuestro, probablemente, era mucho mas grande (nuestros glaciologos calcularon que tenia unos tres mil kilometros cuadrados). En direccion a el y formando en el cielo una larga fila, se dirigian los cerditos de Disney que nos eran tan familiares.

En el acto, sin esperar su aproximacion, empece a filmar. Volaban a nuestra altura y lucian un color rosado sin ninguna mancha; los de la cola asemejabanse a dirigibles. Los que encabezaban la fila tenian el aspecto de bumerangs o de alas en forma de delta de los aviones.

– ?Regresamos? -inquirio Ozhogin susurrando-. Podriamos aumentar la velocidad.

– ?Para que? -le pregunte sonriendo-. No podras huir de ellos de ningun modo.

Aunque sin tocarle apreciaba la tension de sus musculos, mas ignoraba si esto se debia al miedo o a la excitacion. Luego me pregunto:

– ?Empezaran ahora a duplicarnos?

– No, no lo haran -repuse.

– Pero, ?como lo sabes? -quiso saber intrigado-. Porque ellos han duplicado ya tu helicoptero.

– Tu mismo lo viste anoche -le respondi. Hizo mutis.

La fila ya se acercaba al iceberg. Tres 'dirigibles' rosados se detuvieron en el aire, tornandose rojos, se abrieron a modo de caliz de una amapola exenta de tallo y formaron un triangulo suspendidos en vilo sobre la isla de hielo. Los bumerangs, mientras tanto, se lanzaron en picado hacia abajo, se sumergieron en el agua a modo de peces, y sin salpicar ni chapotear, rodearon el iceberg, despidiendo solamente un vapor blanco. Por lo visto, la temperatura de esta sustancia extrana era muy diferente a la del agua. Luego todo quedo tranquilo: las 'amapolas' quedaron floreciendo sobre la isla y los bumerangs no se dejaron ver mas. Espere con paciencia que el helicoptero volara alrededor de la isla a una altura un poco inferior a la de las 'amapolas' que seguian suspendidas en el aire.

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