—?Donde has estado? —grito el flaco boyero en cuanto ella pudo oirle.
Cyllan miro por encima del hombro y vio que Tarod se encaminaba de nuevo al Castillo.
—Mirando las casetas —dijo.
—Ya veo. La dama no tiene ahora nada que hacer, ?verdad? — Fue a darle una bofetada, pero Cyllan la esquivo, gracias a su experiencia—. ?Vuelve a las tiendas! Hay que preparar la comida, y si te imaginas que alguien va a hacer tu trabajo, ?estas muy equivocada! — De pronto la miro maliciosamente, al darse cuenta de que ella seguia todavia con los ojos la alta figura del Iniciado que se estaba alejan do—. Y haras mejor en no mirar tan alto, chica —anadio con tono mordaz—. ?Tienen rameras mejores que tu en el Castillo!
Cyllan se sonrojo y se mordio la lengua para no replicar airadamente. Despues de una ultima mirada atras, se volvio y siguio al ganadero hacia el puente.
Alguien mas estaba observando con especulativo interes a Tarod, que entraba en el patio del Castillo y se encaminaba a la puerta principal. Gracias a la influencia de su padre, Sashka habia ocupado un sitio desde el que podia ver perfectamente los actos del dia; se habia fijado en el hombre de cabellos negros que habia tomado parte en el desfile, y este habia despertado su interes. Despues de la ceremonia, le habia visto con el Sumo Iniciado y comprendido claramente que los dos eran intimos amigos. Una discreta investigacion le habia revelado su nombre y grado, cosa que le intereso aun mas. No solamente le parecia atractivo su aire de fria arrogancia, sino que penso que debia de ser un hombre influyente en la jerarquia del Castillo.
Le gustaria conocerle, y creyo que no le resultaria dificil, durante el banquete de la noche, lograr que se lo presentaran. Ademas, podria facilitarle un encuentro con el propio Sumo Iniciado...
Se volvio a su padre y apoyo carinosamente los finos dedos en su brazo dijo: —Padre...
El le sonrio afectuosamente, sintiendose orgulloso de ella.
—Si ?hija mia?
— Padre, ?querras hacer algo por mi? ?Un gran favor? Esta
noche, durante el festin...
CAPITULO 9
—Y ahora, amigos mios, companeros Adeptos, buenas Her manas y Senores... —Keridil hizo una pausa para recorrer el salon con la mirada y sonrio, vacilando con cierta timidez—. Solo me queda daros humildemente las gracias por vuestra bondad y por los buenos deseos que me habeis prodigado hoy. Mi gratitud por el honor que me haceis no puede expresarse con palabras, pero prometo solemnemente que hare cuanto este en mi poder para corresponder a la fe que habeis puesto en mi. Espero y pido a los dioses que sepa mostrarme digno de vosotros. Gracias, amigos mios, y que Aeoris os bendiga a todos.
Los aplausos que sonaron al terminar el Sumo Iniciado su discurso fueron tan moderados como exigia la ocasion, pero el calor con que fueron recibidas sus palabras era inconfundible. Gracias a su juventud y su autentico atractivo, reforzados por la rigurosa educacion que le habia dado Jehrek, Keridil descubria, con gran sorpresa por su parte, que su popularidad estaba asegurada desde el principio. Todavia tenia algun recelo, pero los acontecimientos del dia habian contribuido mucho a fortalecer su vacilante confianza.
Cuando se levanto de su silla en la mesa de la presidencia del comedor del Castillo y se extinguieron los aplausos, unos musicos ocuparon su puesto en la galeria del fondo del salon y tocaron las primeras notas de un baile de ceremonia. Keridil miro un momento a su alrededor; despues tendio una mano a Themila Gan Lin, invitandola a bailar. Se movieron con majestuosa gracia entre la doble hilera de espectadores y, cuando hubieron terminado de dar la vuelta al salon, otros empezaron a bailar a su vez, hasta que la pista se lleno de abigarradas parejas con revuelo de faldas y destellos de joyas que brillaban a la luz de las largas hileras de velas y antorchas.
Sentado en su lugar en la mesa de la presidencia, Tarod observaba el baile, sonriendo ligeramente. El habia sugerido al Sumo Iniciado que eligiese a Themila como pareja en el importantisimo primer baile; una maniobra diplomatica encaminada a asegurar que ninguna familia noble pudiese alegar, con vistas al futuro, que su hija casadera habia sido preferida a otras. Con ello habia conseguido tambien frustrar las intenciones del terrateniente Simik Jair Sangen, padre de Inista, que tuvo que contentarse con la seguridad de que tendria tiempo sobrado de hablar mas tarde con el Sumo Iniciado. Y habia habido otros, ai-siosos de conseguir una audiencia, que habian estado fijandose en Tarod como su mejor aliado en potencia, ya que era de todos conocida su gran amistad con Keridil.
Tarod encontraba sumamente irritantes los halagos, las maquinaciones y los ocasionales intentos de soborno. Hasta ahora, habia conseguido dominar su genio vivo, consciente de que no le haria ningun favor a Keridil si perdia los estribos, pero su paciencia se estaba agotando. Una vez mas, dio silenciosamente gracias a los dioses por haber resistido la tentacion de participar en la vida politica del Circulo; por muy encumbrado que hubiese sido el cargo que hubiera podido alcanzar, los sacrificios que le habria costado le habrian resultado insoportables.
De pronto, se dio cuenta de una presencia a su lado. Se volvio de mala gana, preparandose para otro encuentro con algun padre inoportuno, y se sorprendio al encontrarse con los candidos ojos castanos de una mujer mas joven que el.
Ella sonrio y levanto el fino velo translucido que llevaba para que el pudiese verle bien la cara. Una Hermana Novicia, y era hermosa. A pesar de su tendencia al ascetismo, Tarod era tan susceptible como cualquiera a la belleza femenina, y esta joven tenia un atractivo que no podia compararse con el de las adorables pero un tanto insulsas hembras con quienes habia tenido fugaces y generalmente muy breves amorios. Habia como un desafio en su expresion y en el voluntarioso pero agradable perfil de la barbilla; el porte confiado de su alta y graciosa figura revelaba que estaba acostumbrada a mandar y a ver cumplidos sus deseos. Tarod le sonrio a su vez e inclino cortesmente la cabeza.
— ?En que puedo servirte?
Visto de cerca, penso Sashka, era aun mas imponente de lo que parecia de lejos; su gracia natural adquiria un aspecto ligeramente intimidante a causa de su poco corriente estatura y de la constante fijeza de sus ojos verdes. Sin embargo, algo en el, un aura, habria dicho su Maestra de Novicias, hizo que su pulso se acelerase de un modo que la intrigo y la excito. Era muy atractivo, y presumio que habia lugares reconditos en su naturaleza que merecian ser explorados por una mujer dotada del valor necesario para ello. Sashka creia que el valor era una cualidad de la que ella no carecia, y su objetivo inicial, que era persuadir a Tarod de que le presentase al Sumo Iniciado, empezo a parecerle menos apremiante.
Decidio mostrar la misma confianza fria de Tarod, en vez de mostrarse timida, y senalo solemnemente las parejas que bailaban.
—He visto que no tenias pareja de baile, Senor. Yo me encuentro en la misma situacion, y por esto me pregunte si me harias el honor de acompanarme.
Su voz de contralto era afectuosa, y Tarod se sintio desarmado por su audacia. Su invitacion, en flagrante quebrantamiento del protocolo, habia sido formulada con tanta naturalidad.
—Sera un placer.
Entraron en la pista y los que bailaban se separaron un poco para dejarles sitio. La muchacha era una bailarina consumada, confirmando la impresion inicial de Tarod de que su clan podia permitirse prescindir de los convencionalismos sociales, y aunque normalmente le interesaban poco estos pasatiempos, se sorprendio al descubrir, al cabo de unos momentos, que le divertia el baile.
Keridil, que bailaba todavia con Themila, se cruzo dos veces con ellos, y en ambas ocasiones dirigio a Tarod una mirada de interrogacion a la que este replico con la mas absoluta impasibilidad. Al fin termino la pieza, las parejas aplaudieron cortesmente y Tarod y Sash-ka se dirigieron a una mesa desocupada a un lado del salon, al pie de una alta ventana. Grandes antorchas habian sido encendidas en el patio exterior, y la luz difusa por el cristal translucido hizo resplandecer los cabellos de la joven y acentuo el tono de su piel. Sashka se sento en la silla que le ofrecio Tarod.
— Gracias, Senor — dijo, empleando todavia el tratamiento formal, pero dirigiendole al mismo tiempo una mirada desafiadora y prometedora—. Empezaba a temer que pasaria toda la velada como una extrana al lado de mi padre.
El sonrio, divertido.