su influencia malefica y permanecer fiel a si mismo y al Circulo.

Tenia que convencer al Consejo de que estaba en lo cierto. Tenia que vencer las sospechas y los prejuicios con que tendria que enfrentarse esta noche, y creia que podria lograrlo. Con el apoyo de Keridil y Themila (nadie mas capacitado que ellos para hablar en su favor, ya que solamente ellos habian visto a Yandros en persona), el Consejo se convenceria, fuesen cuales fueren los esfuerzos de...

Entonces llamo alguien a la puerta y el levanto la cabeza, sorprendido. Una rapida mirada a la ventana le mostro que el cielo se estaba tinendo de rojo al empezar a ponerse el sol, y el pulso de Tarod se acelero.

— Adelante...

Dos jovenes Iniciados de segundo grado, vistiendo la librea de ordenanzas del Consejo y llevando sendas antorchas, entraron en la habitacion, y uno de ellos hizo una reverencia.

—Nos han enviado para escoltarte, Senor. Se esta reuniendo el Consejo de Adeptos.

Tarod se levanto, sorprendido y un poco desconcertado de que Keridil prestase tanta atencion al ceremonial. Normalmente no se seguia un protocolo minucioso, a menos que se tratase de un asunto realmente grave, y la idea de que Keridil lo hubiese considerado necesario inquieto a Tarod. Pero si queria ganarse la confianza del Consejo, era mejor que acatase las ordenes...

Busco su capa de gala y se la echo sobre los hombros; despues se aliso los revueltos cabellos con las manos.

—Muy bien —dijo—. Estoy dispuesto.

Habia pocas personas en el Castillo, aparte de los criados, cuando los jovenes Iniciados, marcando el paso, escoltaron a Tarod hasta la camara del Consejo, contigua a las habitaciones del Sumo Iniciado en el ala central. Al acercarse a la camara por el pasillo cada vez mas oscuro, Tarod se sorprendio todavia mas al ver una guardia ceremonial de siete hombres, con las espadas desenvainadas, delante de la doble puerta. Espero con creciente aprension a que se cumpliesen las formalidades de identificacion y admision, despues de las cuales se abrieron al fin las puertas y se les permitio la entrada.

Tarod se detuvo en seco en el umbral. La camara del Consejo era una de las salas mas grandes del Castillo, y ahora estaba llena a rebosar. Sobre un estrado, al fondo hallabase sentado Keridil, y, a su lado, los Consejeros de mas categoria. La capa de oro y la cinta en la cabeza, propias de su rango, le hacian parecer remoto y un poco irreal. En una plataforma mas baja, delante del estrado, estaban los otros mie m-bros del Consejo; entre ellos reconocio Tarod a Themila, de afligido aspecto, y a dos asientos de distancia, los rojos cabellos de Rhiman Han.

Y llenando el resto del salon, en las plazas tradicionalmente reservadas a los no consejeros que deseaban asistir a las reuniones, estaban otros Iniciados. Tarod presumio que casi todo el Circulo debia de estar presente, sentados o de pie, segun el espacio de que disponian, y dejando solo un estrecho pasillo entre la puerta y el estrado de los Consejeros. Todas las caras estaban vueltas hacia el, mirandole con curiosidad, y Tarod domino un estremecimiento.

Keridil se levanto en el fondo del salon.

— Tarod, Adepto de septimo grado del Circulo, aproximate.

Todo el espectaculo empezaba a tomar el aspecto de un mal sueno... o de un juicio. Tarod avanzo entre las expectantes filas de Iniciados hasta que llego a una silla que habia sido colocada en el pasillo delante del estrado. Miro a Keridil y vio inquietud en los ojos de su amigo. Keridil trato de dirigirle una sonrisa tranquilizadora, pero fracaso en su intento. Carraspeo.

—Se abre el pleno del Consejo de Adeptos.

Hizo una senal con la cabeza y los guardias cerraron la puerta de golpe. Al extinguirse el ruido, alguien revolvio unos papeles con innecesaria minuciosidad y Keridil miro los documentos que tenia delante de el.

—Como sabeis muchos de vosotros, esta reunion ha sido convocada para que el Consejo y el Circulo puedan tener perfecto conocimiento de las circunstancias que rodearon un suceso acaecido la noche pasada en el Salon de Marmol —dijo.

Por consiguiente, el Consejo estaba ya enterado, cosa que explicaba la insistencia de las formalidades. Tarod se sintio desconcertado, pero conservo su expresion enigmatica.

— Debemos —prosiguio Keridil — valorar las implicaciones y posibles consecuencias de este acontecimiento, y decidir la accion que hay que tomar, si es que hay que tomar alguna. Por consiguiente, propongo que iniciemos la sesion con un relato detallado de lo que sucedio la noche pasada, de manera que todos esteis perfectamente informados de los hechos. — Levanto la mirada una vez mas e hizo una sena con la cabeza a Tarod—. Ten la bondad de sentarte.

Tarod obedecio mecanicamente, sabiendo, con una terrible impresion de fatalismo, que su esperanza de inclinar al Consejo en favor de su manera de pensar era casi vana. Les habian dicho ya lo bastante para influenciarles; al mirar las hileras de caras, casi podia leer las mentes detras de las expresiones cuidadosamente controladas. Aunque fuese el mejor orador del mundo, habria sido ridicula la idea de ganarlos para su causa.

Y asi escucho en silencio el relato entero del encuentro con Ya n-dros. Keridil hizo una explicacion escrupulosamente completa y exa c-ta, sin omitir detalle, pero, mientras hablaba, Tarod vio que se nublaban y endurecian las caras de los Consejeros. Con frecuencia hacian la senal de Aeoris, como para librarse de alguna presencia maligna, y Tarod tuvo que dominar el impulso de levantarse y salir de la camara, sabiendo que su comportamiento impertinente solo podria perjudicar su causa.

Por fin termino Keridil y, durante lo que parecio una eternidad, la sala permanecio en silencio. Entonces, al principio despacio y despues con creciente intensidad, empezaron las preguntas.

— Hemos oido que evocaste consciente y deliberadamente a un Senor del Caos. ?Es verdad?

Tarod miro fijamente al viejo Consejero que habia hecho la pregunta.

—Lo hice. Pero entonces no sabia a quien... a que... estaba evocando.

— ?Y ahora no tienes dudas?

—No tengo ninguna duda.

Era una confesion peligrosa, pero tenia que convencerles de que la amenaza de Yandros era real.

—?Como puedes estar tan seguro? —replico rapidamente el que le estaba interrogando—. Han existido casos comprobados de Adeptos de alto rango que han sido enganados por entes astrales; sin embargo, tu pareces completamente seguro del terreno que pisas...

Contestar estas preguntas era como andar sobre ascuas. Tarod dijo prudentemente:

—Creo, Senor, que ya has oido la opinion personal del Sumo Iniciado sobre la... autenticidad de la manifestacion. Ni el ni yo ni The-mila Gan Lin dudamos un solo instante de la naturaleza de Yandros y, con todo respeto, tampoco tu habrias dudado si hubieses estado presente.

El interrogador fruncio los labios y murmuro algo a su vecino, y otro hombre dijo:

— Sin embargo, conociendo la naturaleza de aquel ente, segun tu le llamas, cuando el Sumo Iniciado comenzo la Septima Exhortacion de Destierro, impediste que terminase el rito. ?Por que?

— ?Por que no iba a quedarme alli parado, viendo como le mataban! — respondio furiosamente Tarod —. Yandros habria podido destruirle antes de que se diese cuenta, y lo habria hecho si...

—?Con que has tenido una vision privilegiada de la mente de un Senor del Caos, Tarod! —le interrumpio una voz nueva y conocida. Desde la plataforma inferior, Rhi man Han miro con hostilidad a su antiguo rival y, al no responder Tarod inmediatamente, el pelirrojo prosiguio—: Creo, amigos mios, que nos estamos acercando al meollo del asunto. Tarod afirma conocer las intenciones de Yandros, y Yandros, segun acabamos de oir, sostiene que tiene un parentesco, en el sentido literal de la palabra, con Tarod. Si esto es verdad, solo hemos de responder a una pregunta, y esta es: ?que clase de serpiente hemos estado albergando entre nosotros durante todos estos anos?

La cara de Tarod palidecio de ira, y Themila replico a Rhiman:

— ?Como te atreves a hablar asi? Si no se te ocurre un comentario mas constructivo, Rhiman, ?sera mejor que te muerdas la lengua!

—Mi querida Themila, ?estoy siendo mas constructivo que todos nuestros distinguidos colegas juntos! — repuso Rhiman—. Y repito: si Tarod es pariente del demonio Yandros, ?no es un verdadero mortal!

Se levanto y Tarod se dio cuenta de que todos los que se hallaban en el salon estaban escuchando atentamente. Por un momento, espero que Keridil atajase el exabrupto de Rhiman, pero Keridil permanecio inmovil.

—?Este hombre —siguio diciendo Rhiman— lleva su alma en una joya? Que hombre es visitado en suenos por

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