calor. Llamas fantasmales; un eco de la realidad en la sala vacia.

No queria volver la cabeza hacia el lugar donde sabia que estaria la plataforma real, pero una fuerza la obligaba a saberlo o todo o nada. Y alli estaba la mesa principal, el enorme sillon labrado del rey, de marmol ahora como todo lo demas, sus brillantes almohadones rojos convertidos en otros de un apagado verde azulado.

Fantasmas...

En lo mas profundo del sillon del rey, se movio una delgada figura.

Grimya gruno, con los pelos del lomo erizados, e Indigo sintio el calido contacto de la piel de la loba contra su pierna cuando Nemesis se puso en pie con una elegancia obscena. Extendio una mano, en sardonica parodia de un saludo real.

—Bienvenida a casa, Indigo.

Ella siseo una maldicion y enseguida ladeo la cabeza, repelida y enloquecida por la vision de una criatura tal sentada en el lugar —incluso aunque fuera la replica de aquel lugar— que habia sido de su padre. Sus dedos se cerraron con fuerza sobre la piel de Grimya; la presencia de la loba le proporcionaba un hilillo de consuelo, aunque era un hilo debil e inseguro.

—?Esta no es mi casa! —Solto las palabras con todo el desprecio del que fue capaz, y Nemesis dejo escapar su suave risita.

—Cierto. Y Carn Caille, el autentico Carn Caille, te esta vedado. Pero podria ser diferente, si lo deseas. —El demonio le dedico una sonrisa calculadora.

—?No lo deseo! —La violenta refutacion de Indigo fue apoyada por un grunido de Grimya.

Nemesis ignoro a la loba y regreso a la silla, trazo un dibujo con los dedos en los brazos labrados mientras paseaba con deliberacion alrededor de la plataforma. Luego se detuvo, la miro de nuevo, y sus ojos plateados centellearon con peligrosa seguridad en si misma. —?Estas segura de eso? Despues de todo, fuiste feliz en Carn Caille. La mayoria de tus recuerdos son agradables, ?no es asi? —E hizo chasquear los dedos.

Indigo estaba totalmente desprevenida para lo que sucedio. Abrio la boca para maldecir a Nemesis de nuevo y su mandibula se cerro con incredulo horror cuando una figura penetro por la puerta, de detras de la plataforma que solo su familia habia utilizado. Cabellos castanos, encanecido pero todavia abundante; un ahorro de movimientos que contrastaba con su corpulencia, la marca del guerrero diestro y valiente; las ropas, el cinturon tachonado, la espada de gala, el desgarron en su capa que Imyssa habia zurcido...

Indigo se tambaleo hacia atras y cayo casi encima de Grimya; se llevo una mano a la boca al tiempo que su voz se alzaba en un gemido ahogado.

—Padre...

Nemesis chasqueo los dedos de nuevo. Y detras de Kalig aparecio la reina Imogen, serena y sonriente, tomada de la mano por su esposo con graciosa formalidad mientras se dirigian a sus asientos. E inmediatamente despues, Kirra, despeinado y sonriente, como si recordara alguna broma solo conocida por el.

Su familia. Sus parientes mas cercanos; sus desaparecidos seres queridos... Indigo intento gritar una negativa a esta espantosa posibilidad, pero el unico sonido que consiguio producir fue un apenas audible e inarticulado grito de dolor y desesperacion. De rodillas ahora, e inconsciente a la presencia de Grimya, que seguia de pie grunendo y con los pelos del lomo erizados en protectora amenaza delante de ella, no podia hacer otra cosa que mirar paralizada, mientras Nemesis se hacia a un lado para permitir que el rey y la reina ocuparan sus lugares en la mesa principal. Los labios de su madre se movian, y su padre rio como respuesta; pero ningun sonido surgio de sus bocas. Y tampoco parecieron darse cuenta de la presencia de Nemesis ni de su aturdida hija, sino que se sentaron en sus sillas, y amontonaron comida invisible en platos invisibles, y se llevaron copas de vino invisibles a los labios. Eran mascaras, que representaban sus papeles en fantasmal silencio; fantasmas que en la muerte representaban de una forma insensata los placeres cotidianos de que habian disfrutado en vida.

—Recuerdos —dijo Nemesis con crueldad—. ?No te recuerdan la herencia que te ha sido robada?

Indigo escucho la voz mental de Grimya como quien intenta despertar de una pesadilla, procedente del mundo real pero inalcanzable, inconexa; solo cuando la loba apreto su calido y solido cuerpo contra ella consiguieron penetrar las palabras en su conciencia y resultar coherentes en su cerebro.

«Indigo, ?que sucede? ?Que ves? ?Dimelo!»

—Mi familia... —Su lengua estaba reseca y apergaminada en su boca, y alzo una mano temblorosa para indicar hacia la mesa principal. —Estan ahi, en esta sala—. ?Mi familia!

Grimya miro con atencion y vio unicamente a Nemesis y las sillas de marmol vacias. El demonio sonrio ante su confusion.

—Tu amiga loba carece de nuestra sutileza, Indigo.

Dio un paso hacia adelante y Grimya se agazapo para saltar, mostrando los colmillos amenazadora. Nemesis no le hizo el menor caso, pero la intervencion del animal libero a Indigo de su paralisis.

—Estan muertos. —Se puso en pie, dio un paso, dos, en direccion a Nemesis. Detras del demonio, en la mesa, Kalig, Imogen y Kirra continuaron su silenciosa mascarada sin sentido; no podia soportar su vision—. Muertos —repitio—. No puedes volverlos a la vida. ?No puedes hacerme creer que puedes volverlos a la vida!

—Desde luego —Nemesis reconocio esta verdad con una maliciosa inclinacion de cabeza—. No soy tan estupida como para intentar negarlo. Pero aunque tu familia este mas alla de mis posibilidades para devolverla a la vida, existe otro a quien amaste; y el todavia vive, en cierta forma. El es el quid del trato que me gustaria hacer contigo.

El poco color que quedaba aun en el rostro de Indigo desaparecio; su piel se volvio repentinamente gris como el cielo invernal.

—?Trato...?

No, grito algo en su interior. No escuches; no dejes ni que pronuncie las palabras...

Nemesis sonrio, una obscenidad en el inocente rostro de la criatura.

—Deja que te muestre lo que tengo que ofrecer. —Levanto una mano, hizo un gesto indolente, y los fantasmas de Kalig, Imogen y Kirra se inmovilizaron; hizo otro gesto, y las figuras se disolvieron como el humo produciendo una ligera brisa.

Indigo contemplo, paralizada, los espacios vacios, y Nemesis extendio la mano en direccion a la puerta que habia detras de la plataforma.

Subio a la plataforma tambaleante como si unas manos invisibles lo empujaran, y se quedo alli balanceandose, aturdido, asido al borde de la mesa para no caer. Indigo intento dar voz a la violenta sensacion de rechazo que aullaba en su mente pero sus cuerdas vocales estaban paralizadas, agarrotadas. Todo lo que podia hacer era mirar fijamente los cabellos empapados de sudor, los huesos del rostro casi cadaverico, los ojos grises desenfocados y enloquecidos por el recuerdo de imagenes que la muchacha no podia comprender. Llevaba las ropas manchadas de sangre que vestia

cuando ella lo vio caer victima del demonio en el patio de Carn Caille. Y todavia, de una forma horrible, espantosa, continuaba sangrando...

Grimya alzo la cabeza y dejo escapar un prolongado y terrible aullido. El sonido saco a Indigo de su conmocionada inmovilidad, y, capaz de hablar ahora, grito:

—Fenran... ?Oh, amor mio!

Fenran levanto la cabeza con dificultad. Sus miradas se encontraron, y la comprension aparecio en los ojos del joven como si alguien lo hubiera abofeteado en pleno rostro. Choco contra la mesa, tropezo y estuvo a punto de caer de rodillas.

—?Anghara!

Dio un paso hacia el, temblando; se detuvo al darse cuenta de que no se atrevia a acercarse por miedo a que tambien el se disolviera en la nada y lo perdiera.

—Fenran, ?que te han hecho? —Se volvio temblorosa hacia el sonriente demonio—. ?Que le has hecho?

—Ya conoces el destino de tu amor. —Los ojos de Nemesis brillaban maliciosos—. Y sufrira siempre tal y como lo hace ahora, a menos que decidas liberarlo.

Indigo empezo a retroceder, a alejarse de la plataforma.

—No es real —siseo, aunque mientras las pronunciaba, no creia en sus propias palabras—. Intentas

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