en definitiva incapaz de reprimir.
—Fui muy injusta contigo —dijo a media voz—. Creia que eras un enemigo, indigno de confianza, y me alie con Drachea porque creia, pensaba que creia, en la causa que defendia el. El quiere destruirte. Y yo pensaba que tenia razon. —Se echo a reir y se le quebro la voz—. Digo que soy vidente y no pude ver la verdad que tenia ante los ojos. O al menos... no queria reconocerla. Pensaba que Drachea era mas inteligente que yo.
— ?Y ahora? — pregunto suavemente Tarod, al ver que ella no decia mas.
— Ahora.., no lo se. Drachea cree que soy una campesina imbecil y tal vez este en lo cierto. Pero solo puedo juzgar por lo que veo, no por lo que me dicen.
Las palabras fluian ahora rapidamente y, con ellas, un miedo creciente que parecia roerle el alma. Se lo estaba jugando todo; si perdia, no se lo perdonaria nunca. Pero el instinto, y la emocion, le decian que confiara en el juego y creyese que, en el peor de los casos, Tarod la comprenderia.
—Ojala yo hubiera escuchado mi voz interior —dijo—. Porque... no creo que seas el demonio que dicen que eres. Y no quiero ser tu enemiga.
Entonces se hizo un largo silencio. Despues, Cyllan oyo el debil ruido que hizo Tarod al moverse y penso que se habia plantado detras de ella, aunque no se atrevio a volverse para verlo.
—Has leido la declaracion de Sumo Iniciado —dijo el.
—No, no la he leido. Me la leyo Drachea. —Sonrio, pero sin pretender que el viese su sonrisa—. No se leer.
La voz de el no mostro sorpresa, ni diversion, ni compasion. Se limito a decir lisa y llanamente:
—No puedo negar la verdad contenida en aquel documento, Cyllan. Podria rebatir la interpretacion, pero los hechos son bastante reales.
Ella se encogio de hombros.
— ?No te repugna esto?
— No. Si aquellos papeles describiesen a un desconocido, tal vez le condenaria, porque no sabria nada de el: pero no describen al hombre que conoci en la Tierra Alta del Oeste, ni al Adepto que me recordo en el festival..., ni al hombre que me ha salvado la vida. — Suspiro
— Pensaba que te tenia miedo. Pero... creo que mas bien tenia miedo de mis propios sentimientos.
Tarod sintio como si algo le atenazase los pulmones y la garganta. La silueta de Cyllan se recortaba contra el melancolico fulgor de mas alla de la ventana; solamente un debil resplandor rojo de sangre tenia sus rubios cabellos, y el queria acercarse a ella, tocarla, abrazarla. Su vacilante confesion le habia pasmado; sin embargo, sabia que sus palabras habian brotado del corazon, aun a riesgo de provocar su burla o su desprecio. Habia confiado en el, y el se imagino que durante toda su dura vida pocas veces se habia visto justificada su confianza. Todavia estaba insegura; la posicion de sus pequenos hombros delataba su resolucion de no parecer debil..., pero habia desnudado su alma. Y el, aunque no tenia alma y se habia creido incapaz de sentir, estaba dominado por una fuerza que no podia ni queria combatir. Las emociones se agitaban dentro de el como una marea implacable: esperanza, melancolia, un doloroso afan de ser realmente capaz de vivir de nuevo. Habia reprimido estos sentimientos, temeroso de lo que podian significar y adonde podian conducirle. Pero ya no podia controlarlos.
Cyllan solto de pronto una risa ahogada.
— Todavia no comprendo por que — dijo.
— ?Por que?
— Por que me salvaste la vida.
El avanzo y apoyo las manos en sus hombros.
— ?No lo sabes? — dijo suavemente y se inclino para besarla en la cara.
Ella respondio afanosamente, casi de un modo infantil, pero despues se puso rigida y se aparto.
—Por favor, Tarod..., no. A menos que... a menos que lo quieras de verdad.
Tarod comprendio, y el recuerdo de como le habia mirado tan a menudo Sashka, hermosa, avida e incitante, acudio a pesar suyo a su mente. Lo expulso de el. Sashka estaba muerta; desde hacia tiempo, muerta para el...
—Lo quiero de verdad. —La atrajo hacia si, su boca se poso en la de ella y su cuerpo respondio al calor que de ella emanaba—. Lo quiero de verdad, Cyllan...
El deseo estaba satisfecho, pero la emocion permanecia. Yacian juntos en el lecho de Tarod, descansando Cyllan la cabeza en el brazo de el. Ninguno de los dos habia sentido necesidad de hablar, y ahora parecia que Cyllan estaba dormida, respirando tranquila y regularmente.
Tarod la observo. Se sentia en paz como nunca y, sin embargo, esta paz estaba matizada por una tristeza a la que, hasta ahora, habia sido incapaz de enfrentarse. Le habian impresionado los sentimientos que esta muchacha extranamente valerosa y fiel habia despertado en el, pero sabia que no habia nada ilusorio o fugaz en su amor por ella y en el de ella por el. Y sin embargo, a pesar de la floracion de estos sentimientos, se daba cuenta de un profundo vacio en el fondo de su corazon, de una sombra oscura y fria que enturbiaba su recien encontrada felicidad.
?Podia haber un futuro para ellos? Aqui, en esta extrana dimension donde nada cambiaba nunca, podian existir por toda la eternidad si asi lo querian. Pero para un hombre sin alma, incapaz de darse por entero, seria una existencia enganosa, porque nunca podria llenarla realmente. Tarod queria ser de nuevo un hombre completo; conocer los dolores y las alegrias del hombre completo. Sin alma, solo estaba vivo a medias... , pero recobrar su alma seria enfrentarse una vez mas con todas las implicaciones de su verdadera naturaleza...
Suspiro y Cyllan abrio los ojos.
—?Tarod! —Le toco ligeramente el brazo, sonolienta, y despues fruncio el entrecejo—. Algo te conturba...
Leia demasiado bien en el.
—Pensamientos vanos —dijo el.
— Cuentamelos. Por favor.
El la atrajo mas hacia si.
—Estaba pensando en el futuro. —Sonrio, pero no alegremente—. Desde que fue desterrado el Tiempo, he existido aqui sin preocuparme de todo lo que habia dejado atras. Pero ahora.. , todo ha cambiado. Cuando perdi mi alma, pense que habia pasado mas alla de la humanidad. Me equivocaba. Y sin embargo soy una cascara, una concha... , con un nucleo frio que no puedo romper. No puedo darme a ti de la manera que habria podido hacer antano; no puedo amarte con el alma, porque no la tengo. Pero si probara a volver atras, si consiguiese...
— Tarod...
Percibiendo su afliccion, Cyllan trato de interrumpirle, pero el le impuso silencio colocando un dedo sobre sus labios.
— No. Tengo que decirlo. Tu sabes en que me he convertido, Cyllan. Pero, ?sabes lo que era antes?
El antiguo miedo volvio a reflejarse en los ojos de ella, y el sintio como si le clavasen un cuchillo en las entranas. Cyllan todavia no habia comprendido del todo, y temia que, cuando lo comprendiera, fuese incapaz de enfrentarse a la verdad sin repugnancia. Pero no podia ocultarsela. Ella habia estado dispuesta a jugar; tambien debia estarlo el.
—Antano —dijo— yo tenia un anillo. En el anillo habia una piedra, una piedra preciosa. Aprendi que aquella gema era una fuente de poder, pero ignoraba su verdadera naturaleza... hasta que me fue revelada por Yandros.
— Yandros... — Esta palabra produjo un estremecimiento atavico en Cyllan, que dijo, en tono indeciso—: El Sumo Iniciado decia que era..., que es... un Senor del Caos...
— Si.
— Y la piedra...
Sabia la respuesta, pero necesitaba oirla de boca de el.
—La piedra era el vehiculo de mi alma. —Se lamio los labios repentinamente secos—. Tambien ella es del reino del Caos.
Cyllan se incorporo, luchando al parecer con algun conflicto interior; despues se volvio bruscamente hacia el y le asio la mano, mientras recobraba la voz en su afliccion.
— ?Pero tu no eres un demonio! Eres de este mundo, eres humano...
—Cyllan... —Le estrecho los dedos, conmovido por su lealtad, pero sin encontrar en ella verdadero alivio—. No soy humano. No del todo, aunque saben los dioses que tarde mucho tiempo en descubrirlo.