cambia el hecho de que estas inscrito para enfrentarte a Rhiman Han en las primeras pruebas de equitacion y demostrar a nuestros honorables invitados que los Iniciados son algo mas que palidos y arrugados ascetas.

—?Por todos los dioses... !

Tarod parecio disgustado, pero, en realidad, la pequena magia de Themila empezaba a surtir efecto. Nadie, alto o bajo, podia escapar a las exigencias de la celebracion de siete dias que empezaria con la proxima aurora... , y tal vez esta diversion era lo que el necesitaba ahora, mas que las pildoras o las pocimas de Grevard o que las negras elucubraciones de su propia mente...

Tendio ambas manos, dandose por vencido.

—Muy bien, Themila, ?tu ganas! Me ire a la cama, ?y no volvere a leer ni a estudiar hasta que terminen las fiestas!

La beso de nuevo, esta vez en la mejilla, cerca de los labios, y ella le vio salir de la biblioteca, con una mezcla de amor y preocupacion.

Algo andaba todavia terriblemente mal en Tarod. Themila lo sabia con absoluta certidumbre, pero estaba tan lejos como siempre de comprender la verdad. Tarod eludia habilmente todos sus intentos de sondearle y, especialmente desde que Grevard le habia permitido salir de sus habitaciones, se habia mostrado exteriormente tan contento que a menudo se preguntaba si sus presentimientos no eran fruto de su imaginacion. Pero la intuicion era una vieja amiga de Themila, y la intuicion le decia que aquel aspecto exterior era una mascara. Algo habia, en el fondo de Tarod, que ni siquiera podia tratar de comprender y, en sus momentos de debilidad, tenia que confesar que la asustaba. De buen grado se habria esforzado en dominar este miedo para ayudarle, pero mientras el no estuviese dispuesto a hablar con mas franqueza, tenia las manos atadas.

Hizo un esfuerzo para sobreponerse y recordar el motivo que la habia traido a la biblioteca: un rollo, una de las antiguas narraciones historicas que necesitaba releer para preparar una clase para los ninos. Cuando lo hubo encontrado, se lo puso bajo el brazo y se encamino a la puerta del ahora silencioso sotano. Se detuvo en el umbral, para mirar por encima del hombro, y recordo la noche en que Keridil y ella habian encontrado a Tarod delirando en esta estancia. La imagen habia sido tan fugaz que parecia irreal; pero era algo que habia sucedido. Y habia tenido consecuencias que, segun creia, todavia no habian sido descubiertas, ni comprendidas por nadie...

Temblando, y diciendose que no era mas que por el frio del otono que empezaba, subio rapidamente la escalera.

Tarod ya no tenia miedo de dormir, pero, no obstante, esta noche le costaba conciliar el sueno que sabia que necesitaba. El verano estaba gastando una ultima broma pesada antes de despedirse y el aire era extranamente sofocante. Habia salido una luna, y su luz, verde y palida, se filtraba a traves de la ventana mientras el yacia en la cama; sin embargo, Tarod sabia que ni el calor ni la luz de la luna tenian la culpa de su inquietud.

Manana empezarian las fiestas de celebracion en honor del nuevo Sumo Iniciado del Circulo. Siete dias en que se combinarian las complicadas ceremonias formales con desenfadadas diversiones, y que atraerian grandes multitudes de todas las partes del pais; aristocraticos Margraves, religiosas de todas las Hermandades, nobles, mercaderes, comerciantes, campesinos..., todos los hombres, mujeres o ninos capaces de subir a un carro o de montar a caballo serian bienvenidos y se desparramarian por toda la Peninsula de la Estrella cuando el recinto del Castillo resultase insuficiente para albergarles a todos. El periodo oficial de luto por la muerte de Jehrek Banamen Toln habia terminado; su hijo Keridil habia superado con exito las pruebas para ocupar el puesto de su padre y ahora todo el mundo pensaba ya en el futuro.

Pero solo Tarod sabia la verdad de como y por que habia muerto Jehrek. Grevard habia declarado que el corazon del Sumo Iniciado no habia podido resistir las tensiones propias de su cargo, pero Tarod sabia que no era asi. Durante los dos meses que estuvo yaciendo impotente en sus habitaciones, maldiciendo la debilidad que le retenia alli y la lentitud de su recuperacion, habia tenido tiempo sobrado para pensar en la vision que le habia hostigado cuando era todavia presa del delirio.

Yandros. Todavia no podia recordar el origen de este nombre. Lo conocia y, sin embargo, no sabia de que. Pero la figura que se habia enfrentado a el en la inmensidad del Salon de Marmol habia sido real, tangible; no el fruto de una imaginacion turbada, sino un ente cuya existencia era tan indudable como la suya propia.

Pero ?que clase de ente? Tarod rebullo inquieto, mirando fijamente hacia la ventana cuadrada, como buscando inspi racion en la luz fria de la luna. De una cosa estaba absolutamente convencido: Ya n-dros no era ni habia sido nunca humano.

Sin embargo, habia hablado como si les uniese un lazo de parentesco...

Tarod, haciendo un esfuerzo, ahogo aquella voz interior, para no continuar una especulacion tan peligrosa. Lo unico que sabia con certeza era que Yandros, fuese quien fuese o lo que fuese, habia cumplido su palabra, ?y de que manera! Vida por vida... Aquel ser de cabellos de oro habia ejercido un poder que habia quitado la vida al Sumo Iniciado a cambio de la suya.

Tarod no le habia contado nada a Keridil, y nada le induciria a hacerlo; su confusion y sus sentimientos de culpabilidad eran todavia demasiado fuertes. Sabia que el era el unico responsable de la muerte de Jehrek; esta conviccion le atormentaba incesantemente... , y, sin embargo, Yandros habia insistido en que existia una razon vital para que Tarod siguiera vivo a costa de la vida de otro hombre. Un destino, lo habia llamado.

Pero ?que clase de destino? Tarod se estremecio con una inquietud indecible. Yandros tenia un poder muy superior al de los Adeptos del Circulo de mas alto grado; pero ?venia este poder de los dioses o de otra fuente mas tenebrosa?

Era una pregunta que no tenia respuesta y que no se prestaba a especulaciones agradables. Tarod penso en los Ancianos que habian gobernado el mundo durante innumerables siglos, antes de que su propia depravacion les llevase a su derrumbamiento final, y en los dioses negros a los que habian adorado... Pero no, el Caos habia desaparecido, borrado de la existencia junto con sus marionetas humanas, y ningun poder del universo podia devolverlo a este mundo.

Pero, fuese lo que fuese Yandros (emisario de Aeoris o de otros dioses), subsistia el hecho ineludible de que Tarod debia la vida a aquel ser extrano. Y Tarod se habia comprometido bajo juramento, y era incapaz de faltar a un juramento. El tiempo, habia dicho Yandros, era la clave, y con el tiempo comprenderia. Aquellas palabras habian despertado un viejo, muy viejo recuerdo que se desvanecio en el mismo momento en que Tarod habia tratado de fijarlo, y desde entonces se habia negado tercamente a volver. Ahora penso que no tenia mas remedio que esperar a que le fuese revelada la tarea que tenia que cumplir; pero sabia que hasta entonces estaba condenado a existir en una especie de limbo. Le obsesionaba pensar en lo que podrian exigirle o dejar de exigirle; sin embargo, todos los intentos que hacia para ahondar en el misterio terminaban en fracaso. No habia encontrado ninguna clave en los estantes de la biblioteca, a pesar de que en ellos podian encontrarse casi todos los tratados historicos y mitologicos que existian. Y sus esfuerzos por romper el velo con medios magicos tambien habian fracasado; en realidad tenia la impresion de que, si bien habia recobrado toda su fuerza fisica despues de su enfermedad, no ocurria lo mismo con su fuerza oculta.

Puertas que antes estaban abiertas para el se habian cerrado de golpe, y el poder que habia tenido antano en las puntas de sus dedos, a menudo en el sentido literal de la expresion, ya no le obedecia como antes. Noche tras noche habia permanecido a solas en sus habitaciones, esforzandose en invocar los poderes que, tan recientemente, habian sido como un juego de ninos para el. Siempre habia fracasado... y su fracaso habia ido siempre acompanado de un estremecedor y lejano resurgimiento de aquella oscura palpitacion que habia sentido en el Salon de Marmol y que asociaba indefectiblemente con la influencia de Yandros. Y si Yandros tenia poder sobre la vida y la muerte, debia ser sin duda muy facil para el someter a un simple mortal a sus de seos...

Tarod no se habia dejado manipular en su vida (salvo por Themila, pero esto era otra cuestion) y su instinto reaccionaba violentamente contra la idea. Pero era lo bastante filosofo para darse cuenta de que nada podia hacer para cambiar la situacion; sencillamente, debia dar tiempo al tiempo.

Mientras tanto, le convenia seguir el consejo de Themila y centrar su atencion en la cuestion mas mundana de las proximas celebraciones. Tenia otra deuda mas personal con Keridil, aunque este no lo sabia, y habia visto el cambio que se habia producido en su amigo desde que habia sucedido a Jehrek. Todavia afligido por la muerte de su padre, Keridil sentia vivamente sus responsabilidades, y la tension resultante se estaba ya manifestando en el. Si Tarod podia ayudar al nuevo Sumo Iniciado en su tarea, creia que era su deber hacerlo.

Se aparto de la ventana, subitamente cansado y alegrandose de ello. Los siete proximos dias podrian ser el catalizador que necesitaba todo el Circulo y, cuando hubiesen terminado, seguiria un periodo de calma durante el cual la comunidad del Castillo se adaptaria a las nuevas circunstancias. Y con esta calma podian llegar algunas de

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