Circulo? Se habia dado cuenta de ello desde que habia empezado sus estudios aqui; ahora era reconocido, aunque de mala gana, incluso por los mas grandes Adeptos. Su dominio del ritual del Circulo era insuperable; sin embargo, a diferencia de sus semejantes, no necesitaba realmente el ritual; si queria, podia matar con un solo pensamiento. Dos veces en su vida habia matado de esta manera, y eso, como tal vez habia sabido sie m-pre, hacia de el un ser distinto. Ultimamente, le habian impacientado cada vez mas las doctrinas y practicas aceptadas por el Circulo, como habia tratado de explicar esta noche a Themila, y tenia conciencia de un creciente sentimiento de desagrado que se remontaba a sus primeros dias en el Castillo. Su creencia de que los Iniciados eran todopoderosos se habia desvanecido pronto, cuando descubrio que eran fragiles seres humanos. Y ahora que conocia los poderes que el resto del mundo consideraba con pavor, encontraba que estos poderes brillaban por su ausencia.

Sin embargo, por mucho que se esforzase en escudrinar los rincones mas profundos de su conciencia y sus motivaciones, no podia contestar la pregunta mas crucial, el por que. Era como si algo le llamase, algo que siempre habia sido parte de el pero que no podia comprender, y el sueno recurrente hacia que centrase en ello toda su atencion.

Subitamente impulsado por una ola de frustracion, Tarod se levanto de la cama y cruzo la habitacion hacia una mesita donde habia un monton de libros viejos y amarillentos. En su esfuerzo por encontrar las evasivas respuestas que necesitaba, habia pasado mucho tiempo en la gran biblioteca del Castillo, que se hallaba en un ala separada de este. Alli estaban todos los relatos de la Historia conocida, algunos de ellos escritos hacia tantos siglos que la tinta se habia descolorido y eran casi ilegibles. El Castillo era el unico deposito de tales conocimientos en el mundo, y el Circulo, su unico guardian y, para un erudito de fuera de aquel recinto, el privilegio de poder estudiar estos volumenes tenia un valor incalculable. Hasta hacia poco, Tarod habia hecho poco uso de la biblioteca, pero ahora, fascinado a pesar de sus preocupaciones, habia encontrado relatos de los primeros tiempos del Circulo, cuando el mundo acababa de salir de la edad oscura de los Ancianos, cuando el propio Aeoris derribo la tirania del Caos y restablecio en el poder a los Senores del Orden. Se sabia muy poco de los antiguos y de sus tecnicas; muchas de las extranas propiedades del propio Castillo permanecian todavia ocultas para el Circulo, que habia habitado en el durante tantas generaciones, y Tarod lo habria dado todo por descubrir aquellos viejos misterios.

Pero los viejos misterios no daban respuesta a las preguntas que ahora le turbaban. Y lo unico que ningun libro habia sido capaz de decirle era la naturaleza de la fuerza que le llamaba desde las profundidades de la noche.

Tarod miro los libros y tomo una decision. Estaba seguro de que esa noche volveria a hostigarle aquel sueno... y estaria preparado para recibirlo. Esta noche no dormiria, sino que velaria en el plano astral. Necesitaba pocos preparativos, aparte de una mente tranquila, y la hora o algo mas que faltaba para que los moradores del Castillo emp e-zasen a retirarse a descansar seria tiempo suficiente.

Echo el cerrojo a la puerta exterior de sus habitaciones; despues, encendio un brasero que estaba cerca de su cama. Cuando el carbon brillo como un ojo pequeno y feroz en la penumbra, derramo sobre el unos cuantos granos de un incienso debilmente narcotico y se tumbo en el lecho sin desnudarse. Fuese lo que fuere el ser desconocido que vendria a visitarle esta noche, le encontraria vigilante.

Por fin habia caido la breve noche de verano y se habia elevado la primera de las dos lunas para proyectar sus enfermizos rayos a traves de la ventana, cuando Tarod percibio que no estaba solo en su habitacion. Durante casi tres horas, habia yacido inmovil, observando el debil resplandor del brasero; pero, de pronto, aunque no habia movimiento ni ruido, sintio una presencia extrana. Su pulso se acelero; como la mayoria de los Adeptos, tomaba precauciones elementales para asegurarse de que ninguna influencia de otros planos podria invadir su territorio y, sin embargo, esto.. , lo que fuese... , habia roto sus defensas con inquietante facilidad.

Y entonces empezo el murmullo.

Vuelve... Vuelve...

Parecia venir de algun oscuro rincon de su propia mente, y envio un silencioso mensaje en respuesta.

—?Volver? Volver, ?a que?

Recuerda... Vuelve...

Tarod concentro su voluntad y traslado su conciencia al plano astral. Su entorno parecia el mismo de antes, pero, ahora, todos los contornos de la habitacion resplandecian con un aura debil e inestable. Esto le alarmo, pues indicaba una inestabilidad similar en su propio control. Cada uno de los siete planos astrales conocidos — de los que, segun la doctrina del Circulo, solamente cinco eran accesibles a cualquier mortal— tenia sus propias caracteristicas distintivas; esta fluctuacion indico a Tarod que no habia pasado a ninguno de ellos, sino que flotaba en un limbo desconcertante.

Tratando de recobrar su concentracion, miro su propio cuerpo sobre la cama. La inquietante llamada resonaba ahora en su conciencia, como si, al rechazar las trabas del plano fisico, se hubiese hecho mas vulnerable a la fuente del mensaje. Tarod no habia sido nunca reacio a jugar con fuego, y siempre habia salido indemne; pero, en las otras ocasiones, habia estado bajo su propio y unico control. Ahora su posicion habia cambiado un poco; otras fuerzas tiraban de el, y parecia que su voluntad no era bastante fuerte para contrarrestarlas. Ni podia, aun, empezar siquiera a especular sobre lo que podian querer de el.

Durante un rato —pudieron ser minutos u horas, no tenia manera de saberlo—, Tarod se mantuvo alerta. Entonces, al fin, sono una llamada en la puerta.

Su reaccion instantanea fue pensar que la llamada se habia producido en el plano fisico, que alguien, sin querer, habia venido a molestarle. Irritado, trato de volver a su cuerpo fisico, pero algo le retuvo, le aparto de su objetivo, sumio su mente en un negro torbellino que se cerro a su alrededor. La habitacion se desintegro en un caos y se rehizo con la misma rapidez. Pero ahora su aura se habia estabilizado, vibrando con luz y energia.

Tarod estaba en un plano mas alto; tal vez el cuarto o el quinto. Pero el no habia querido que ocurriese...

Inopinadamente, volvio a sonar la llamada en la puerta, y Tarod supo al instante que se habia equivocado en su primera suposicion. La puerta exterior de sus habitaciones estaba cerrada con cerrojo y, sin embargo, el visitante, fuese quien fuese o lo que fuese, estaba en la puerta interior, inmediatamente delante de el.

Consciente de que la atmosfera estaba demasiado silenciosa, demasiado fria, Tarod paso a un lado de la habitacion, lo mas lejos posible de la puerta, antes de permitir que su mente formase una sola y rotunda palabra.

Abrete...

Casi antes de que la orden tomase forma, la puerta giro sobre sus goznes, ?y Tarod vio su propio doble en el umbral!

Retrocedio, sobresaltado. La cara era inconfundible, y los cabellos... Pero la imagen inmovil estaba envuelta en un manto negro. Y ni siquiera ahora pudo confiar en sus primeras impresiones, pues la figura se estaba transformando.

La cara familiar permanecia, pero los cabellos se volvian dorados y los ojos cambiaban constantemente de color.. , y ya no podia ver el cuerpo de la aparicion, pues habia quedado envuelto de subito en una luz que variaba con todos los colores del espectro, como cuando se acercaba un Warp.

—?Quien eres? — , Tarod trato de disimular el miedo que traslucia la muda pregunta. Por toda respuesta, la vision sonrio, y su sonrisa fue de exquisito orgullo y desden. Tarod se sintio atraido sin remedio por aquel ser y, al aproximarse sus mentes, le invadio una abrumadora sensacion de poder. Era el conocimiento que habia deseado con tanto ardor...

Se estremecio violentamente cuando una barrera invisible se interpuso entre el y la brillante vision. Con tenacidad Y con desesperacion, trato de derribarla, pero todos sus esfuerzos fueron inutiles, y llego un momento en que se dio cuenta de que aquel ser se habia ido, dejando la habitacion vacia y sin vida.

Las fuerzas intangibles ya no le sostenian. Consciente de su fracaso, Tarod volvio a su cuerpo y abrio los ojos. Estaba temblando convulsivamente, y el frio que sentia era tal que tenia los miembros entumecidos. Se levanto tambaleandose y se dirigio a la chimenea, donde la lena estaba preparada pero no habia sido encendida. Le temblaban las manos y el fuego no prendia bien; despues de cinco minutos renuncio al intento y volvio a su cama, dejando que la lena ardiese sin llama.

A pesar de las cuatro mantas con que se cubria, Tarod siguio temblando. Parte de su mente queria pensar en las implicaciones de su extrana experiencia, pero otra parte, mas energica, reacciono violentamente contra la idea. Lo que ahora necesitaba realmente, se dijo cerrando los ojos, era dormir, dormir sin sonar.

Tarod pudo dormir aquella noche, pero fue un sueno lleno de pesadillas que le atacaban desde la oscuridad.

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