Su desilusion fue grande al ver que las estatuas no tenian cara. Las facciones de cada una de ellas habian sido concienzuda y sistematicamente destruidas hasta que no habia quedado el menor detalle de las mismas, y la vista de semejante profanacion impresiono profundamente a Cyllan. Pero las estatuas eran increiblemente antiguas; la piedra negra estaba gastada y estropeada por los estragos de innumerables siglos, y comprendio de pronto que este sacrilegio podia haberse perpetrado antes de que los primeros Iniciados hiciesen del Castillo su fortaleza. Asombrada por su descubrimiento, miro de nuevo las imponentes figuras...
Y se echo atras, lanzando un grito de espanto.
Poco a poco, superponiendose a la arruinada piedra, se estaban formando caras, que se completaban mientras ella observaba.
Aquellas caras la miraron impasibles, serenas e inmortales. Pero era una serenidad que estaba impregnada de malevolencia; las facciones, aunque hermosas como solo podian serlo las de los dioses, eran duras y crueles, y los ojos, frios como el hielo, soberbios y llenos de maldad. ?No eran las caras de Aeoris y sus santos hermanos! Eran la antitesis de la Luz, portadoras de oscuridad y de males... ?y ella las conocia!
El corazon de Cyllan palpito furiosamente en su pecho al contemplar la estatua mas proxima y, recordo el momento en Shu-Nhadek, justo antes de que el Warp cayera con estruendo sobre la ciudad y arrastrase a Drachea y a ella, en que habia contemplado con fascinado horror la lugubre y feroz figura que la llamaba como una Nemesis desde la calle, recortandose contra un cielo de locura. Aquella cara... ?nunca podria olvidar aquella cara!
Aturdida por la impresion, pero incapaz de volver la cabeza, miro la segunda figura, que se alzaba al lado de la primera. Y lo que vio hizo que se llevase un puno a la boca para no gritar. Si la primera cara le habia sido familiar, la segunda lo era infinitamente mas.. , y, en un terrible instante, confirmo todo lo que habia revelado el testimonio del Sumo Iniciado y borro toda posible duda.
Cyllan se volvio, casi perdiendo el equilibrio en su prisa, y corrio hacia la puerta de plata, ahora apenas visible a traves de la niebla centelleante. Llego a ella, la cruzo y subio corriendo desalentada el empinado pasillo que conducia a la biblioteca. La puerta se cerro de golpe a su espalda; Cyllan no vacilo, pero tropezo con los libros desparramados al dirigirse a la escalera.
Una forma negra se movio en la penumbra, materializandose al salir de las sombras. Unas manos vigorosas la asieron de las munecas, haciendola girar en redondo, y Cyllan se encontro cara a cara con Tarod.
-?No!
Mas que una palabra fue un grito desesperado y, con la fuerza del panico, Cyllan se solto y corrio hacia la puerta. Casi habia llegado a ella cuando esta se cerro de golpe y la joven choco con tremendo impetu contra la rigida madera. Tarod la sujeto cuando retrocedia, aturdida, y Cyllan comprendio que no podia escapar. Dandole vueltas la cabeza despues del fuerte golpe, no pudo ofrecer ya resistencia a Tarod cuando este la obligo a enfrentarse con el. Sujeta ahora de espaldas contra la puerta, lo unico que pudo hacer fue volver la cabeza a un lado, rigidos todos los musculos de su cuerpo.
— No me toques — silbo entre los dientes apretados.
El no respondio, pero tampoco aflojo su presa. Cyllan cerro los ojos, sin saber lo que el le haria y consciente de que era impotente para luchar contra el. Sintio una oleada de miedo y de odio, pero estaba indefensa.
— Cyllan... — La voz de Tarod era suave pero amenazadora—. Vas a decirme la verdad. ?Donde has estado?
Ella se mordio el labio hasta hacer brotar una gota de sangre y sacudio violentamente la cabeza. Esperaba que el la golpease, pero no lo hizo. Aunque aumento la presion de sus dedos, se limito a decir, casi amablemente:
— Dimelo, Cyllan.
Sorprendida por el tono de la voz, ella le miro, y vio la dureza del hierro en sus ojos verdes. No necesitaba danarla fisicamente. Si queria podia destruir la cordura de su mente con solo chascar los dedos, y ambos lo sabian. Quiso forzar su lengua, sabiendo que estaba vencida pero luchando por no mostrar debilidad.
—Yo... —pudo decir al fin—. Al final del pasillo..., la puerta de plata...
—?La del Salon de Marmol?
— Si...
— ?Y despues?
Los ojos verdes seguian fijos en los de ella, y Cyllan no se atrevio a mentir.
—Pense que la puerta estaba cerrada, pero... se abrio.
Tarod se paso lentamente la lengua por el labio inferior.
—Si — dijo a media voz, casi hablando consigo mismo—, me lo habia imaginado...
Para sorpresa de Cyllan, le solto los brazos y se volvio, cruzando despacio el sotano en direccion al hueco de la pared del fondo. Sin dejar de observarle, la joven alargo una mano hacia el pestillo de la puerta detras de ella. Si podia abrirla sin ruido, tal vez...
— La puerta no se abrira — dijo Tarod, sin mirarla—. Permanecera cerrada hasta que yo la abra.
Cyllan tenia las mejillas coloradas de verguenza por su propia ingenuidad cuando el se volvio de nuevo de cara a ella. Por un largo instante, la miro con frio interes; despues dijo:
—?Por que temes contestar a mis preguntas?
— No tengo miedo.
Pero no podia mirarle; el recuerdo de la cara tallada de la estatua era demasiado fuerte.
—Si que lo tienes. ?Por que? ?Temes una represalia? — Sonrio aunque su sonrisa no era amable—. Podria hacerte dano si quisiera, o tal vez si me hicieses enfadar. Pero preferiria que no fuese asi.
La absoluta certidumbre de que el podia hacer exactamente lo que quisiera con ella destruyo el dominio de Cyllan sobre si misma. Sabia lo que era el; sabia que no tenia nada que perder, y algo desperto en su interior que le imbuyo una indiferencia fatalista. Si estaba condenada, dejaria que la condena fuese total; al menos podria conservar el poco orgullo que le quedaba.
Con voz subitamente mas firme, replico en tono desafiador:
—?De veras? ?Lo dudo! —Dio un paso hacia el—. ?Por que no me destruyes, Tarod? No soy nada para ti, ?no valgo nada! —Se llevo una mano al cuello de la camisa que llevaba y, de un solo y violento movimiento, la desgarro, dejando al descubierto su cuello y los blancos y pequenos senos—. ?No es asi como hay que preparar un sacrificio? A ti no te importa nada la vida humana... ?Matame!
Tarod no se movio. La fria expresion de su semblante dio paso a otra sonrisa, pero esta vez habia un poco de calor en ella.
—Eres muy valerosa, Cyllan —dijo pausadamente—. Pero tu valor es superfluo. No pretendo hacerte dano; seria inutil y no lo deseo. Tal vez la vida humana me importa mas de lo que crees. — Se acerco a ella y permanecio rigido al apoyar ligeramente una mano en el pecho de ella a traves del desgarron de la camisa—. Solo te pido una cosa: que me digas lo que encontraste en el Salon de Marmol.
Su contacto era frio, pero fisico, humano... Cyllan se sintio de pronto confusa, al chocar impresiones antagonicas en su cabeza. Temia su colera, si el descubria lo que habia visto; pero el miedo de lo que podia hacerle si guardaba silencio fue mas fuerte que su temor, y murmuro:
— Las estatuas...
—Ah... las estatuas. —Tarod asintio con la cabeza—. Si. ?Y que mas?
—Habia un bloque de madera... , un gran bloque negro. Yo... Era una cosa repelente.
Su miedo estaba ahora menguado; el parecia indiferente al hecho de que hubiese visto aquellos monstruos esculpidos, y aunque su nula reaccion la desconcertaba, se sentia aliviada. Tuvo la osadia de mirarle y vio que tenia entornados los ojos y dura la expresion, como si la mencion del bloque hubiese reanimado algun oscuro pensamiento.
— Repelente — repitio reflexivamente el—. Me sorprende un poco la palabra que has elegido, pero... es bastante adecuada. ?Habia algo mas?
— No — dijo ella —. Nada.
Hubo una pausa.
— ?Estas segura?
Ella recordo la piedra y la teoria de Drachea de que estaba oculta en algun lugar del Salon de Marmol. No habia visto senales de ella...
Asintio con la cabeza.
— Si, estoy segura.