CAPITULO 15

«?Indigo!»

El angustioso grito mental de Grimya surgio de ella en forma de agudo y desesperado granido, y sus patas aranaron las piedras sueltas mientras se arrastraba tan cerca del borde del precipicio como se atrevio.

«?Indigo!»

Se sintio invadida por la pena; desde luego no podia esperar que su amiga hubiera sobrevivido a una caida semejante...

Grimya... —La voz le llego muy debil desde un poco mas abajo de la repisa del precipicio, y la loba dio un respingo, mientras todos sus musculos se ponian en tension—. Estoy aqui, Grimya..., debajo de ti. Ten cuidado; el borde no es firme...

Grimya miro por encima de la repisa, y la vio. Se habia deslizado no mas de diez metros ladera abajo, y permanecia con el cuerpo pegado a la pared, los pies apuntalados precariamente en un pequeno reborde, mientras que con ambas manos se sujetaba a unos pedazos de roca que sobresalian. Su rostro estaba manchado de polvo y lagrimas, y se mordia con fuerza el labio inferior.

«?Indigo!»

La sensacion de alivio de Grimya duro poco.

«?Estas herida?»

—No, no... lo creo. Solo... trastornada. Y apenada, tan apenada...

«No vale la pena lamentarse; lo que esta hecho esta hecho. ?Puedes subir?»

—No lo se..., cae a plomo justo debajo de mi, me parece... ?No, no intentes mirar! —anadio cuando la loba iba a inclinarse—. Puedes perder el equilibrio. —Aspiro con fuerza dos veces, y se saco un mechon de pelo de la boca con la lengua—. Creo que puedo subir, pero si por desgracia resbalo, no hay ninguna otra cosa que pueda detener mi caida.

Hizo intencion de volver la cabeza para mirar por encima del hombro, pero se lo penso mejor. Recuerda los acantilados de las Islas Meridionales, se dijo. Esto no es peor; solo mas alto.

Grimya contemplo llena de inquietud como Indigo se sujetaba con mas fuerza a sus asideros y, con mucho cuidado, levantaba un pie hasta que sus dedos rozaron una estrecha grieta. Introdujo la bota en la hendidura y, con los ojos cerrados y los dientes apretados, levanto el otro pie de la repisa, con lo que la grieta tuvo que soportar todo su peso. No cedio; encontro otro punto de apoyo, algo mas arriba; hundio su otro pie en el, empujo. Mano sobre mano, con insoportable lentitud, se fue izando ladera arriba, hasta que por fin Grimya pudo inclinarse hacia ella, asir el hombro de su chaqueta entre sus dientes y ayudarla a encaramarse sobre el saliente hasta quedar a salvo.

Indigo se tendio cuan larga era sobre la repisa, con la frente apretada contra el suelo, y los pulmones aspirando con fuerza a causa del esfuerzo y de la sensacion de alivio. Grimya se deshizo en atenciones a su alrededor; la lamia y le daba golpecitos con el hocico, hasta que al final la muchacha pudo levantar la cabeza. Tenia las pestanas humedas de lagrimas recientes, y cuando quiso hablar las palabras se le agolparon en la garganta.

Grimya... Grimya, lo siento tanto... ?Como puedo haber sido tan estupida?

«?No importa! Ahora estas a salvo; es todo lo que cuenta.»

—Pero cuando lo vi, crei... parecia tan real, tan solido... —Se cubrio el rostro con las manos, incapaz de expresar su desdicha—. No me detuve a pensar; pero deberia haber sabido que si esa monstruosidad pudo enganarme una vez, podria hacerlo de nuevo.

«Yo lo vi, tambien», le dijo Grimya. «En tu lugar, hubiera cometido el mismo error. La ilusion resulto muy ingeniosa.»

Indigo se seco las mejillas y miro al otro lado de la negra abertura del abismo. Nada se movia en el otro extremo ahora; pero la imagen de lo que habia visto seguia instalada con atroz nitidez en su cerebro. ?Habia sido tan solo una ilusion? Era muy consciente de la habilidad y astucia de Nemesis, y de su propia debilidad. Pero no pudo evitar recordar las palabras del emisario de la Madre Tierra; que Fenran no estaba muerto, sino atrapado en una especie de fantasmagorico crepusculo entre la vida y la muerte, prisionero en un mundo habitado por demonios.

Un mundo semejante a este...

No queria hacerse la pregunta que martilleaba en su cerebro; darle cualquier tipo de credibilidad podia conducirla a peligros aun peores que los riesgos del canon. Pero las semillas habian sido sembradas, y empezaban a echar raices deprisa y de una forma siniestra. Era posible, tan solo posible, que la figura atormentada que viera no fuera un espejismo conjurado con habilidad sino el mismo Fenran. Y por muy convincentemente que su lado mas sensato argumentara en su contra, una parte de ella demasiado fuerte para ignorarla se habia apoderado de aquella posibilidad y convertido en una esperanza insensata. Esa parte creia, y hasta que aquella creencia no hubiera quedado disipada mas alla de toda duda, sabia que no recuperaria la tranquilidad de espiritu.

Que podria ser justo lo que Nemesis pretendia.

Contemplo el interior del canon de nuevo, luego encogio los pies y se levanto.

—No hay razon para que nos quedemos aqui mas tiempo. Deberiamos marchar.

Grimya se paso la lengua por el hocico.

«Me sentiria mas feliz fuera de esta repisa. Pero no veo como podemos continuar nuestro viaje ahora. El abismo es infranqueable; no hay ningun otro sitio adonde ir.»

—No estoy tan segura.

Algo no dejaba de importunar a Indigo subconscientemente, algo producto de sus desdichados pensamientos sobre Fenran y las maquinaciones de Nemesis. El demonio habia intentado matarla, y habia fracasado; de todas formas, sospechaba que no abandonaria sus esfuerzos, sino que ya estaria planeando otra forma de atentar contra su vida. Sin embargo, debia de saber que la misma estrategia no funcionaria dos veces. Y eso le dio una pista...

Siguio sumida en tales pensamientos mientras desandaban el camino recorrido por el sendero de la ladera del precipicio. Al llegar a suelo firme, Grimya hubiera vuelto de nuevo al interior del valle, pero vacilo al ver que Indigo parecia reacia a seguirla. En lugar de ello, la muchacha se quedo de pie junto al borde del canon, contemplando con atencion la negra sima hasta el lugar donde el sendero aparecia de nuevo.

«Es demasiado ancho para saltar.» Grimya contemplo a su amiga con ansiedad, no muy segura sobre sus intenciones. «Incluso el lobo mas poderoso se precipitaria al abismo. Ni pienses en ello, Indigo. Por favor.»

Indigo salio del ensueno y la miro con una sonrisa.

—No te inquietes, Grimya; no pienso hacer nada tan estupido. Pero...

«Pero ?que?»

Indigo senalo con la mano.

—Mira al otro extremo —dijo—. El sendero de la cornisa que vimos ha desaparecido: era tan parte de la ilusion como el puente. Y eso hace que me pregunte si... —Su voz se apago pensativa y,

ante el horror de Grimya, deslizo un pie hacia adelante, sobre el precipicio.

«?No! ?No...!»

Entonces el gemido de Grimya murio antes de nacer cuando el aire empezo a vibrar ante Indigo, relucio, se solidifico: y donde un instante antes habia habido un espacio vacio, aparecio ahora un puente que cruzaba la enorme grieta. No un arco de piedra esta vez, sino un artilugio hecho de cuerdas y tablas, colgada de postes de madera que habian sido clavados en rendijas de la roca y que ahora se inclinaban como si estuvieran ebrios.

A Grimya se le erizaron los cabellos del lomo y gruno:

«?Otra ilusion!»

—No lo creo. —Indigo asio una de las cuerdas y tiro de ella con fuerza. El puente se balanceo, pero no se desmaterializo; sintio la aspera solidez de las retorcidas hebras de la cuerda en sus dedos—. ?Lo ves? Es tan real como nosotras. Y ha estado aqui todo el tiempo: ?sencillamente no podiamos verlo!

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