Tarod le levanto la cara, la estudio atentamente y despues parecio mas relajado.
—Muy bien; veo que me has dicho la verdad.
Por alguna razon que Cyllan no podia adivinar, el parecio alegrarse de aquello, aunque le habria sido bastante facil arrancarle la respuesta si le hubiese mentido.
Permanecio inmovil un momento mas y despues aparto la mano del pecho de ella, la llevo a la tela rasgada de la camisa y, delicadamente, la cubrio de nuevo con ella.
—Tapate —dijo—. Y no quiero que hables mas de sacrificios. Vuelve junto a Drachea y dile lo que has descubierto.
Ella fruncio el entrecejo.
— ?Que se lo diga a el? Pero...
Tarod se echo a reir; una risa ronca que contrasto vivamente con sus anteriores modales.
— Bueno, puedes decirselo o no, segun prefieras. ?A mi me da lo mismo! Drachea puede divertirse con sus juegos infantiles, pero no es ninguna amenaza. Si lo fuera, ya no estaria vivo.
Sus palabras eran bastante casuales, pero su significado estaba demasiado claro. Cyllan no respondio; simplemente, asintio con la cabeza y se volvio. Esta vez la puerta se abrio al tocarla; detras de ella, el largo tramo de escalera conducia al patio.
—Volveremos a vernos —dijo pausadamente Tarod al poner ella el pie en el primer escalon.
Cyllan no supo si estas palabras implicaban o no una amenaza, pero no quiso especular sobre ello.
Cuando Cyllan se hubo marchado, Tarod se quedo mirando los libros desparramados alrededor de sus pies. Estaba seguro de que Drachea habia irrumpido en la biblioteca por segunda vez, pero no sabia ni le importaba lo que el joven hubiese podido encontrar en su busqueda. Incluso los ritos mas importantes servian de poco en manos de un aficionado; Drachea carecia de importancia, y Tarod tenia otras cosas en que pensar.
Se encamino a la estrecha puerta del hueco de la pared y la abrio sin ruido. La luz relativamente brillante del pasillo cayo sobre el, dando un matiz cadaverico a su ya palido semblante, y aunque estuvo tentado de seguir una vez mas el camino que conducia al Salon de Marmol, resistio la tentacion. Nada podia ganar con ello: el Salon estaria, como siempre, cerrado para el.
Era lo que Tarod habia sospechado, y era tambien, en cierto sentido, una esperanza cumplida. En alguna parte de aquel lugar (en el plano fisico o en otro, esto no lo sabia) estaba la unica joya que era la clave de todo; y, como habia previsto, ahora sabia que podia emplear a Cyllan para encontrarla y devolversela. Sin embargo, este conocimiento solo le producia una satisfaccion que no era tal. Con la piedra, volveria a ser como le habia hecho el Destino: un ser cuyo origen no estaba con la humanidad, sino con el Caos. Recobraria los antiguos poderes; ningun hombre podria levantarse contra el, y si queria, podria abandonar toda pretension de mortalidad y elevarse de nuevo a las alturas que antano, en forma inmortal, habia gobernado.
Desde el momento en que habia cruzado la ultima barrera astral para detener el Pendulo del Tiempo, nunca habia puesto en duda aquel deseo. Habia sido en el como un rescoldo que solo esperaba la oportunidad de inflamarse. Pero ahora le parecia lejano e irreal. La meta, de pronto tan proxima, habia perdido su significado.
Recordo que una vez habia renunciado a la piedra del Caos con toda la pasion de que, entonces, habia sido capaz. Se habia jurado destruirla, aunque significase su propia destruccion, y cuando el Circulo se habia vuelto contra el, habia luchado contra el Circulo, subordinando su lealtad como Iniciado a la mas importante fidelidad que debia a Aeoris y a los Dioses Blancos. Desde que habia perdido la piedra, y su humanidad con ella, habia olvidado aquel desesperado juramento, pero ahora le hostigaba, cuando, en buena logica, debiera estar muerto y enterrado.
Por primera vez, desde que habia derrotado definitivamente al Circulo; Tarod empezaba a poner en tela de juicio tanto a si mismo como a las motivaciones que le impulsaban. Creia que habia perdido su humanidad..., pero emociones humanas de un pasado remoto y, segun creia, inalcanzables, le estaban llamando de nuevo. Los recuerdos gritaban en su mente, donde habia dominado la fria inteligencia; le embargaba una sensacion que reconocia como de dolor. Era como si se hubiese abierto una ventana que le permitia contemplar, mirando hacia atras, un mundo brillante y antano muy querido que ya no podia alcanzar, y por primera vez, estos recuerdos le dolieron.
Cerro de nuevo la puerta, turbado y sin saber si lo que sentia era irritacion o pesar. Por un momento, cuando ella se habia erguido des a-fiadora ante el y le habia retado a matarla, habia querido confiar a Cyllan toda la verdad; pero el viejo y arraigado cinismo le detuvo al recordar a Sashka, que habia abusado de su confianza para sus propios fines. Cyllan no era Sashka; en comparacion con esta, la vaquera era transparente como un nino, y aunque pretendiese enganarle no constituiria ninguna amenaza; sin embargo, un profundo deseo de no cometer dos veces el mismo error habia sujetado su lengua. Esto y la certidumbre de que, si ella llegaba a comprender su verdadera naturaleza, se volveria contra el con tanta seguridad y con la misma violencia con que lo habia hecho el Circulo. Aunque se negaba a explorar sus razones, no queria tener a Cyllan como enemiga.
Tarod no estaba acostumbrado a la indecision, pero ahora andaba a la deriva. Le impulsaban sentimientos que anteriormente no habian existido; su camino ya no parecia claro. Por primera vez dudaba de su propia motivacion.. , y esta duda daba origen a los debiles y primeros indicios del miedo.
Cerro sin ruido la puerta del pasillo, y con ella todo lo que habia detras, salvo un debil resplandor de la luz del Salon de Marmol, que se filtraba por debajo de la vieja tabla de madera. Con un esfuerzo borro de su mente todas las tristes ideas; era una tecnica que dominaba y habia empleado en muchas ocasiones. Su cara era una mascara, impasible e inexpresiva, como tallada en piedra, pero sus ojos verdes mostraban inquietud cuando salio de la biblioteca.
CAPITULO 7
— ?Es la prueba definitiva! — Drachea agarro a Cyllan de los hombros y, muy excitado, empezo a dar vueltas con ella por la habitacion—. ?Es la prueba que necesitabamos, Cyllan! Por los dioses... ?Pensar que nos la daria el Salon de Marmol! La piedra tiene que estar alli... , ? tiene que estar!
Cyllan se desprendio de sus manos, inquieta por el entusiasmo de el. —No veo que sea motivo de jubilo — dijo—. ?Es la prueba de que nos enfrentamos con un poder contra el que no podremos combatir!
Drachea rechazo sus dudas con un confiado ademan.
—Tarod no es invencible. Segun el testimonio del Sumo Iniciado, sin aquella joya no puede llamar a las fuerzas del Caos en su ayuda. Y si nosotros podemos encontrar la piedra y devolverla al Circulo...
Cyllan lanzo una risa breve y seca, desprovista de humor.
—?Y como lo haremos? —pregunto—. ?Como podremos poner de nuevo en marcha el Tiempo?
Drachea sonrio.
—No es tan imposible como te imaginas. He estado estudiando los libros que traje de la biblioteca, y en ellos figuran todos los ritos del Circulo con increible detalle. Estoy convencido de que encontrare la respuesta en uno de los volumenes. — Sus ojos se iluminaron con un celo fanatico—. Piensa, Cyllan, ?piensa lo que pasaria si pudiesemos resucitar el Circulo y poner en sus manos al causante de estos males!
Cyllan sabia que el empleo del plural no significaba nada; en su imaginacion, Drachea se veia como el unico salvador del Circulo, y sin duda pensaba recibir todo honor y toda gloria como resultado de ello. Era tonto, penso, si creia que realizar esa hazana seria cosa facil; sin embargo, rebosaba confianza, convencido ya de su triunfo.
—Debes saber —dijo el, serenandose un poco al ver que ella no parecia compartir su entusiasmo — que, en uno de los libros, he descubierto el rito que sin duda pretendia utilizar el Circulo para destruir a Tarod. — Cyllan se volvio y el siguio diciendo—: El altar que viste es un artefacto muy antiguo, raras veces empleado. Es un tajo de ejecucion.
Cyllan sintio un nudo en el estomago y comprendio por que tenia un aura tan espantosa aquel pedazo de madera negra. Sin proponerselo, penso en lo que debia parecer un hombre tendido sobre aquella mellada superficie, esperando el golpe final del cuchillo o de la espada... o algo peor... , y se estremecio.
—Si; no es una ceremonia agradable —dijo Drachea, en un tono de disimulada satisfaccion que ella encontro repelente—. Y solo se realiza en circunstancias extremas. Indudablemente, cuando Tarod este de nuevo en manos del Circulo, celebraran el rito que no pudieron entonces realizar.