esperando esto, temiendolo, desde que el joven Tarod habia empezado sus estudios bajo la tutela del Circulo. Desde el principio, habia sido evidente que su talento innato por la hechiceria dejaria pronto muy atras a sus maestros y, a medida que se fue desarrollando, la principal preocupacion de los Iniciados habia sido ensenarle a controlar unos poderes que podia ejercer con demasiada facilidad. En esto habian tenido exito, aunque el caracter independiente y en cierto modo rebelde de Tarod habia sido a veces un obstaculo. Pero Themila, que le conocia mejor que nadie salvo Keridil, creia que, a la larga, Tarod querria mas de lo que podia darle el Circulo. Ostentaba el septimo grado sencillamente porque era el maximo y se hallaba en un callejon sin salida, pues, a menos que eligiese dedicarse a las funciones mas esotericas de un Iniciado, cosa que, conociendo a Tarod, Themila sabia que no haria nunca, el Circulo tenia muy poco mas que ofrecerle.
Eligiendo cuidadosamente sus palabras, le dijo:
—?Estas pensando, entonces, en el posible poder de la mente individual, sin la proteccion de la liturgia?
—?Proteccion? —pregunto Tarod—. ?No sera restriccion?
A pesar de que habia estado esperando algo parecido, Themila se sobresalto.
—Lo que estas sugiriendo va en contra de todas nuestras ensenanzas —protesto—. ?Es casi una herejia!
—Segun nuestros sabios, si. Lo que puedan opinar los dioses es otra cuestion.
Empezaba a ir demasiado lejos. Dandose cuenta de que este curso de ideas tenia que ser interrumpido antes de que se desbordase, The-mila alargo una mano para sujetar los dedos de Tarod, que se disponia a llenar de nuevo las copas de vino. El se detuvo.
—Tarod, creo que es mejor que no sigamos con este tema, al menos de momento. Antes me preguntaste si sabia interpretar los suenos. Lo que necesitas es una vidente; tal vez deberias hablar con Kael Amion.
Tarod parecio sorprendido.
—?La Senora Kael? ?Esta hoy aqui? No la he visto...
—Esta aqui, aunque no pudo ocupar su sitio entre los dignatarios. Su energia ya no es la de antes.
Kael Amion podia darle la respuesta que tan desesperadamente necesitaba, penso Tarod. El estaba demasiado cerca del sueno y necesitaba el contrapeso de una vision desde fuera.
Themila movio la cabeza en direccion al otro lado del salon
—Si quieres un presagio —dijo— Kael viene hacia nosotros.
Tarod se volvio rapidamente y vio la fragil figura vestida de blanco de la anciana vidente, que avanzaba despacio pero con paso resuelto hacia el banco donde se hallaban sentados. Sin embargo, le contrario observar que no iba sola. Caminando respetuosamente a su lado, cogiendola del brazo, venia Keridil. Y detras de este, siguiendole obstinadamente, iba una muchacha linda y rolliza, de llamativos cabellos rojos, que lucia un atavio que expresaba riqueza mas que buen gusto.
—Inista Jair, de la provincia de Chaun —dijo Themila en voz baja a Tarod—. Su padre es el hombre que ha estado acaparando a nuestro Sumo Iniciado desde que termino el banquete. Creo que esta pensando en una boda.
—?Con Keridil? —Tarod arqueo las oscuras cejas, divertido—. ?No me parece un enlace adecuado!
— Tampoco a mi. Pero el hijo del Sumo Iniciado es un buen partido.
Tarod lanzo una carcajada, que disimulo rapidamente tosiendo, y se levanto al acercarse el trio.
Tarod se inclino sobre la mano de Kael Amion y la vieja Hermana escruto con perspicacia su semblante. Habia visto pocas veces al nino desamparado a quien habia socorrido antano, y le sorprendio, no muy agradablemente, el cambio experimentado por este. Inista Jair mostro menos tacto; abrio mucho los ojos al serle presentado el hechicero de negros cabellos, intimidada por la mirada de aquellos extranos ojos verdes, y se sento lo mas lejos que pudo de el. Todos hablaron de cosas intrascendentes durante un rato, pero Tarod estaba inquieto. No podia dirigirse a Kael en presencia de los demas; sin embargo, la necesidad de hablar con alguien que pudiese ayudarle le apremiaba. Finalmente, no pudo aguantar mas tiempo la ambigua situacion y se puso en pie.
—Senora..., Themila..., disculpadme, pero tengo que irme. Miro a Themila un largo momento, esperando que comprendiera la silenciosa suplica de su mirada. Antes de que alguien pudiese decir algo, les hizo una reverencia y se alejo rapidamente en direccion a la puerta de doble hoja al fondo del salon.
Inista Jair se volvio a Keridil.
— ?Es amigo tuyo? —pregunto, recobrando su confianza ahora que se habia ido la causa de su desconcierto—. ?Me cuesta creerlo! Sois tan diferentes como... como... —y no encontro la analogia.
Keridil deseaba en secreto que sus deberes no se extendiesen a tener que dar conversacion a muchachas casaderas , bonitas pero de cabeza hueca, como Inista. Pero desde su eleccion como miembro joven del Consejo, su padre habia insistido en que tomase mas responsabilidades sobre sus hombros. Todo era parte de su educacion para cuando tuviese que desempenar el cargo de Sumo Iniciado, pero a veces Keridil encontraba muy pesada esta carga. A su manera bonachona, envidiaba la relativa libertad de Tarod para hacer lo que quisiera. Pero en ese momento, si la expresion de la cara de su amigo no le habia enganado, no envidio los pensamientos de Tarod.
La muchacha seguia mirandole, y el le sonrio con exquisita cortesia.
—Yo no estaria tan seguro, Inista —dijo—. En muchas cosas, Tarod y yo nos parecemos mas de lo que puedes imaginarte.
La puerta exterior de sus habitaciones se cerro ruidosamente detras de Tarod, que se dirigia a su dormitorio. Otro golpe, esta vez de la puerta interior, y Tarod arrojo su capa a un lado antes de correr furiosamente la cortina de terciopelo de la ventana y tumbarse en la cama.
No habria podido permanecer ni un momento mas en el salon. La presion habia estado aumentando sin descanso en su mente durante todo el dia y, por ultimo, habia perdido el dominio sobre si mismo. Esto era una mala senal, pues si se relajaba la disciplina que el mis mo se habia impuesto, seguramente ocurriria lo mismo con su fuerza de voluntad. Y si no resolvia el enigma del sueno que le habia estado obsesionando durante las ultimas once noches, Tarod empezaba a preguntarse si no perderia tambien la cordura...
El sueno empezaba cada noche de la misma manera. Abria los ojos en la oscuridad y el silencio de su habitacion y, por un instante, creia estar despierto, hasta que un delator matiz de irrealidad decia a su mente que estaba dormido y sonando. Y entonces se producia un ruido en la habitacion, un apagado y vago murmullo que penetraba en su conciencia y le angustiaba profundamente. En el sueno, saltaba de la cama y se dirigia a la ventana. Una nueva sensacion tomaba cuerpo dentro de el; algun sentimiento olvidado que alentaba en los niveles mas profundos de su mente y le llamaba, le llamaba sin cesar.
Era tan insidioso como el susurro del viento en la hierba que anunciaba un Warp. No eran palabras.
No, decia su mente en suenos, ?no eran palabras!
Tarod era un hechicero dotado de una voluntad y un control que nadie podia igualar en el Circulo; pero ahora, cuando el sueno se convertia en pesadilla, tenia miedo. Y, a pesar de sus esfuerzos, no podia despertarse, sino que descorria la cortina y miraba hacia el patio banado por la fria luz de la mas pequena de las dos lunas. Esta, en cuarto creciente, producia vivos contrastes de plata y sombra en el patio vacio, pero Tarod no podia ver con claridad; una debil bruma parecia nublar su vision. Y entonces, algo se movia entre las columnas.
No era mas que una sombra, y se deslizaba entre los pilares esculpidos de la columnata. Humana o sobrehumana, no podia decirlo; pero se sentia atraido por ella como una mariposa por la llama de una vela. Involuntariamente, tocaba su anillo de plata con los dedos de la mano derecha y, de pronto, la voz volvia a sonar en su mente, murmuran do, sibilante e insidiosa.
«Volver, ?a que?», preguntaba la mente de Tarod, con silenciosa deses peracion.
Y se despertaba sobresaltado en la oscuridad de su habitacion, y la voz ya no estaba alli...
Tarod cerraba los ojos, tratando de borrar el recuerdo del sueno. Despues de repetirse este por tercera vez, habia apelado a su enorme fuerza de voluntad para desterrarlo para siempre pero, con gran alarma suya, sus esfuerzos habian fracasado. Y el sueno seguia acosandole durante todas sus horas de vigilia, produciendo inquietantes ecos en lo mas profundo de su mente, suscitando preguntas que seria mejor que no fuesen formuladas.
?Por que parecia poseer un talento innato para la hechiceria desconocido hasta entonces en la historia del