parecia que quiza te deseaba demasiado. Y no he sido tan dulce contigo como me habria gustado. Me cuesta aceptar que no he podido contenerme de tanto como te deseaba.
Ryan lo miro en silencio unos segundos. Luego se seco las lagrimas que le corrian por las mejillas con una mano.
– ?Querias contenerte?, ?querias frenar?
– La cuestion es que lo he intentado y no he podido. Nunca me he portado tan egoistamente con una mujer. He tenido muy poco cuidado -murmuro Pierce-. Eres muy pequena, muy fragil.
?Fragil? Ryan enarco una ceja. Nadie la habia considerado una mujer fragil nunca. En otro momento, quiza se habria echado a reir, pero en aquel instante tenia la sensacion de que solo habia una forma de tratar con un hombre como Pierce.
– Muy bien -arranco tras respirar hondo para serenarse-. Tienes dos opciones.
– ?Cuales? -pregunto sorprendido el, enarcando las cejas.
– Puedes buscarte otra habitacion o puedes llevarme a la cama y hacerme el amor otra vez -Ryan dio un paso al frente-. Ahora mismo.
– ?No tengo mas opciones? -pregunto sonriente, respondiendo a la mirada desafiante de ella.
– Supongo que podria seducirte de nuevo si te pones cabezota -dijo Ryan encogiendose de hombros-. Lo que tu prefieras.
Pierce hundio los dedos en su cabello y la acerco hacia su cuerpo.
– ?Y que tal si nos quedamos con una combinacion de las dos opciones?
– ?De que dos opciones? -respondio Ryan con recelo.
Pierce bajo la cabeza y le dio un beso suave en los labios.
– ?Que tal si yo te llevo a la cama y tu me seduces?
Ryan dejo que la levantara en brazos.
– Para que no digas que no soy una persona razonable -dijo ella mientras Pierce la llevaba al dormitorio-. Estoy dispuesta a que lleguemos a un acuerdo con tal de que me salga con la mia.
– Senorita Swan -murmuro el mientras la posaba con cuidado sobre la cama-. Me gusta su estilo.
Capitulo IX
Le dolia todo el cuerpo. Ryan suspiro, se acurruco y hundio la cabeza contra la almohada. Era una molestia placentera. Le recordaba a la noche anterior: una noche que se habia alargado hasta el alba.
Nunca habia sabido que tuviese tanta pasion que ofrecer ni tantas necesidades que satisfacer. Cada vez se habia sentido agotada, en cuerpo y alma; pero habia bastado una nueva caricia, de ella a el o viceversa, para volver a sacar fuerzas de donde no creia que pudiera haberlas y, recuperado el vigor, sentir de nuevo las exigencias del deseo.
Al final se habian quedado dormidos, abrazados el uno al otro mientras los dedos rosados del amanecer se filtraban en el dormitorio. Sumida en un agradable duermevela, dormitando a ratos y recuperando la conciencia durante unos segundos minutos despues, Ryan se giro hacia Pierce. Queria abrazarlo de nuevo.
Pero estaba sola.
Abrio los ojos despacio. Todavia adormilada, extendio la mano sobre las sabanas que habia a su lado y las encontro vacias. ?Se habia marchado?, se pregunto Ryan confundida. ?Cuanto tiempo llevaba durmiendo sola? Todo el placer del despertar se esfumo de inmediato. Ryan volvio a tocar las sabanas. No, se dijo mientras se estiraba; debia de estar en la otra habitacion de la suite. No podia haberla dejado sola.
El telefono sono, despertandola por completo del sobresalto.
– Si, ?diga? -respondio sin dar tiempo a que sonara una segunda vez. Luego se retiro el pelo de la cara al tiempo que se preguntaba por que estaria la suite tan silenciosa.
– ?Senorita Swan?
– Si, Ryan Swan al habla.
– Tiene una llamada de Bennett Swan, espere un momento.
Ryan se sento y, en un movimiento automatico, se subio la sabana hasta cubrirse los pechos. Estaba desorientada ?Que hora seria?, ?y donde, penso de nuevo, estaria Pierce?
– Ryan, ponme al dia.
?Al dia?, repitio en silencio ella, como oyendo un eco de la voz de su padre. Trato de despejarse y ordenar los pensamientos un poco.
– ?Ryan! -la apremio Bennett.
– Si, perdona.
– No tengo todo el dia
– He visto los ensayos de Pierce a diario -arranco por fin. Echaba de menos una buena taza de cafe y poder disponer de unos minutos para ponerse en marcha. Echo un vistazo a su alrededor en busca de alguna senal de Pierce-. Creo que, cuando lo veas, estaras de acuerdo en que tiene dominadas las cuestiones tecnicas y la relacion con su propio equipo. Anoche asisti al estreno: impecable. Ya hemos comentado algunas variaciones para adaptar el espectaculo a la television, pero todavia no hay ninguna decision en firme. Es posible que incorpore algun numero nuevo, pero de momento lo guarda en secreto.
– Quiero informacion mas concreta en dos semanas como mucho -dijo el-. Es posible que tengamos que cambiar las fechas. Hablalo con Atkins. Necesitamos una lista con una descripcion de los numeros que realizara y un tiempo estimado para cada uno.
– Ya se la he pedido -contesto con frialdad Ryan, irritada por la intromision de su padre en su trabajo-. Soy la encargada de la produccion -le recordo.
– Cierto -convino Bennett-. Te vere en mi despacho cuando vuelvas.
Tras oir que su padre habia colgado, Ryan dejo el auricular sobre el telefono con un suspiro de exasperacion. Habia sido la tipica conversacion con Bennett Swan. Decidio olvidarse de la llamada y se levanto de la cama. La bata de Pierce estaba doblada sobre una silla. La agarro y se la puso.
– ?Pierce? -Ryan salio al salon de la suite, pero lo encontro vacio-. ?Pierce? -lo llamo de nuevo mientras pisaba uno de los botones de la blusa que habia perdido.
Se agacho distraida a recogerlo y se lo guardo en el bolsillo de la bata mientras recorria la suite.
Vacia. Pierce no estaba por ninguna parte. Sintio una punzada en el estomago y el dolor se expandio por todo el cuerpo. La habia dejado sola. Ryan nego con la cabeza y volvio a registrar las habitaciones con incredulidad. Seguro que le habia dejada una nota en la que le explicaba por que y adonde se habia marchado. No podia haberse despertado y abandonarla sin mas, despues de la noche que habian compartido.
Pero no. habia nada. Ryan temblo. De pronto, se habia quedado fria.
Era su sino, decidio. Se acerco a la ventana y miro hacia un neon apagado. Quisiera a quien quisiera, se enamorase de quien se enamorase, los demas siempre la abandonaban. Y, sin embargo, todavia mantenia la esperanza de que alguna vez las cosas pudiesen ser de otra manera.
De pequena, habia sido su madre, una mujer joven, carinosa y con mucho estilo, la que habia seguido a Bennett Swan por todo el mundo. Solia decirle que ya era una chica grande, capaz de valerse por si misma; que volveria en un par de dias. Que acababan convirtiendose en un par de semanas, recordo Ryan. Siempre habia habido una asistenta o algun miembro del servicio domestico que habia cuidado de ella. No podia decir que le hubiese faltado comida ni ropa o que hubiese sufrido algun tipo de abuso. Simplemente, se olvidaban de ella, como si hubiese sido invisible.
Luego habia sido su padre, todo el rato corriendo de un lado para otro y yendose de casa sin apenas avisar. Por supuesto, se habia asegurado de contratar a alguna ninera fiable a la que habia pagado un sueldo generoso. Hasta que la habian metido en un barco y la habian mandado a Suiza, al mejor internado posible. Su padre siempre habia celebrado que estuviese entre las mejores alumnas.
Y tampoco le habian faltado regalos caros el dia de su cumpleanos, junto con una tarjeta remitida desde una direccion a miles de kilometros, en la que le decian que siguiera estudiando. Cosa que Ryan habia hecho, por supuesto. Jamas se habria arriesgado a desilusionar a su padre.
Nada cambiaba y todo se repetia, penso Ryan mientras se giro para mirarse al espejo. Ryan era fuerte. Ryan