podia moverse, no podia respirar; su mente luchaba contra la inexorable voluntad que la retenia, pero era impotente.

Tarod sonrio, y su sonrisa hizo que Drachea quisiera gritar. El lugubre semblante estaba cambiando; los ojos se entrecerraban, ardiendo con una luz inhumana; los negros cabellos eran como una sombra totalmente oscura. En un instante de terrible revelacion, vio Drachea lo que Cyllan habia visto en la cara tallada de la estatua: la malevolencia, el conocimiento, el poder absoluto, que se ocultaba detras de la mascara. Emitio un sonido gutural, inarticulado, suplicante. La sonrisa de Tarod se acentuo y los dedos de su mano se doblaron como trazando un simbolo invisible.

El lazo que esclavizaba a Drachea se rompio, y este aullo como un animal herido, con los ojos desorbitados y las manos buscando a tientas algun asidero en el suelo. Tarod, al verlo, reconocio la pesadilla y solto una carcajada. La ultima vez que Drachea se habia cruzado con el, solo le habia mostrado un breve atisbo de los horrores que podia conjurar si le apetecia. Ahora, el castigo era implacable.

—No... N-no...

Era la unica palabra que Drachea podia articular con las confusas y suplicantes incoherencias que acudian en tropel a su garganta. Se arrastraba sobre las manos y las rodillas, como un raton mortalmente herido que tratase de huir de un gato hambriento, y Tarod le seguia lentamente, tranquilamente, manteniendo las enganosas ilusiones y manipulandolas de manera que el terror de Drachea era cada vez mas fuerte, empujandole hasta el borde de la locura. No sentia verdadero odio contra Drachea, su desprecio era demasiado grande para ello, y lo que hacia no le daba satisfaccion. Pero algo le habia impulsado; un furor que no podia contener. Una emocion que le superaba.

Drachea estaba sollozando, acurrucado en posicion fetal en el pasillo y tratando al parecer de clavar las unas en la pared, como si tras ella hubiese algun refugio. La ira de Tarod habia alcanzado su punto culminante y estaba desapareciendo con la misma rapidez con que habia surgido. Miro al desgraciado encogido a sus pies. Seria muy facil matarle. Un solo movimiento, y habria terminado... Pero parecia inutil. Era mejor que Drachea siguiese viviendo, y recordase...

Dio un paso atras. La ultima vez que habia perdido el dominio de si mismo, un hombre habia muerto, y de muerte cruel; pero aquello, como tantas otras cosas que le atormentaban, pertenecian aplazado. Ahora no tenia las mismas motivaciones.

?O acaso si? La idea le disgusto y, cuando miro de nuevo a Drachea, sintio algo parecido al remordimiento. Giro sobre sus talones y se alejo por el pasillo en direccion a la puerta principal. Pudo oir detras de el unos sollozos enloquecidos y suplicantes que se iban apagando al aumentar la distancia, y este ruido dejo un sabor amargo en su boca.

Dos espadas y una ligera daga de hoja fina era cuanto Cyllan habia podido encontrar, pero de todos modos estaba satisfecha del producto de su rapina. La teoria de que podia haber un arsenal junto a las caballerizas del Castillo habia resultado equivocada y, despues de una busqueda inutil, habia empezado a inspeccionar las habitaciones individuales del gran edificio y encontrado lo que necesitaba. La experiencia de registrar aquellas camaras habia sido horripilante, le habia parecido una profanacion buscar entre los objetos personales de hombres y mujeres cuyas vidas habian sido bruscamente suspendidas y que ahora languidecian en un mundo inimaginable, si era que existian todavia; y habia tenido que hacer acopio de voluntad para iniciar la busqueda. Eran muchos los artefactos que contaban su propia conmovedora historia; una chaqueta desgarrada, con una aguja de costura enhebrada prendida en ella; dos copas de vino vacias junto a una cama revuelta; un fajo de papeles con sencillos dibujos trazados por una mano infantil. Todo ello habia sido un elocuente recordatorio de que el Castillo habia vivido y respirado y resonado con los ruidos de sus moradores humanos.

Cyllan habia ignorado, aunque con dificultad, las prendas de vestir que habia encontrado en algunas habitaciones. Trajes y capas de ricas telas, graciosos y elegantes zapatos que sabia que podrian ser de su medida, joyas... entre las que habria podido elegir casi sin parar, si hubiese sido capaz de acallar su conciencia y hurtarlas. Pero, en vez de esto, las habia dejado de mala gana a un lado, y dejado sus fantasias con ellas, y se habia concentrado en su tarea inmediata.

Afortunadamente, su busqueda la habia llevado al piso superior de aquella ala del Castillo, donde sabia que era menos probable que se encontrase con Tarod. Se habia equivocado dos veces al volver a su habitacion, pero el laberinto de pasillos le era cada vez mas familiar y corria poco peligro de perderse en el. Estaba cruzando el ancho rellano en que terminaba la escalera principal, cuando sus oidos atentos captaron un debil sonido, y se quedo helada. Alguien se estaba muriendo, en la escalera...

Conteniendo el aliento, avanzo despacio, manteniendose pegada a la pared. El ruido parecio haber cesado, y no vio ninguna sombra que delatase que alguien se estaba acercando. Mas confiada, cruzo el rellano para mirar por encima de la baranda...

Dejo caer las espadas y la daga, que chocaron contra el suelo con gran estrepito. Bajo corriendo la escalera hasta encontrar una figura tendida en el suelo en mitad de aquella.

Drachea no estaba del todo inconsciente, pero las ultimas fuerzas que le habian permitido llegar arrastrandose, pulgada a pulgada, desde la puerta del Sumo Iniciado hasta aquel lugar, se habian agotado. Sus manos agarraban debilmente el borde del proximo peldano; tenia las unas rotas y ensangrentadas, como si hubiese tratado de abrirse paso a traves de una pared de piedra, y fuertes estremecimientos sacudian su cuerpo.

— ?Drachea!

Cyllan trato de ayudarle a incorporarse, pero el no pudo hacerlo. Horrorizada, le dio la vuelta. Tenia los ojos firmemente cerrados, palido el semblante, y parecia, increible mente, estar tratando de reir, aunque ningun sonido brotaba de sus exangues labios.

Dulce Aeoris, ?que le habia ocurrido? No podia quedarse tumbado alli, ?tenia que llevarle a una cama! Cyllan se agacho, paso las manos por debajo de los brazos de Drachea y tiro con toda su fuerza. El gimio, pero estaba demasiado debil para oponer resistencia, y Cyllan, haciendo un gran esfuerzo, consiguio arrastrar su peso muerto hasta la cima de la escalera. Encorvada y jadeando, miro a lo largo del pasillo. La habitacion de el era la que estaba mas cerca... Respirando hondo, levanto de nuevo a Drachea, rezando para que no estuviese fisicamente lesionado, y le arrastro hacia la puerta sin demasiadas contemplaciones, con lo cual no hizo mas que empeorar las cosas.

Cuando llego a la habitacion, Drachea habia perdido el conocimiento, lo cual era una suerte para el. Pero los musculos de Cyllan protestaron cuando les obligo a hacer un ultimo esfuerzo para subirle a la cama. Le coloco en la posicion mas comoda posible y despues le observo de cerca para ver si podia encontrar alguna clave de lo que habia su cedido.

Por fortuna no habia senales visibles de lesion, aunque Cyllan no era curandera y sabia que facilmente podia pasar por alto algun sintoma grave. Tampoco podia imaginarse lo que habia pasado... pero una terrible sospecha se abria paso en su mente.

Se irguio, tratando de mitigar el miedo que se habia apoderado de ella. Fuera cual fuese la verdad, algo habia que hacer por Drachea, o este podia morir. Y el unico a quien podia dirigirse era posiblemente el unico responsable de que Drachea se hallase en este estado.

Le miro de nuevo y supo que no tenia mas remedio que pedir ayuda a Tarod. Lo peor que este podia hacer, y que seguramente haria era negarse...

Rapidamente, antes de que pudiese abandonarla el valor, salio corriendo de la habitacion, a lo largo del pasillo y hacia la escalera. Las espadas y la daga estaban todavia donde habian caido; vacilo y despues agarro el punal y lo introdujo en su cinto. No podia ocultarlo, pero le daba un poco de confianza. Despues bajo a toda prisa la larga escalera y se dirigio a la puerta principal del Castillo.

Cuando Cyllan llego al pie de la gigantesca Torre del Norte, la vista de la negra escalera de caracol que ascendia en una oscuridad total casi quebranto su resolucion. Habia visto una palida luz en la estrecha ventana de la cima y sabia que Tarod tenia que estar alli, pero la idea de subir por aquella escalera interminable, a traves de una oscuridad tan intensa que era casi tangible, era espantosa. Pero se armo de valor; tenia que hacerlo. Drachea necesitaba ayuda, y ella era su unica aliada.

?Y si Tarod se negaba a ayudarla? Habia pensado casi exclusivamente en esto mientras cruzaba el patio, pero, entre sus dudas y su confusion, brillaba una chispa de esperanza. A pesar de lo que sabia, a pesar del terror que habia sentido en su ultimo encuentro, creia haber reconocido al fin, en la biblioteca, una sombra de lo que era Tarod cuando le habia conocido, y se aferraba furiosamente a esa imagen. El la habia tratado amablemente, desmintiendo a los que le habian condenado, y penso que, si podia volver a tocarle la misma fibra, el la ayudaria ahora.

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