era asi. Nunca habia sido asi con ninguna mujer. Hasta Ryan. La atraccion era demasiado potente como para resistirla.
– Dilo otra vez -le exigio, levantando la cabeza para poder mirarla.
Ryan abrio los ojos despacio. Estaba embriagada de amor, saciada de placer.
?El que?
Pierce la beso de nuevo, primero con ansiedad, luego mas sereno, pero extrayendo hasta la ultima gota del nectar de sus labios. Cuando se aparto, tenia los ojos brumosos de deseo.
– Dime que eres mia, Ryan.
– Soy tuya -murmuro antes de cerrar los ojos de nuevo-. Tanto tiempo como quieras -anadio entre bostezos.
Pierce fruncio el ceno e hizo intencion de hablar, pero se paro al ver que Ryan se habia quedado dormida. Respiraba tranquila y relajada. Pierce se echo a un lado de la cama, se tumbo junto a ella y la abrazo.
Esa vez esperaria a su lado hasta que despertase.
Capitulo X
Ryan nunca habia tenido la sensacion de que el tiempo pasara a una velocidad tan vertiginosa. Deberia haberse alegrado de que fuera asi. Cuando terminaran las actuaciones de Pierce en Las Vegas, podrian empezar a trabajar en los especiales para la television. Estaba ansiosa de ponerse manos a la obra con esos programas, tanto por ella como por el. Sabia que podria suponer un punto de inflexion en su carrera dentro de Producciones Swan.
Aun asi, no podia evitar desear que las horas no se fueran volando y pasasen mas despacio. Las Vegas tenia algo especial: los casinos relucientes, las calles ruidosas, la falta de relojes… Alli, en medio de aquella ciudad magica, le parecia natural amar a Pierce, compartir la vida que el vivia. Y no estaba segura de que fuese a resultarle igual de sencillo una vez regresaran a la pragmatica realidad de Los Angeles.
Los dos estaban viviendo al dia. En ningun momento habian hablado del futuro. El arranque de posesividad de Pierce no se habia repetido y Ryan se preguntaba por que. Casi creia que habia sonado con aquel ruego profundo e insistente: “Dime que eres mia”.
Nunca habia vuelto a pedirselo ni le habia dedicado palabras de amor. Era atento, a veces en exceso, con palabras, gestos y miradas. Pero no parecia totalmente relajado. Como tampoco se sentia tranquila Ryan. Confiar no era tarea facil para ninguno de los dos.
La noche de la ultima actuacion Ryan se vistio con esmero. Queria que fuese una velada especial. Champana, decidio mientras se metia en un vestido vaporoso con un arco iris de matices. Llamaria al servicio de habitaciones y pediria que subieran champan a la suite despues del espectaculo. Tenian una ultima y larga noche para disfrutar juntos antes de que el idilio finalizase.
Ryan se examino con atencion en el espejo. El vestido tenia transparencias y era mucho mas atrevido, advirtio, de lo que solia ser su estilo. Pierce diria que era mas propio de Ryan que de la senorita Swan, penso y sonrio. Tendria razon, como siempre. En ese momento, no se sentia en absoluto como la senorita Swan. Ya habria tiempo de sobra a partir del dia siguiente para los trajes de negocios.
Se echo unas gotitas de perfume en las munecas y luego otra mas al hueco entre ambos pechos.
– Ryan, si quieres que cenemos antes de la actuacion, vas a tener que darte prisa. Son casi… -Pierce enmudecio al entrar en la habitacion. Se paro a contemplarla. El vestido flotaba por aqui, se cenia alla, ajustandose seductoramente a sus pechos.
– Estas preciosa -murmuro, sintiendo un cosquilleo por la piel que empezaba a resultarle familiar-: Como si fueras la protagonista de un sueno.
Cuando le hablaba asi, el corazon se le derretia y el pulso se le disparaba al mismo tiempo.
– ?De un sueno? -Ryan avanzo hacia Pierce y entrelazo las manos tras su nuca-. ?En que clase de sueno te gustaria verme?, ?podrias hacer un hechizo para encontrarnos en suenos? -anadio justo antes de darle un beso en una mejilla y luego en otra.
– Hueles a jazmin -Pierce hundio la cara en el cuello de Ryan. Penso que jamas habia deseado nada ni a nadie tanto en toda su vida-. Me vuelve loco.
– Hechizos de mujer -dijo ella, ladeando la cabeza para ofrecer mas libertad a la boca-: Para encantar al encantador.
– Pues funciona.
– ?No fue el hechizo de una mujer lo que termino perdiendo a Merlin? -Ryan se apreto un poco mas.
– ?Has estado documentandote? -le susurro Pierce al oido-. Ten cuidado: llevo mas tiempo que tu en el negocio… y no es aconsejable enredarse con un mago anadio despues de posar los labios sobre los de ella.
– Creo que me arriesgare -Ryan le acaricio el pelo de la nuca-. Me gustan los enredos.
Pierce sintio un tremendo poder… y una tremenda debilidad. Siempre le pasaba igual cuando la tenia entre sus brazos. Pierce la apreto contra el pecho y Ryan no opuso resistencia. Tenia muchas cosas que ofrecerle, penso ella. Muchas emociones que brindarle o reprimir. Nunca estaba segura de la opcion por la que Pierce se decantaria en cada momento. Por otra parte, ella tampoco era un libro abierto. Aunque lo amaba, no habia llegado a pronunciar las palabras en voz altas Por mas que su enamoramiento crecia dia a dia, no habia sido capaz de decirselo.
– ?Veras la actuacion de esta noche con los tramoyistas? -le pregunto Pierce-. Me gusta saber que estas ahi cerca.
– Si -Ryan echo la cabeza hacia atras y sonrio. No era frecuente que le pidiese nada-. Uno de estos dias acabare pillandote algun truco. Ni siquiera tu mano va a ser siempre mas rapida que el ojo.
– ?No? -Pierce sonrio. Lo divertia el empeno constante de Ryan por descubrir sus trucos-. En cuanto a la cena… -arranco al tiempo que le bajaba la cremallera del vestido. Empezaba a preguntarse que llevaria debajo. Si por el fuera, el vestido estaria en el suelo en un abrir y cerrar de ojos.
– ?Que pasa con la cena? -pregunto Ryan haciendose la inocente, pero con un brillo picaro en la mirada.
Pierce maldijo al oir que llamaban a la puerta.
– ?Por que no conviertes en un sapo al que se haya atrevido a interrumpirnos? -le sugirio Ryan. Luego suspiro y apoyo la cabeza sobre un hombro de Pierce-. No, supongo que seria poco cortes.
– Pues a mi no me parece mal -contesto el y Ryan solto una risotada.
– Yo contesto. Me remorderia la conciencia haberte dado la idea -dijo. Al ver que Pierce se abrochaba el boton superior de la camisa, Ryan enarco una ceja-. No olvidaras lo que estabas pensando mientras lo echo, ?no?
– Tengo muy buena memoria -dijo Pierce sonriente. Luego la solto y la miro caminar hacia la puerta. El vestido no habia sido eleccion de la senorita Swan, decidio, como confirmando lo que Ryan habia pensado mientras se vestia.
– Un paquete para usted, senorita Swan.
Ryan acepto la cajita, envuelta con papel de regalo, y la tarjeta que le entrego el mensajero.
– Gracias.
Despues de cerrar la puerta, dejo el paquete sobre una mesa y abrio el sobre de la tarjeta. La nota era breve estaba escrita a maquina:
Ryan leyo la nota dos veces. Luego miro hacia el paquete. No podia olvidarse de su cumpleanos, penso mientras pasaba los ojos sobre las letras mecanografiadas una tercera vez. Bennett Swan siempre cumplia. Ryan sintio una punzada de ira, de desaliento, de impotencia. Con todas las emociones que la hija unica de los Swan