—Debes comprometerte con un juramento que jamas podras romper. ?Aceptas esto?
— Lo acepto.
—Entonces, no hay mas que decir. Salvo que... —Yandros vacilo, y un malevolo regocijo tino, de pronto, su expresion burlona—. Las corrientes de la vida y de la muerte no pueden manipularse exc e-sivamente, una vez se han puesto en movimiento. Tu no moriras, Ta-rod; pero otra vida se acabara en vez de la tuya.
— ?otra vida...? ?No! ?Esto no lo permitire! —protesto Tarod.
—No puedes impedirlo —dijo Yandros, acentuando su sonrisa—. Has prestado juramento.
— ?Lo he prestado bajo engano! —Tarod sintio una mezcla de colera y panico—. Si me hubieses dicho...
—No te lo dije. Tal vez me olvide de hacerlo; pero es demasiado tarde para volver atras.
Con una sensacion de vertigo, se dio cuenta de que Yandros le tenia atrapado. A causa de las maquinaciones de aquel ser, algun inocente tendria que morir en su lugar...
—Volveremos a vernos dentro de poco —dijo Yandros—. Y entonces veras claramente que hago lo que tengo que hacer. Mucho depende de ti, viejo amigo. No lo olvides.
—Alargo una mano y toco ligeramente la mano izquierda de Ta-rod, rozando con los dedos el anillo de plata —.
Mientras el ser hablaba, Tarod empezo a experimentar una nueva sensacion en el rincon mas oscuro de su conciencia. Una pulsacion lenta y regular, como los latidos del corazon de un monstruo, que casi rebasaba los umbrales de la conciencia, pero que parecio apoderarse de el y trascenderle, hasta que su espantoso ritmo lleno todo el Salon de Marmol. Un terrible y vago recuerdo paso por la mente de Tarod, que miro freneticamente a su alrededor a traves de la temblorosa niebla del Salon, pero, antes de que pudiese concebir una respuesta, le fallo la memoria y el recuerdo se desvanecio.
Bruscamente, el perfil de la figura de Yandros empezo a oscilar y a oscurecerse, y Tarod grito:
— ?Espera!
Tenia que preguntar, que saber muchas mas cosas. Pero Yandros se limito a sonreir.
—Yandros, ?espera!
Su voz resono en un subito e impresionante vacio.
— ?. . .Yandros!
El joven Iniciado de primer grado que habia estado dormitando en una silla junto a la cama de Tarod se levanto de un salto, como si le hubiesen dado un latigazo, y el grueso volumen que presuntamente estudiaba cayo al suelo con un ruido sordo. Con el corazon palpitandole por la impresion, el muchacho miro al enfermo y estuvo a punto de gritar de espanto. El cuerpo de Tarod se estremecia en violentos espasmos debajo de la manta que le cubria, y tenia los ojos abiertos, mirando loca y ciegamente a ninguna parte, y parecia esforzarse en hablar o gritar.
— ?Dioses!
El joven se echo atras, sobresaltado, y despues salio corriendo en busca de Grevard.
—Simik Jair Sangen me pidio una entrevista esta manana —dijo Jehrek Banamen Toln.
— ?El padre de Inista? — Keridil se puso inmediatamente alerta, aunque lo disimulo muy bien tomando su copa de vino de encima de la mesa y bebiendo un sorbo—. ?Se la has concedido?
—Dificilmente podia negarme. Posee algunas de las mejores tierras de labranza de la provincia de Chaun, y necesitamos estar a bien con el si queremos recibir nuestros diezmos anuales sin demasiados regateos.
A Keridil se le encogio el corazon.
—Entonces, supongo que no hace falta que te pregunte lo que queria...
— Me ofrecio una buena dote, Keridil. Cree que Inista y tu formariais una pareja perfecta... , y sus argumentos fueron muy convincentes.
Keridil se levanto y empezo a pasear impaciente por la habitacion, ocultando a su padre la expresion de su semblante. Sabia que un hombre destinado a ocupar uno de los puestos mas importantes del mundo debia contar con la estabilidad que le daria una esposa de buena crianza, y habia advertido la preocupacion de Jehrek porque el no habia mostrado, hasta el momento, deseos de casarse. En las clases altas, se concertaban muchas bodas por razones de posicion o de con-veniencia, y la mayoria de ellas daban buenos resultados. Si su padre le hubiese propuesto una candidata con la que pudiese vivir de un modo aceptable, habria cumplido su deber y aceptado. Pero no Inista Jair...
Por fin se volvio de nuevo hacia el anciano.
— ?Es esto lo que piensas, padre? ?Que sus argumentos son convincentes?
Jehrek suspiro, mirando a su unico hijo con una mezcla de afecto y melancolia. Normalmente, disfrutaba en estas tranquilas veladas ocasionales, en las que tenia tiempo de comentar tranquilamente los asuntos del Circulo y del Consejo y, quizas, de profundizar un poco mas en las lecciones tan necesarias para Keridil, si habia de sucederle un dia como Sumo Iniciado. Pero a veces podia percibir la guerra personal que se desarrollaba en el alma de su hijo; el conflicto entre las exigencias del deber y el deseo de ser libre y dueno de sus actos tan propio de los jovenes. En ocasiones, esta guerra se manifestaba y provocaba choques entre los dos, y esto era algo que Jehrek lamentaba profundamente; pero sus responsabilidades estaban claras y creia que, poco a poco, estaba ganando la batalla. El Circulo necesitaba un lider fuerte en el futuro; alguien que pudiese mantenerse firme contra la insidiosa ola de cambio y de incertidumbre que Jehrek sentia, en lo mas hondo de su ser, que empezaba a invadir el mundo en general y el Castillo en particular. Todavia era un miedo vago, a pesar de que la preocupacion habia ido aumentando con los anos, y Jehrek sentia que ahora era ya demasiado viejo y estaba demasiado agotado para tener esperanzas de librarse de el.
Si Malanda hubiese vivido, tal vez su labor habria sido mas facil. Desde el dia en que se habia casado con Malanda Banamen, ella habia sido no solamente su ancora, sino tambien su talisman y una fuente de sabiduria practica y sensata. Morir al dar a luz, dar su vida por su unico hijo... era una ironia contra la que Jehrek casi no habia tenido fuerza para luchar, y solo su arraigada creencia en la justicia inconmovible, aunque a veces incomprensible, de los dioses, le habia sostenido entonces. Pero Keridil, que habia crecido sin una madre (Themila Gan Lin, a su vez viuda y sin hijos, habia hecho cuanto habia podido por el, pero sin dejar por ello de ser una suplente), no habia tenido la misma ancora a la que agarrarse en sus anos de formacion. Y ahora, tal vez, ambos lo estaban pagando.
Por fin trato de responder a la pregunta de su hijo, pero se encontro con que el espectro de su esposa, muerta hacia tanto tiempo, se interponia entre el y lo que queria decir. No podia desear para su unico hijo un mejor partido que Inista Jair..., pero su propio matrimonio habia sido por amor...
—Si —dijo al cabo de un rato—. Sus argumentos fueron convincentes. Pero antes de que tomemos una decision, me gustaria saber lo que piensas tu del asunto.
Keridil se mordio el labio.
— ?Quieres que sea sincero?
—Desde luego.
Keridil se disponia a hablar, cuando vio algo a traves de la ventana sin cortinas que distrajo su atencion. Habia movimiento en el patio...
—Disculpame, padre...
Se acerco en tres zancadas a la ventana y miro a traves del cristal. Entonces, segun le parecio a Jehrek, lanzo una maldicion en voz baja.
—?Keridil! —El Sumo Iniciado se puso energicamente en pie—. ?Que sucede?
—Me parecio... ?Si! Es Koord, que corre como si en ello le fuese la vida...
—?Koord?
Jehrek estaba perplejo, y Keridil hizo un ademan de impaciencia.
—El muchacho, el Iniciado de primer grado que ha estado velando a Tarod...
El Sumo Iniciado fruncio el entrecejo.
—Tal vez ha habido algun cambio. Si es asi, ?se ha producido con mucho retraso!
—Padre, tengo que ir a ver que pasa.
Keridil corria ya hacia la puerta, impulsado por una premonicion que eclipsaba todas las demas consideraciones. Pero Jehrek protesto:
—?Nada puedes hacer, hijo mio! Deja esto en manos de Grevard, al menos hasta que hayamos...
Keridil interrumpia raras veces a su padre, pero ahora lo hizo.
—No... , tengo que ir. Perdoname.