de los clanes mas influyentes de su distrito, y su hija habia sido destinada, desde la cuna, a elevar la posicion de la familia a alturas aun mayores. Su ingreso en la Hermandad habia anadido otra estrella a su horizonte; ya no era simplemente noble, sino que se habia convertido, de la noche a la manana, en una mujer sumamente respetable. Y el hecho de que estuviese estudiando en la Residencia de la Tierra Alta del Oeste, de la que Kael Amion era Superiora, realzaba aun mas su prestigio.

Pero, durante los proximos siete dias, la mente de Sashka se ocuparia de pensamientos muy diferentes de los que cabia esperar en una Hermana Novicia. Tenia casi veinte anos y, en su provincia natal, esta era considerada una edad conveniente para casarse. La Hermandad no levantaba barreras contra el matrimonio (podia facilmente repartir su tiempo entre la Residencia y un hogar conyugal sin que se perjudicasen sus estudios), pero Sashka apuntaba mas alto. Y estas fiestas en honor del nuevo Sumo Iniciado podian darle una oportunidad ideal para relacionarse con clanes que pudiesen ofrecerle partidos mejores que los que se le habian presentado hasta ahora.

Los cascos de los caballos repicaron al pasar por debajo del cavernoso arco negro en direccion a la puerta de la entrada, y Sashka sintio un subito estremecimiento, mitad entusiasmo y mitad inquietud, en todo el cuerpo. Ni siquiera su estudiada despreocupacion podia insensibilizarla contra la primera vision del vasto patio, de los miles de ventanas brillantes, de las gigantescas torres que se alzaban vertiginosamente en aquel ciclo fulgurante, altivo y remoto, y trago saliva para ahogar una involuntaria exclamacion de asombro. Unos criados se adelantaron para ayudar a Sashka y a las otras mujeres a desmontar, y dos hombres que llevaban las insignias de oro de los Iniciados las saludaron ceremoniosamente antes de acompanarlas hacia una esqui na donde se habia formado un grupo numeroso de Hermanas. Sashka se habia puesto ya en marcha cuando oyo una voz que la llamaba. Se volvio y vio a su padre, a poca distancia, que le estaba haciendo senas.

— ?Mi querida hija! —dijo el padre, abrazandola calurosamente—. Envie a Forman para que me anunciase tu llegada. ?Donde vas a sentarte?

Sashka le beso en ambas mejillas y senalo en la direccion que s e-guian sus companeras.

El lanzo un bufido.

— ?Uff, te sentirias perdida entre la chusma! Ven; tu madre y yo tenemos un buen sitio, desde donde podras verlo todo perfectamente. —Le rodeo la cintura con un brazo, estrechandola carinosamente—. Y otros podran verte a ti, lo cual es tal vez aun mas interesante, ?no?

El siempre la comprendia...

—Gracias, padre —dijo ella, satisfecha y, sin volverse a mirar a sus amigas, se dejo conducir por el.

Mientras el sol ascendia hacia el cenit, llenando el vasto cielo de una luz roja de sangre, aparecio en el patio la comitiva que indicaba el comienzo de la ceremonia de investidura del nuevo Sumo Iniciado del Circulo. Marcha ban al frente tres hileras de dignatarios en perfecta formacion; en la primera, los representantes oficiales del Alto Mar-grave, en traje de etiqueta, sosteniendo cada uno de ellos la vara dorada propia de su cargo, como una espada delante de la cara; en la segunda, los miembros mas distinguidos del Consejo de Adeptos; en la tercera, las mas antiguas Hermanas de Aeoris, llevando todas ellas una banda amarilla que las indentificaba como representantes de la Ma-triarca. Detras de estos heraldos, y sintiendose mas solo que en cualquier otro momento de su vida, venia Keridil, con una capa bordada en oro sobre los hombros y una cinta con la insignia de Sumo Iniciado cinendole la frente. Al salir al patio, pestaneo al ver la multitud y se paso nerviosamente la lengua por los labios; despues, haciendo un esfuerzo, recobro su aplomo y miro decididamente hacia adelante. Detras, formando el grueso de la comitiva, marchaban los Adeptos, los Consejeros, los Margraves y los Ancianos de las provincias, entrando con lenta dignidad en el patio, en medio de un imponente y casi fantastico silencio.

La procesion se detuvo en el gran patio cuadrado donde iba a celebrarse el Rito de la Investidura. Los emisarios oficiales se volvieron y Keridil avanzo hasta plantarse delante de ellos, convirtiendose en el centro de toda la atencion. El procedimiento era bastante sencillo, a pesar de su solemnidad. Primero, los oficiales del Alto Margrave pronunciarian un discurso declarando que este confirmaba en su cargo al nuevo Sumo Iniciado; despues, la representante principal de la Ma-triarca daria su bendicion, y por ultimo, todos los pertenecientes al Circulo desfilarian y prestarian juramento de lealtad y fidelidad al sello del Sumo Iniciado. Despues de todo esto, la comitiva saldria del Castillo, para que la muchedumbre que no habia podido introducirse en el recinto de las negras murallas pudiese ver con sus ojos a Keridil, y este dirigiria una Oracion e Invocacion a Aeoris que seria seguida por toda la multitud.

Themila estaba al lado de Tarod, consciente de que el hecho de ir de pareja con un Iniciado del septimo grado le permitia estar en un lugar preferente en el desfile, lugar que, de otro modo, nunca habria podido esperar. La cola del traje de Consejera, que habia sacado de un baul y limpiado para la ocasion, la habia hecho tropezar dos veces, y el brazo que apoyaba ceremoniosamente en el de Tarod empezaba ya a dolerle, debido al esfuerzo que le exigia la diferencia de estatura. Tarod vestia austeramente, en comparacion con la mayoria de sus iguales, y esto daba mayor atractivo a su figura; pero parecia preocupado, habia inquietud en sus ojos e intranquilidad en sus gestos. Ella le apreto un poco la mano, y Tarod sintio el ligero contacto y la miro.

Themila sonrio. Murmurando como habia aprendido durante las largas sesiones en la camara del Consejo, dijo:

—Creo que Keridil se alegrara cuando termine esta parte de la celebracion.

Tarod observo un instante la ancha espalda de Keridil. La carga de su responsabilidad era ya patente, y Themila y Tarod no eran los unicos que habian advertido el cambio.

—Gracias a los dioses, la ceremonia es corta —murmuro el—. Cuando haya terminado, nuestro nuevo Sumo Iniciado podra disfrutar al fin de su posicion.

—Cierto. ?Pero no te atrevas a emborracharle esta noche!

Tarod arqueo las cejas, fingiendose escandalizado, y despues adopto bruscamente una expresion de seriedad.

—Sospecho que estare demasiado ocupado en emborracharme yo para que pueda ocuparme de Keridil.

—?Como? —dijo Themila, que no le habia oido bien.

Tarod sonrio.

— Nada. Prestemos atencion a la ceremonia.

Las formalidades habian terminado. Se habian pronunciado los largos discursos y hecho las presentaciones, y el Circulo y sus invitados pudieron quitarse al fin las rigidas mascaras del ritual y empezar a relajarse, preparandose para las fiestas mas animadas que figuraban en el programa.

Esta noche se celebraria un banquete en el gran salon, seguido de musica y baile, y Keridil, mientras se dirigia a traves de la muchedumbre a la puerta principal del Castillo, confio en que los invitados mas viejos siguiesen su ejemplo y no insistiesen en convertir la velada en un aburrido ejercicio de cumplidos. Necesitaba relajarse un poco, olvidar los rigores de la investidura. El deber era una cosa, pero las formalidades que podia soportar un hombre tenian su limite, y Keridil se sentia fatigado y necesitado de descanso.

La gente le detenia continuamente para felicitarle, y tardo algun tiempo en llegar a la puerta principal. Alli encontro a Tarod que le estaba esperando, apoyado en las piedras talladas de la entrada.

Keridil agarro a su amigo de los hombros, en un breve ademan de salutacion.

—Bueno, lo peor ya ha pasado —dijo, levantando la cinta para enjugarse la frente—. Sin duda tendre que conocer muchas caras nuevas esta noche y mostrarme cortes con ellas, pero creo que podre hacerlo bastante bien, ?en cuanto haya tomado una copa de vino para fortalecerme!

—Hasta ahora te has portado magnificamente, Keridil —declaro Tarod—. Me ha impresionado mucho tu discurso al aire libre. ?Tu confianza decia mucho en favor tuyo!

—Viniendo de ti, ?esto es un gran cumplido! —dijo maliciosamente Keridil, y despues se echo a reir—. Pero, hablando en serio, la confianza era fingida. No sabes lo que es estar plantado alli, ante aquel inmenso mar de caras, sabiendo que todo el mundo te mira... Es como un juicio publico. —Pero, mientras hablaba, recordo lo mucho que le habia conmovido aquella experiencia; aquella multitud que se extendia hasta donde podia alcanzar con la mirada, todos ansiosos, todos escuchandole, todos deseandole venturas—. No podia acordarme de las palabras de la Exhortacion —confeso, en voz baja —. Habria sido una buena manera de empezar, ?no crees?

— Pero al final te acordaste.

—Si. — Keridil guardo silencio un momento; despues suspiro—: Tarod, creo que te envidio.

— ?Por que?

—Oh..., no me interpretes mal; en realidad, no tengo dudas. Pero ya no soy el mismo que era. De hoy en adelante, hasta el dia de mi muerte, todo lo que haga tendra que ser para el bien del Circulo, y mis deseos

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