Abrio la puerta y se disponia a salir al pasillo, cuando un subito grito de Jehrek le detuvo en seco.

?Keridil!

El anciano seguia en pie, pero se habia doblado, de pronto, por la cintura, como presa de un terrible dolor. Agito ciegamente una mano en direccion a Keridil, en una peticion de auxilio que no podia expresar con palabras.

?Padre! —Los ojos de Keridil se desorbitaron de espanto—. Padre, ?que es? Que te pasa?

Su unica respuesta fue un jadeo ahogado, y Jehrek se tambaleo. Keridil corrio hacia el y llego justo a tiempo de sujetar al Sumo Iniciado antes de que cayese al suelo.

Poco a poco, Tarod fue advirtiendo un dolor casi intolerable en todo el cuerpo y creyo ver una habitacion oscura, con un solo rayo de luz fria filtrandose a traves de la cortina medio corrida. Gradualmente fue recobrando sus sentidos y creyo percibir otra presencia a su lado; pero esta vez no se trataba de un regreso al mundo de las pesadillas. Cautelosamente, inseguro de su propio estado fisico y mental, Tarod abrio los nublados ojos.

No se habia equivocado: se hallaba en una habitacion y la luz era la que proyectaban las lunas gemelas por encima de las murallas del Castillo. Y habia alguien mas presente...

Una mano pequena, fresca y firme le toco la frente. Trato de levantar un brazo para asir aquellos dedos, pero no tuvo fuerza para hacerlo. Entonces la figura se acerco mas y reconocio a Themila Gan Lin.

— ?Tarod! ?Puedes oirme?

Sus palabras despertaron un recuerdo que le hizo retroce der nu-chos anos y evocar el momento en que habia despertado del delirio producido por el dolor y el peligro, y se habia encontrado por primera vez en el Castillo. Pero no era una ilusion; habia vuelto al mundo de la realidad.

Quiso responder a Themila, pero su garganta estaba demasiado seca. Ella le acerco una taza a los labios; el agua fresca fue para el como el mas dulce de los vinos y aflojo el nudo que tenia en la garganta, hasta que pudo hablar.

— Themila...

Estaba demasiado debil para poder tocarla, pero al menos le pudo sonreir.

La voz de Themila temblo al murmurar:

—No trates de moverte. Grevard vendra en cuanto pueda.

— ?Oh, si!

Estaba vivo. Le costaba creerlo. Pero estaba vivo.

—?Es de noche? —pregunto, cuando hubo recobrado sufi cien-temente la voz.

— Noche cerrada — le dijo Themila, con voz extranamente entrecortada, cosa que el no comprendio—. ?Oh, Tarod..., hemos temido tanto por tu vida! Grevard habia perdido toda esperanza, y ahora... — Se levanto y se acerco a la ventana, contemplando la oscuridad banada por la luz de la luna—. Tal vez sea un buen presagio, a pesar de todo...

Tarod estaba perplejo. Como todavia tenia la mente con fusa, podia recordar muy poco de los sucesos que le habian provocado aquel delirio, y todavia menos de sus experiencias durante el coma. Pero algo se agitaba en lo mas recondito de su memoria...

Themila abrio un poco mas las cortinas y, por primera vez, el la vio claramente. Llevaba un traje de noche largo, con una capa y, encima de la capa, una banda purpura desde el hombro izquierdo hasta la cadera derecha. El purpura era el color de la muerte... Themila estaba de luto.

Tarod trato de incorporarse y maldijo su debilidad, que le impedia hacerlo.

—Themila..., esa banda...

Ella se volvio de nuevo hacia la cama, pero antes de que pudiese responder se abrio la puerta del dormitorio y entro Keridil. Llevaba una linterna que proyectaba una fuerte luz sobre su cara, y Tarod vio inmediatamente la tension que se reflejaba en sus facciones. Keridil se acerco y le miro, pero parecio incapaz de hablar. Y Tarod vio que sus ojos estaban enrojecidos y que tambien el llevaba una banda purpura, identica a la de Themila salvo por un sencillo dibujo bordado en oro debajo del nudo del hombro.

Un doble circulo, cortado por un rayo. Solamente existia una banda como esta, y solo un hombre en todo el mundo tenia derecho a llevarla. Era la banda del Sumo Iniciado que llevaba luto por su predecesor.

Y entonces recordo. Yandros..., una vida por una vida... Con una fuerza que no creia tener, Tarod se agarro a la columna mas proxima a la cama y se incorporo, venciendo el dolor. Sus ojos, fijos en Keridil, reflejaban un tormento que este no comprendio. Al fin dijo:

— ?Que ha pasado?

—Mi padre murio hace dos horas, al salir la primera luna.

Keridil se sento sobre la cama, con la cabeza gacha, y las manos hundidas en los rubios cabellos, como si estuviese desesperadamente cansado.

Tarod cerro los ojos para impedir el paso a los pensamientos que querian infiltrarse en su mente.

—Que Aeoris reciba su alma... —murmuro.

CAPITULO 8

Las letras de la pagina del libro bailaban ante los ojos de Tarod, convirtiendose en imagenes enmaranadas carentes de sentido. Respiro hondo, pellizcandose el puente de la nariz con el indice y el pulgar; despues sacudio su mata de negros cabellos y quiso seguir leyendo.

Fue inutil. Se habia esforzado durante demasiado tiempo y su cerebro se rebelaba contra las interminables horas de lectura. Suspiro, cerro el libro y cruzo la biblioteca para devolverlo. Al empujar el lomo de mal grado, para colocar el volumen en linea con sus comp aneros, oyo unas pisadas que se acercaban, miro hacia abajo y vio a Themila que, con los brazos en jarras, le dirigia una mirada acusadora.

— ?Es que no aprenderas nunca, Tarod? Sabes lo que dijo Grevard. ?Nada de esfuerzos mentales hasta que el declare que estas completamente recuperado! Y te encuentro aqui, cuando hace apenas siete dias que te has levantado de la cama...

Tarod le impuso silencio apoyando ligeramente un dedo en sus labios; despues se inclino para darle un beso en la frente, mientras ella seguia refunfunando.

—Precisamente habia acabado.

Habria podido anadir «y fracasado», pero no lo dijo. Ni Themila ni Keridil sabian el tiempo que habia pasado buscando entre aquellos libros antiguos, ni la razon de que lo hiciese; pero todavia queria guardar el secreto.

— ?No tendrias que haber empezado! — le amonesto Themila—. ?Despues de todo lo que has sufrido... !

—Por favor, Themila... —La asio de los hombros y la sacudio con delicado afecto—. Agradezco tu interes, te lo aseguro. Pero entre tu y Keridil, me convertiriais en un invalido, si os dejase. Estoy bien, Themila. Y ahora, ?quieres dejar de cuidarme como una madre durante todas las horas del dia?

Ella se mordio el labio, confusa, y despues suavizo su actitud.

—Si hubiese tenido un hijo la mitad de revoltoso que tu, ?tendria los cabellos blancos! Pero, bueno, reconozco que no podrias hallarte en mejor estado. Y siendo asi, ?por que no duermes un poco, para prepararte para manana?

El se habia olvidado de manana...

— En primer lugar — prosiguio Themila —, me prometiste acompanarme en el desfile. Y aprecio en lo que vale este honor: no es frecuente que una simple Iniciada de tercer grado tenga ocasion de aparecer en ceremonias importantes con un distinguido Adepto. Ademas, tu nombre esta en la lista del palenque.

—?Que?

— Si. Mira la lista que esta colgada en el comedor, si no me crees. Te inscribiste hace tres noches, a ruegos de Keridil.

—Debia de estar borracho.

—Lo estabais... los dos, ?y menudo espectaculo disteis!

—Themila se echo a reir al recordarlo, sabiendo que tanto Tarod como Keridil habian tratado de mitigar, despues de la muerte de Jeh-rek, un sentimiento que no podia borrarse por medios normales—. Pero esto no

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