Habia voces agudas, estridentes; caras de gargola que le hacian muecas dondequiera que mirase y, por encima de todo, la aparicion de cabellos de oro, con su sonrisa sagaz y desdenosa. Tarod daba vueltas en la cama, tratando de librarse de las visiones de su ojo interior, pero las imagenes se hacian mas salvajes y enloquecedoras. De vez en cuando, el sonriente espectro tomaba todo el aspecto de Tarod, de manera que los ojos multicolores se volvian verdes y los cabellos permanecian negros, enmaranados sobre los sonrientes y cambiantes semblantes.
Tarod fue despertado al fin por el sonido de su propia voz gritando sin palabras, y se sento en la cama y vio que la fria luz del amanecer se filtraba a traves de la cortina. El brasero se habia apagado, pero todavia flotaban en el aire restos del humo del incienso, que ahora olia amargo y acre. La impresion de fracaso gravitaba fuertemente sobre el, y tuvo que hacer un esfuerzo de voluntad para levantarse y acercarse a la ventana a contemplar la luz del dia.
El patio estaba tranquilo. Solamente unos pocos criados iban de un lado a otro, atareados con sus deberes de la manana, y el ruido que hacian parecia amplificarse en el silencio. La niebla velaba las cimas de las cuatro torres, y Tarod podia oir debilmente, a lo lejos, el rumor del mar. Pero el apacible escenario no le tranquilizo en absoluto, antes bien aumento su propia inquietud.
Mientras observaba, alguien salio por una pequena puerta y cruzo el patio en direccion al comedor. Themila Gan Lin, que desde aquella distancia parecia una muneca, caminaba despacio como sumida en una honda reflexion; junto a ella, una mujer con el habito blanco de las Hermanas de Aeoris le hablaba, agitando graciosamente una mano.
La Senora Kael Amion..., y, de pronto, Tarod recordo la conversacion que habia mantenido con Themila la noche pasada. Ella le habia recomendado que viese a Kael y, aunque ahora creia que sus experiencias habian ido mas alla del ambito de la interpretacion de los suenos, seguro que no tenia nada que perder si pedia consejo a la anciana Hermana. Un poco mas animado, aliso apresuradamente el arruga do vestido con el que habia dormido y salio de sus habitaciones para ir al encuentro de las dos mujeres.
En el comedor habian encendido la chimenea para combatir el frio que era todavia intenso en las mananas de verano, y Themila y Kael se estaban calentando las manos delante de las llamas cuando llego Tarod.
Themila levanto la cabeza al oir sus pasos.
—Esta manana te has levantado temprano, Tarod. El sonrio.
— Pero, al parecer, no he sido el primero. Buenos dias, Senora Kael.
La anciana vidente correspondio a su saludo con un breve y grave movimiento de cabeza, y Themila dijo:
—Es una hermosa manana, pero me temo que no para ti, Tarod. Pareces cansado, como si no hubieses dormido.
El se sorprendio y se sintio un poco molesto por su franqueza en presencia de Kael Amion, pero Themila se anticipo y siguio diciendo:
— Me he tomado la libertad de hablar a Kael de nuestra conversacion. —Sonrio de soslayo a la vidente. Espero que ambos perdoneis mi atrevimiento.
Tarod miro rapidamente de una a otra.
—Al contrario, ?te lo agradezco! Es decir..., si la Senora consiente en...
Penso que la mirada que le dirigio Kael Amion tenia una extrana expresion, pero sus palabras fueron bastante ecuanimes:
—Desde luego, Tarod, si estas preocupado y puedo ayudarte, este es precisamente mi oficio.
Detecto de nuevo un matiz de desgana. Themila parecio no advertirlo, pues dijo:
— He puesto al corriente a Kael de todo lo que me dijiste, Tarod, aunque puede que no sea bastante para que ella pueda hacer una interpretacion total. Si...
—Hay mas —dijo Tarod.
— ?Oh...! Entonces, la noche pasada...
—La noche pasada, si —dijo el, mirando fijamente la piedra de su anillo, que brillaba malevolamente a la luz del fuego.
Themila fruncio los labios y se recogio la falda.
—Entonces no perdere mas tiempo, sino que dejare que discutais el asunto entre los dos —dijo firmemente —. No —atajo a Tarod que iba a invitarla a quedarse—, esto no es de mi incumbencia, y no quiero entrometerme. Cuando hayais terminado, Kael, ?podre tener el placer de almorzar contigo?
Y sin darles tiempo a replicar, se encamino resueltamente hacia la puerta.
Kael Amion se sento rigidamente en uno de los bancos que flanqueaban la larga mesa. Miro largo rato a Tarod con sus ojos desvaidos pero candidos antes de decir:
—Veamos. Si hay algo mas de lo que ya me ha dicho Themila, creo que deberia saberlo, si es que tengo que ayudarte.
Tarod se sento en el borde de la mesa, resiguiendo distraidamente con un dedo una vieja estria de la madera. No era facil hablar, relatar en voz alta las monstruosas pesadillas, la visita, la impresion de horror impotente que habia sentido durante el encuentro, fuese sueno o realidad, con su propia fantastica imagen. Pero en cuanto empezo a fluir el vacilante caudal de palabras, se abrieron por si solas las compuertas de su locuacidad y conto a Kael sus experiencias y su miedo con la misma facilidad con que lo habria hecho a Themila. La vidente escucho sin hacer comentarios y, cuando al fin termino Tarod su relato, se hizo un largo silencio. La anciana parecia sumida en una honda reflexion, y al fin la ansiedad de Tarod pudo mas que el.
—Senora..., ?puedes ayudarme?
Ella levanto la cabeza y le miro como si se hubiese olvidado de su presencia, y los palidos ojos azules se fruncieron en el arrugado semblante.
—No... no lo se.
El tono de su voz le inquieto, pero rechazo este sentimiento. Antes de que pudiese hablar, ella cruzo las manos, las miro y siguio diciendo:
—Lo que me has dicho.., escapa a mi competencia normal, Tarod. No pretendo ser omnisciente y debo confesar que tus... experiencias.., son muy raras y tal vez sin precedentes. Aunque tal vez es mejor asi. —Una debil sonrisa se dibujo en sus labios, pero evidentemente le habia costado algun esfuerzo—. Necesito un poco de tiempo..., tiempo para meditar sobre lo que me has dicho y consultar alguno de los viejos textos. —Levanto de nuevo la mirada—. Hasta hoy has tenido paciencia; solo te pido que tengas un poco mas.
El experimento un sentimiento de frustracion, pero nada podia hacer; la peticion de Kael era bastante razonable y, al menos, le habia dado un poco de esperanza. Se levanto.
—Senora Kael, te doy las gracias. Tendre paciencia. Y rezare a Aeoris para que tus meditaciones sean fructiferas.
Kael hizo el signo del Dios Blanco delante del pecho... aunque un tanto apresuradamente.
—Si —dijo—. Reza a Aeoris...
Espero a que la alta figura de Tarod hubiese desaparecido detras de la puerta y entonces, agarrandose al borde de la mesa, se puso dificultosamente en pie. Le temblaban las manos y tuvo que hacer un gran esfuerzo de voluntad para impedir que le temblaran tambien las pie r-nas. El corazon le latia con fuerza, dificultando la respiracion, y Kael espero fervientemente que su inquietud no se hubiese contagiado al joven Iniciado. Pues lo que habia visto mientras el contaba su historia le habia hablado tan fuerte como una voz fisica. El Mal.
Sin que se lo propusiera, su memoria retrocedio subitamente a aquella noche en que, anos atras, ella y su escolta habian encontrado al nino Tarod en el puerto de montana. El les habia salvado entonces la vida, pero tambien habia demostrado el dominio inconsciente de un poder que la aterrorizaba. Habia temido que este poder creciese sin que la disciplina de la Iniciacion pudiese controlarlo, y ahora parecia que sus temores habian tenido fundamento. La fuerza que llamaba a Tarod a traves de sus suenos no era enviada por los dioses blancos.
Poco a poco, la Senora Kael se encamino a la puerta. Veria mas tarde a Themila y se disculparia por haber faltado a la cita para el almuerzo; en este mo mento, su estomago se rebelaba contra la idea de comer. Se detuvo en el umbral y miro hacia atras. Despues, dominando un escalofrio, camino muy tiesa en direccion a las habitaciones de invitados del Castillo.
Era ya hora avanzada cuando Tarod busco a Themila. De nuevo la encontro en el comedor, pero, a esta hora, el salon era un hervidero de actividad. Los criados estaban preparando la cena y los pocos glotones que habian llegado temprano se habian sentado ya a las largas mesas y se entretenian bebiendo vino de una jarra.
Themila se sobresalto cuando la voz de Tarod interrumpio sus cavilaciones. Estaba sentada delante del