minutos, horas, incluso dias mientras avanzaban penosamente por el valle.

Aun no habia aparecido el menor signo de vida. No crecia hierba alguna entre aquellas rocas peladas, y ni una sola gota de agua aliviaba aquella arida desolacion. En una ocasion Indigo creyo oir el distante borboteo de un arroyo, y aceleraron el paso ansiosas por encontrar el lugar del que procedia. Pero el sonido se apago de forma brusca, y la muchacha comprendio que habia sido una ilusion.

Tras esta, se produjeron mas ilusiones Ecos extranos murmuraban entre los riscos y ponian a Indigo los pelos de punta y hacian que Grimya se agazapara con todo su cuerpo alerta. Pasos suaves sonaban a sus espaldas, que cesaban de inmediato en cuanto se volvian y se encontraban con el valle vacio y sin vida extendiendose tras ellas. Rostros petrificados aparecian y desaparecian en las paredes de roca estratificada que se alzaban a cada uno de sus lados. Y en una ocasion vieron una enorme roca negra que bloqueaba el paso. Parecia infranqueable, pero cuando se acercaron, empezo a relucir y adopto, por un brevisimo instante, la apariencia de una enorme fiera agazapada antes de desvanecerse por completo.

A medida que las alucinaciones continuaban persiguiendolas, Grimya se volvia mas inquieta y adoptaba actitudes mas defensivas, grunia a cada nueva manifestacion. Tambien los nervios de Indigo estaban muy alterados; de modo que ambas estaban poco preparadas para lo que les esperaba a la vuelta de una cerrada curva del valle.

Indigo, que iba algunos pasos por delante, se detuvo y lanzo un sorprendido juramento, y extendio una mano a modo de advertencia para detener a la loba cuando esta llego a su lado. A unos pocos pasos de ellas, visible solo ahora que el sendero torcia entre dos elevados riscos, una enorme grieta cortaba el valle. Imponentes contrafuertes de piedra se asomaban a ambos lados, y la pared opuesta caia a pico en una sima negra.

Grimya descubrio los colmillos y los pelos del cuello se le erizaron.

«?Otra ilusion!»

—Podria ser; pero no apostaria por ello.

A modo de prueba, Indigo dio un paso hacia adelante, sintiendo como su pie resbalaba de repente en el suelto esquisto. La grieta no parpadeo y se esfumo tal como habia sucedido con la enorme piedra, y, teniendo muy presente el riesgo de perder el equilibrio tan cerca del borde, atisbo alrededor del contrafuerte que tenia a la derecha. El negro abismo se extendia entre las profundas sombras del risco hasta donde llegaba su vista, y cuando acerco una mano al extremo del precipicio, sintio roca solida bajo sus dedos.

—Es real.

Se irguio, retrocediendo para dejar una distancia prudente entre ella y el borde de la grieta.

«Demasiado ancho para saltar», refunfuno Grimya. «?Que vamos a hacer ahora?»

—No lo se...

Al otro extremo de la falla podia ver que el sendero del valle continuaba por entre los picos. Pero parecia haber un segundo sendero, que se bifurcaba en el extremo y continuaba por una repisa estrecha que sobresalia de la pared vertical. Perpleja, se inclino hacia fuera, mirando a su derecha...

«?Ten cuidado!», le aviso Grimya.

—Lo tendre... pero... ?ah! —Los ojos de Indigo brillaron cuando sus sospechas de que el sendero debia conducir a algun sitio se vieron justificadas—. ?Mira, Grimya! ?Hay un puente!

«?Un puente?»

Grimya se acerco con cautela al borde hasta que tambien ella pudo mirar. Y alli, cubriendo la distancia que mediaba entre pared y pared, a no demasiada distancia, habia un arco de piedra. Ademas, en su lado de la grieta, un sendero bien marcado llevaba hasta el puente siguiendo la curva del precipicio, el cual —ahora podian verlo bien— no caia en absoluto tan a pico como el lado opuesto. El sendero podia franquearse con facilidad, el puente parecia solido y nada erosionado; incluso el sendero en la parte mas alejada, juzgo Indigo, no precisaria mas que unos nervios bien templados para atravesarlo.

Se volvio hacia la loba.

—Es la unica forma de cruzar, Grimya. Debemos utilizarlo.

Grimya se lamio la nariz, algo indecisa.

«Sera facil para mi. Pero tu...»

—Acostumbraba a escalar los acantilados de mi pais. —Sonrio con tristeza al recordar la osada temeridad de su infancia—. Todo ira bien. —Y antes de que Grimya pudiera decir nada se volvio y avanzo en direccion al borde del precipicio.

El sendero resultaba mas facil aun de lo que parecia. La inclinacion de la ladera de la grieta era bastante suave, al menos a esta altura; Indigo imagino que, algunos centimetros mas abajo, debia de caer en picado tanto como la pared opuesta. Pero la mortecina luz y las intensas sombras de la hendidura imposibilitaban que pudiera saber la profundidad del canon que tenia a los pies; de este modo podia mantener una ilusion de seguridad para evitar el peligro de sentir vertigo.

Se adentro en el sendero con cautela, escuchando las suaves pisadas de Grimya a su espalda. Recorrerlo resulto sencillo, siempre y cuando tuviera una palma de la mano bien apoyada contra la piedra para mantener el equilibrio; en menos de un minuto alcanzo la repisa mas ancha desde la que se elevaba el puente para cruzar el canon, y espero a que Grimya la alcanzara.

—Vaya, el sendero era bastante real —dijo, acariciando la cabeza de la loba en un esfuerzo por tranquilizarla—. Ahora solo nos queda probar el puente.

«No me gusta», insistio Grimya apesadumbrada. «No me sentire segura hasta que estemos al otro lado.»

—No; la verdad es que yo tampoco. Y sugiero que crucemos tan deprisa como nos sea posible. — Sonrio, pero era una sonrisa preocupada—. No confio en nada de lo que hay en este lugar. — Contemplo, especulativa, el arco que se extendia delante de ellas; aunque carecia de parapeto, su superficie era amplia y bastante lisa, y la distancia hasta el otro lado parecia...

Indigo se detuvo a mitad de pensamiento mientras su mente y su cuerpo quedaban paralizados.

«?Indigo?»

La ansiosa pregunta de Grimya parecio llegarle desde miles de kilometros de distancia; no le parecio que tuviera nada que ver con ella, no pudo contestarla. Un graznido inarticulado sono en lo mas profundo de su garganta, y se quedo mirando, horrorizada, incredula, aturdida, a la figura encorvada y dolorida que aparecio entre las sombras del otro extremo del puente de piedra. Cabellos oscuros, enmaranados y lacios, impregnados de sudor; el cuerpo contorsionado, los ojos medio ciegos y febriles en sus hundidas cuencas. Y sangraba. Todavia sangraba...

Una ilusion, aullo su cerebro; ?una ilusion! Pero la logica se desmoronaba ante el ataque de una esperanza salvaje y vehemente, y sintio que perdia el control.

—F... Fen...

«?Indigo!»

El grito mental de Grimya sono frenetico al darse cuenta la loba del peligro; pero su advertencia no fue escuchada. Indigo jadeo con violencia, y cuando hablo su voz era apenas reconocible.

—Fenran...

El hombre del otro lado del puente levanto la cabeza, e incluso aquel pequeno movimiento parecio provocarle un gran dolor. Sus ojos, oscurecidos por cataratas, intentaron enfocar el lugar del que habia salido el grito, y Grimya lo vio llevarse una mano al rostro, sobresaltado, y escucho la voz fantasmal que resono por todo el canon.

—?Anghara!

Indigo lanzo un chillido, y con un sorprendente rasgo premonitorio Grimya encogio los musculos y se lanzo hacia adelante en un intento desesperado de detener a su amiga. Llego demasiado tarde. Indigo se precipito sobre el puente, y en el mismo instante en que su pie toco la primera piedra de la estructura, el puente y Fenran se desvanecieron. Durante un terrible instante, Grimya la vio balancearse sobre la repisa, agitando los brazos violentamente; entonces, con un aullido de terror, Indigo cayo por el borde de la grieta.

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