Entonces agarro la piedra y la puso en las manos de ella y, por ultimo, se inclino sobre Cyllan y apoyo ligeramente el cuchillo sobre su garganta.
— Creo que habre dejado claras mis intenciones, demonio — dijo a Tarod —. Si intentas algun truco contra mi, por rapido que seas, ?le cortare el cuello antes de que puedas tocarme! —Sonrio sarcasticamente—. Cuando jugamos a quarters en mi casa de Shu-Nhadek, ambos contrincantes saben que nada ganan si tratan de aprovecharse de un callejon sin salida.
—Tambien nosotros jugamos a quarters en el Castillo —replico Tarod—. Cuando se llega a un callejon sin salida, el juego ha terminado y no hay vencedor ni vencido.
—Entonces sugiero, en bien de Cyllan, que no trates de cambiar las reglas.
Tarod inclino la cabeza.
—Sea como tu dices.
Yaciendo en el duro y mellado bloque de madera, con los ojos cerrados, supo Cyllan que estaban perdidos. Tarod habia tomado su decision y se habia negado, temerariamente, a sacrificarla. Ahora, le faltaba voluntad para desafiarle, por mucho que quisiera hacerlo. El podia derribar todos los obstaculos que pusiera en su camino.
Se rebelo interiormente contra el capricho del Destino que les habia puesto a ambos en esta situacion. Hubiese debido dejar que Tarod matase a Drachea... y se juro que, si ambos sobrevivian (o si solo sobrevivia ella, lo cual era demasiado terrible para pensarlo), no descansaria hasta haber aniquilado al heredero del Margrave de Shu-Nhadek, a el y todo lo que representaba. Nunca se habia creido capaz de tanto odio, pero ahora la quemaba como una llama negra. Y de pronto, mezclandose con este sentimiento, tuvo conciencia de otra mente, de una cruda emocion que se entrelazaba con la suya y le daba fuerza.
Tarod... Le llamo mentalmente, dulcemente, y oyo su respuesta en palabras insonoras.
Su presencia se desvanecio subitamente en una confusion de imagenes que se disolvieron con rapidez en una unidad lisa, como un mar monotono y oscuro. Cyllan sintio que su identidad se le escapaba, y la piedra que tenia entre las manos parecio latir con fuerza, como un corazon vivo. Todavia podia sentir el contacto del cuchillo en su cuello, pero era su unico y tenue lazo con la realidad. Suspirando suavemente, dejo que su conciencia se hundiese en aquel mar, fundiendose con Tarod, con la piedra-alma, con el infinito...
Tarod proyecto su voluntad y encontro la piedra del Caos. Esta le llamo y el la amo y la aborrecio al mismo tiempo. Todos los musculos de su cuerpo estaban rigidos; Cyllan y Drachea y el Salon de Marmol se desvanecieron en su conciencia y quedaron muy atras, mientras el se alejaba viajando en espiritu. La piedra pendia siempre delante de el, justo fuera de su alcance, y el queria respirar y no encontraba aire, y estaba empapado en sudor y tenia las manos cruzadas en una senal que casi habia olvidado en su existencia humana.
Se estaba acercando... Sentia su presencia como una inexorable Nemesis, y de nuevo proyecto su mente hacia la piedra, necesitando su poder en este momento crucial. Una imagen aparecio vagamente en el borde de su conciencia: oscuridad, herrumbre, deterioro... La perseguia y ella le eludia.
Y lentamente, lentamente, se materializo ante el una monstruosa sombra en medio de una penumbra densa, malefica. La varilla se erguia en un vacio inimaginable y el gigantesco disco pendia inmovil y sin vida, revestida de orin su superficie. El Pendulo, el arbitro del Tiempo en su propio mundo, abandonado y herrumbroso, como un pecio, como petrificado hasta que aquella fuerza unica le despertase...
Tarod busco en los mas reconditos pliegues de su alma. Le estaba fallando la energia, se le escapaba el poder de la piedra; debia hacer la ultima llamada, o seria derrotado. Encogiendo su psiquis como un animal presto a saltar, sintio un ardor intenso en su corazon al liberarse instantaneamente la fuerza del alma del Caos de su carcel de cristal y fundirse con el. Por un momento, el y el Pendulo fueron uno, y Tarod se lanzo hacia delante con toda la fuerza de su voluntad.
Un alarido agudo como de alma atormentada partio la oscuridad cuando el macizo disco del Pendulo cedio a las fuerzas que lo atacaban. La varilla temblo con una enorme sacudida.., y el Pendulo del Tiempo oscilo hacia delante, rompiendo la barrera entre las dimensiones y se precipito en el mundo con un tremendo estruendo que lanzo a Tarod hacia atras como un buque naufragando contra una ola gigantesca. Por un instante, vio que el bulto tremendo del Pendulo caia sobre el, pero entonces parecio estallar en una cegadora estrella de siete puntas que anulo sus sentidos. Paredes surgidas de ninguna parte fueron a su encuentro; se tambaleo y su cuerpo cayo, en forzada contorsion, sobre el suelo del pasadizo, y en el mismo instante perdio el conocimiento.
El grito que broto de la garganta de Cyllan fue sofocado por la espantosa voz del Pendulo, y el Salon de Marmol parecio girar sobre si mismo, alabeandose el suelo y crujiendo en protesta las paredes. Salio lanzada del bloque de madera como una muneca arrojada por un nino gigante y enojadizo, y cayo despatarrada sobre el suelo de mosaico del Salon, con los ecos del gran estampido resonando todavia en su cabeza. Jadeando como un pez fuera del agua, miro con ojos acuosos el cuerpo postrado de Drachea, y despues fue acometida por un espasmo de nauseas y se doblo al contraerse violentamente los musculos de su estomago vacio.
—?Oh, no zorra!
Cyllan se volvio en redondo y vio que Drachea se abalanzaba sobre ella. Habia recobrado el sentido mas de prisa que ella y estaba ya en pie, aunque vacilando. Horrorizada, echo a correr, oyo pisadas a su espalda... y Drachea se arrojo contra ella y los dos cayeron brutalmente al suelo. Cyllan pateo furiosamente y un puno le golpeo la cara, dejandola aturdida; perdio el conocimiento y Drachea la agarro fatigosamente de los hombros y se levanto, arrastrandola sobre el suelo...
Y se detuvo.
—
Dejo caer su carga e hizo la senal del Dios Blanco sobre el corazon. Los personajes togados (unos veinte o treinta entre hombres y mujeres) que formaban un circulo alrededor del bloque negro le miraban fijamente, palidos los semblantes por la impresion y la sorpresa. Un hombre joven y de cabellos rubios sostenia una enorme espada con ambas manos; ahora cayo de sus dedos y repico fuertemente sobre el suelo de marmol mientras el que la blandia se esforzaba en asimilar lo que veian sus ojos. Un movimiento en uno de los lados llamo la atencion de Drachea, a tiempo de ver que un hombre muy viejo caia al suelo con un debil gemido y yacia inmovil; entonces una mujer empezo a chillar, con un grito prolongado y gemebundo de histerismo.
Drachea y el hombre de cabellos rubios siguieron mirandose, y todas las palabras de saludo triunfal que Drachea habia cuidadosa y frecuentemente ensayado murieron en su lengua. Despues, poco a poco y a sacudidas, el hombre rubio avanzo dando la vuelta al bloque.
—?Que.. ?
Sacudio la cabeza, perplejo e incapaz de formular la pregunta.
Cyllan se movio. Tenia una moradura en la mejilla donde la habia golpeado Drachea y, cuando abrio los ojos, no pudo enfocar de momento la mirada. Trato convulsivamente de levantarse y unas manos se lo impidieron empujandola cruelmente. Protesto haciendo una mueca de dolor y entonces se dio cuenta de que alguien la estaba mirando. Y al aclararse su vision, observo los ojos castanos claros, fijos, de un hombre que vestia un traje funebre de purpura y azul zafiro. Entonces recordo: habia visto aquella cara, aquel atuendo, antes de ahora, en el espantoso cuadro del plano astral..., y entonces reconocio el simbolo en el hombro del personaje: un doble circulo dividido por un rayo. Era Keridil Toln, Sumo Iniciado del Circulo... y el peor enemigo de Tarod...
Drachea aparto de los ojos los cabellos empapados en sudor e hizo un encomiable intento de reverencia en direccion al hombre de cabellos rubios.
— Senor — dijo cuando hubo recobrado el aliento—. Hay mucho que explicar y considero que este sera mi