ojos y dijo:

—No necesito ninguna recompensa. Por favor, no lloreis. Decidme vuestro nombre, y por que os maltrataban los guardas de la mina.

Al principio no le pudo contestar. Se limito a sacudir la cabeza y a seguir llorando. Pero Indigo insistio y, por fin, se calmo un poco. Su nombre, dijo, era Chrysiva, y era la esposa de un minero. Al poco rato la domino un nuevo ataque de llanto y, entre sus jadeantes esfuerzos por continuar, se distinguio una palabra.

Charchad.

Un frio gusanillo se agito en el interior de Indigo, y sujeto a Chrysiva por los hombros.

—?Que tiene que ver Charchad con vuestros problemas? —pregunto apremiante—. ?Que os han hecho?

Chrysiva aspiro con fuerza, estremeciendose, y levanto la mirada: sus ojos estaban enrojecidos y velados por las lagrimas.

—Ellos se lo llevaron...

—?A vuestro esposo?

Asintio con la cabeza, y se mordio con fuerza el labio inferior hasta que aparecio en el una gota de sangre.

—Ellos..., ellos dijeron que habia insultado a un capataz. Era una mentira, era inocente..., pero no querian escuchar; ?ni siquiera le dejaron hablar! Dijeron que debia ser castigado, y... ?y lo enviaron a Charchad!

—?Lo enviaron a Charchad? Chrysiva, ?que significa eso?

Ella no presto atencion a la pregunta.

—Les he suplicado, les he rogado; ?lo he intentado todo, pero no quieren dejarlo en libertad!

—Chrysiva...

—Dos meses hace que se lo llevaron..., ?dos meses y siguen sin tener piedad! ?No sobrevivira, se que no podra!

—Chrysiva, por favor, prestame atencion...

«No sirve de nada», dijo Grimya con tristeza. «Esta demasiado alterada para contestar a tus preguntas. En lo unico que puede pensar es en su pena.»

Con un suspiro. Indigo se aparto y se sento sobre sus talones. Grimya tenia razon; no sabrian nada mas de Chrysiva hasta que esta no se hubiera sacado de encima la parte mas terrible de su dolor y se sintiera mas calmada. Y ella misma sentia la necesidad de descansar; aunque estaban fuera del alcance del sol, el canon era terriblemente caluroso, y valdria mas que durmieran unas cuantas horas

hasta que refrescara el dia.

Chrysiva se habia acurrucado sobre la manta, el rostro hundido en el angulo del brazo. El poni dormitaba ya; Indigo lo desensillo y luego se acomodo lo mejor que pudo en el suelo; y, con Grimya a su lado, se dispuso a dormir.

Durmio, pero las pesadillas vinieron a perseguirla, entremezcladas con una vaga y febril conciencia del calor y de la dura incomodidad de la roca sobre la que estaba tumbada. En sus suenos volvio a ver a Fenran, pero su rostro estaba desfigurado por cicatrices horribles y la piel abrasada por una enfermedad que bullia en su interior y que no habia forma de contener. Indigo se dio cuenta de que sin una atencion rapida y eficaz su prometido moriria, y en su pesadilla llamo a Imyssa, la prudente y anciana bruja que la habia cuidado en su infancia. Pero su grito se limito a resonar inutilmente por las habitaciones vacias de Carn Caille, pues Imyssa no contesto. Y cuando ella se volvio e intento tomar los recipientes de las pociones y compuestos simples que se hallaban colocados en una estanteria junto a ella, estos se convirtieron en un hediondo polvo negro que se desvanecio entre sus manos. Y Fenran la llamaba desde el lecho de retorcidos espinos en que yacia tendido, y se desvanecia, y ella no podia ayudarlo, y el se moria...

Se desperto dando un grito que resono por el canon e hizo que Grimya se pusiera en pie de un salto, los pelos de punta, alarmada. Entonces llego a la familiar conclusion de que no habia sido mas que un sueno. Sintio la pegajosa sensacion del sudor secandose sobre su cuerpo y luego, por fin, el reconfortante contacto de la piel de la loba que intentaba consolarla.

«?Otrapesadilla?», pregunto Grimya, comprensiva.

La muchacha asintio y luego miro por encima del hombro a Chrysiva. La joven parecia seguir durmiendo; su rostro estaba vuelto hacia el otro lado. Indigo suspiro.

—Volvi a sonar con Fenran, Grimya. Pero esta vez se estaba muriendo a causa de unas fiebres.

La loba lanzo un ahogado ganido.

«Fue la historia que te conto esta mujer la que te metio en la cabeza estas cosas. Tambien ella ha perdido a su companero y suspira por el. » Vacilo. «Nunca he tenido un companero. Pero tengo una amiga y creo que lo comprendo. »

Existian paralelismos entre la tragedia de Chrysiva y la suya propia, penso Indigo con amargura, y ello intensificaba aun mas el sentimiento de companerismo que despertaba en ella la muchacha. Se miro las manos, que tenia entrelazadas con fuerza, y dijo:

—Solo espero que ella tenga mas posibilidades de encontrar a su amor de las que yo tengo de encontrar al mio.

«No deberias decir tales cosas», la reprendio Grimya con ansiedad. «Mientras hay vida hay esperanza. »

—?Esperanza? —El rostro de Indigo adopto, de repente, una expresion extraviada; luego se endurecio hasta convertirse en una mascara—. Si; hay esperanza. —Se volvio bruscamente y se incorporo, quitandose el polvo con innecesaria energia—. Hace mas fresco ahora. La peor parte del dia ya ha pasado: deberiamos seguir.

Grimya no hizo ningun otro comentario, pero mientras su amiga iba hacia el poni para ensillarlo —rehusando mirar a la loba a los ojos—, el animal se acerco en silencio al lugar donde yacia Chrysiva y le dio unos suaves golpecitos con el hocico para despertarla.

—In... digo...

Su voz mostraba una velada alarma. Indigo se froto los ojos rapidamente y volvio la cabeza.

—?Que sucede?

—No... se des... despierta. Creo que essssta... mal.

Indigo se reunio con ella inmediatamente y le dio la vuelta a Chrysiva. Habia saliva seca en los labios de la muchacha; esta gimio y farfullo algo ininteligible, pero no podia, o no queria, abrir los ojos. Su piel estaba mas caliente de lo que era normal, incluso en aquel clima.

—Tiene fiebre. —Indigo se maldijo en silencio por sus pocos conocimientos medicos; tenia una pequena coleccion de hierbas en sus alforjas, pero su experiencia se reducia a poco mas que saber como restanar una hemorragia, entablillar un hueso o aliviar el dolor. Darle a la muchacha la pocion equivocada, o incluso la dosis equivocada de la pocion adecuada, podia hacerle mas mal que bien.

Si hubiera escuchado con mas atencion las ensenanzas de Imyssa... La idea resultaba amargamente ironica y la rechazo furiosa, enderezandose y contemplando con atencion las cimas volcanicas que se alzaban hacia el cielo delante de ellas.

—Precisa cuidados mejores de los que yo puedo darle —dijo con voz aspera—. Tenemos dos posibilidades, Grimya. O bien la llevamos de regreso a la ciudad, o bien seguimos adelante como teniamos planeado, con la esperanza de que la fiebre se extinga por si sola.

—No podemos... regre... sar.

—Lo se. Pero si no...

—Puede que muera. —Grimya se acerco mas a Chrysiva y le olfateo el rostro—. Pero hay al... algo... —Alzo la cabeza perpleja—. Este mal no es... normal.

—?Que quieres decir?

—Es... ah, no tengo las palabr... palabrras... —La loba hizo una mueca de frustracion, luego abandono sus jadeantes esfuerzos por hablar en voz alta. Sus pensamientos penetraron en la mente de Indigo.

«Lo que la aflige es algo que ningun medico de seres humanos puede curar. »

Indigo se puso en cuclillas y estudio a Chrysiva con mas cuidado. Las manchas, las llagas..., recordo las

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