—Nemesis: ?estaba aqui, atormentandome! Vi... —Sacudio la cabeza.

«?Te ha hecho dano?»

—No..., no quiere matarme, Grimya. Quiere... —Y se interrumpio cuando de las cambiantes brumas surgio de nuevo aquella risa cristalina.

Grimya lanzo un grito cuando Indigo se puso en pie de un salto, pero su grito no fue escuchado. Indigo corria ya, hundida entre las brumas, y la loba salio en su persecucion, temerosa de perderla de vista por segunda vez. Indigo se desplazaba sobre la hierba zigzagueando como si estuviera bebida; de repente, con un grito de sorpresa que encontro eco en el ganido asustado de Grimya, se desvio a un lado al tiempo que lo que hasta aquel momento habia parecido una blanca sabana de niebla demostro ser un enorme y solido muro que bloqueaba el camino. La muchacha retrocedio sobresaltada y estuvo a punto de dar un traspie; Grimya resbalo sobre el suelo hasta detenerse junto a ella, y ambas se quedaron contemplando la lisa superficie de marmol blanco veteado que se extendia entre la niebla hasta donde alcanzaba la vista en cualquier direccion.

Indigo extendio la mano y toco la pared, no muy convencida de que no fuera a desvanecerse en el aire como habia sucedido con tantas otras cosas. Pero era real... y su suavidad era demasiado completa, demasiado uniforme para ser natural.

Una risita desagradablemente familiar susurro por entre la niebla a su derecha, y se volvio a toda prisa, paseando a lo largo de la pared. Delante de ella, algo quebraba la simetria del marmol, y cuando se acerco mas, descubrio que el muro quedaba interrumpido por un arco, dos veces su propia altura, abierto en la piedra. Mas alla del arco —donde, curiosamente, la niebla no penetraba— todo era oscuridad.

Se volvio para mirar a Grimya, que la habia seguido.

—Voy a entrar. No tienes que entrar conmigo, Grimya; pero debo encontrar a Nemesis de nuevo.

Grimya lanzo un resoplido.

«?Crees que dejare que te enfrentes a lo que sea que haya ahi dentro, tu sola?»

Dio un paso hacia adelante y atisbo en las negras fauces de la arcada.

«No huelo nada malo. ?Entramos a ver que nos ha preparado el demonio?»

Atravesaron bajo el arco, y salieron de las brumas tan de repente que, por un momento, Indigo se sintio desorientada, y a la vez terriblemente vulnerable sin la blanda neblina blanca para envolverla. Grimya se sacudio, con lo que lanzo una rociada de agua en todas direcciones; luego dio algunos pasos hacia el interior. Indigo la siguio; aguzo la vista para poder ver en la penumbra, pero todo lo que pudo discernir fue el debil reflejo de las paredes de marmol de un pasillo o un tunel que se extendia delante de ellas. El suelo era tambien de marmol, y sentia el frio de su lisa superficie traspasar las suelas de sus botas. Si aquel lugar habia sido creado por demonios, penso, su solidez y su forma eran muy tranquilizadoras sin embargo. Era como si hubiera penetrado en uno de los elegantes palacios orientales que su madre le habia descrito tan a menudo, o...

El pensamiento se fundio en un molesto escalofrio, un brusco descubrimiento de que algo de aquel corredor le era de algun modo familiar. Se detuvo, clavando los ojos en las veteadas paredes mientras se estrujaba el cerebro; pero no acertaba a dar con la conexion.

«?Indigo?»

Grimya estaba algo mas adelante y se habia detenido para mirar a su espalda. Estaba entre las sombras y solo se veia el brillo de sus ojos.

«Hay unos escalones aqui.»

Dejando a un lado la pregunta no contestada, Indigo fue a reunirse con ella, y vio que el pasillo terminaba en un tramo de escalones que torcia oblicuamente hacia abajo. La sensacion de que aquello le era conocido regreso, esta vez con mas fuerza; pero de nuevo su naturaleza se le escapo cuando intento asirla.

«?Seguimos la escalera?», inquirio Grimya.

—Si..., si, creo que deberiamos hacerlo.

Fue ella quien se puso a la cabeza esta vez, mientras Grimya la seguia con gran dificultad al no estar familiarizada con las escaleras, pero aquella persistente sensacion se negaba a abandonarla. Habia recorrido aquel camino con anterioridad, o uno tan parecido a aquel que las diferencias eran casi imperceptibles. Pero ?donde? ?Donde?

Entonces le vino a la mente de pronto, y la revelacion resulto tan desconcertante que se detuvo en seco, con un espantoso y estrangulado sonido aprisionado en su garganta.

«?Que sucede?»

Grimya se apresuro a ponerse a su lado, atisbando por entre la oscuridad. Un poco mas abajo, el tramo de escaleras terminaba en un elevado y estrecho arco; mas alla, se entreveia el parpadeo de una palida luz.

—No... no puedo. —Indigo se sintio como si se ahogara mientras contemplaba la puerta con creciente horror—. Es... ?No puedo! —Empezo a temblar de forma incontrolada.

«Hay luz alli delante.»

Grimya intento sonar tranquilizadora, pero se sentia confundida y preocupada por el extrano comportamiento de Indigo.

Oh, desde luego; habria luz sin la menor duda. La calida y confortable luz del fuego que ardia en la gran chimenea de la habitacion situada al otro lado de la puerta. Lo conocia todo: el pasillo, estas escaleras, el arco, la sala, porque le era tan familiar como su propio cuerpo. Lo habia conocido toda su vida, y el hecho de que las dimensiones estuvieran algo desproporcionadas, y el granito se hubiera transformado en marmol, no importaba en absoluto.

Estaban en Carn Caille.

Le resultaba imposible moverse. Los ganidos y empujones que le daba Grimya con el morro no provocaban en ella la menor reaccion; tan solo cuando la loba introdujo con fuerza su frio hocico en uno de los punos apretados de la muchacha consiguio esta por fin salir de su inmovilidad con una convulsionada sacudida.

«?Que sucede?», pregunto Grimya con ansiedad. «?No veo nada a lo que hayamos de temer!»

—Oh, pero yo si... —Las palabras chirriaron a traves de los dientes de Indigo.

Despacio, casi sin darse cuenta de lo que hacia, bajo un escalon, y percibio un desigual declive del marmol, un lugar donde un pedazo del escalon se habia roto hacia tantos anos que el aspero reborde estaba ahora liso de tanto pisarlo. Seria el quinto escalon desde el pie de la escalera... Miro, conto, y se mordio la lengua cuando su recuerdo se vio confirmado. En una ocasion habia caido en aquella escalera, tenia entonces seis anos, e Imyssa la habia consolado y lavado la herida con uno de sus unguentos de hierbas...

El temblor se convirtio en violentas convulsiones que sacudieron su columna vertebral. Bajo otro escalon. Grimya se mantuvo a su lado; la miraba preocupada a los ojos tratando de averiguar que pensaba. Pero sus pensamientos eran demasiado turbulentos; demasiado incontrolados... Otro escalon, otro mas, y estaba ya al pie de la escalera, frente a la arcada y a su puerta abierta.

Esto era lo que Nemesis habia querido decir cuando le habia echado en cara sus propios deseos. Pregunta a tu corazon, a tu alma: ?que es aquello con lo que realmente suenas? Habia sabido la respuesta entonces, pero se habia negado a reconocerlo o a admitirla. Ahora, esta se habia alzado del reino de los fantasmas para enfrentarse a ella.

Indigo avanzo dando un traspie y se agarro a la piedra esculpida que enmarcaba la entrada. No podia huir de aquello: no habia ningun sitio al que pudiera ir. No podia hacer mas que enfrentarse a ello, y rezar porque no le faltara el valor. Aspiro muy profundamente, el aire frio le hirio la garganta, y cruzo el umbral.

Todo estaba tal y como ella lo habia conocido. Alli estaban las altas ventanas, con las cortinas echadas por ser de noche. Alli estaban las largas mesas de los banquetes, aunque tambien ellas, al igual que las paredes, habian sido convertidas en marmol. Alli estaba la magnifica chimenea con el fuego encendido; pero las llamas no tenian el reconfortante color dorado y anaranjado del fuego autentico. En lugar de ello, ardian con un palido color azul nacarado, y no desprendian el menor

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