desfiguraciones de tantos de los seguidores de Charchad, y los mineros de la plaza con sus espantosos males. Y, de repente, sintio frio.
—Debemos seguir adelante —dijo—. Tienes razon; no hay otra eleccion.
—?Y la muj... mujer?
Indigo no temia ni a las fiebres ni a la enfermedad. Aquello tambien formaba parte de la maldicion que pesaba sobre ella.
—Esperaremos y rezaremos por ella —repuso con pausada amargura—. No podemos hacer mas que eso.
El sol empezaba a descender y no habian encontrado aun un sendero que las adentrara mas en las montanas. La esperanza que Indigo habia abrigado se habia ido enfriando hasta convertirse en desanimado pesimismo. El camino que atravesaba la falla rocosa seguia alzandose de forma perceptible, pero aparte de esto no mostraba la menor senal de variacion. Cuando las ultimas luces del dia se apagaron, se detuvieron junto al sendero y montaron un improvisado campamento.
Indigo se sento en el suelo, se sujeto las rodillas con las manos y clavo los ojos en la oscuridad que tenian ante ellas, no queriendo compartir ni siquiera con
Un debil ganido proveniente de
Levanto los ojos hacia la estrecha franja de cielo visible por encima del canon. La luz de la luna quedaba eclipsada por el resplandor frio y sobrenatural que, desde aquel lugar privilegiado, dominaba la atmosfera superior y proyectaba peculiares sombras carentes de dimensiones sobre los picos. Desde aquel lugar esperaba sentir alguna vibracion procedente de las masivas operaciones de extraccion que se efectuaban dia y noche y que no podian estar a mas de tres o cuatro kilometros de alli; pero no habia nada. Solo la quietud y el silencio.
Llevo una mano a la piedra-iman, pero no la saco para examinarla. Hacerlo parecia inutil; sabia muy bien lo que le diria.
«Pero ?como?» se pregunto mentalmente. O quiza fue a la piedra a quien se lo pregunto. «?Como vamos a penetrar en las montanas, si no hay un camino, ni un sendero, solo este interminable canon?»
Algo parpadeo por un brevisimo instante en la periferia de su campo de vision; una luciernaga, quizas, atravesando el aire a toda velocidad y lanzando su rojo y dorado destello. Indigo se froto los ojos, que le escocian por el calor y el polvo; luego sacudio la cabeza para despejarse, mientras la imagen de la luciernaga danzaba sobre sus retinas. Extendio los brazos, flexiono los dedos para desentumecerlos..., se detuvo, y clavo los ojos en el sendero que discurria ante ella.
Habia mas chispas diminutas flotando en el canon, pero no eran luciernagas. La forma en que estaban dispuestas resultaba demasiado artificial, demasiado regular. Al mirarlas con mas atencion observo que formaban un reluciente y desigual dibujo, casi una tosca representacion de un perfil humano...
Despacio, con mucho cuidado. Indigo empezo a ponerse en pie. Otra rapida mirada a sus espaldas le mostro a
La danzarina imagen resultaba menos clara ahora, pero todavia era visible.
Sorprendida. Indigo no pudo detener el movimiento reflejo que ya habia empezado a impulsarla hacia adelante, y lanzo un juramento entre dientes cuando uno de sus pies se estrello contra una roca que sobresalia del suelo. Las fantasmagoricas luciernagas centellearon ante sus ojos, confundiendola; extendio una mano en direccion a la rocosa pared para recuperar el equilibrio... y se precipito por una abertura. Alli permanecio tendida en el suelo.
Indigo se sento, escupiendo polvo y sujetandose una mano dolorida. Durante unos instantes fue incapaz de asimilar lo que habia sucedido; pero no tardo en comprender, y sintio una punzada de excitacion.
Habia una abertura en la pared de roca. Apenas si era lo suficientemente ancha como para que pudiera pasar un hombre fornido, pero, aunque pareciera imposible, habia ido a dar con ella. La joven se puso en pie, con el corazon latiendo con fuerza, y se dio la vuelta, extendiendo las manos delante de ella. Estaba segura de que se llevaria una desilusion y encontraria una solida barrera: que la grieta no tendria mas de un metro o metro y medio de profundidad; pero la desilusion no llego. Y cuando, con gran cautela, empezo a avanzar tanteando con las manos, siguio sin encontrar ninguna barrera. El suelo bajo sus pies empezo a elevarse de forma pronunciada.
Un barranco que penetraba en las montanas. Y a no mas de treinta pasos del lugar en el que habian abandonado la busqueda. La excitacion le provoco una sensacion de ahogo, y se obligo a respirar profundamente varias veces para calmarse. Si —
Cuando se hiciera de dia... Indigo volvio la cabeza en direccion al sendero, luego hacia el barranco de nuevo. La corroia la impaciencia; no le hacia ninguna gracia la perspectiva de pasar la noche tumbada sin poder dormir e inquieta, contando los minutos que faltaban para el amanecer. No podria dormir, no con aquel descubrimiento tan cerca y tan frustrantemente fuera de su alcance. Y no queria esperar hasta la manana.
?No podria, al menos, penetrar un poco mas para realizar una pequena exploracion? La marcha resultaria lenta y dificil, pero el fantasmagorico resplandor del cielo aliviaba un poco la oscuridad, y si tema cuidado no le pasaria nada.
Volvio la cabeza una vez mas, pero sus companeras no eran visibles, y su impaciencia la impelia a seguir adelante. Se colgo la ballesta al hombro y con una mano en permanente contacto con la pared que la flanqueaba para poder guiarse. Indigo inicio el recorrido por el ascendente barranco.
Habia decidido no avanzar mas de cincuenta pasos y luego dar media vuelta. Pero, despues de aquella cifra, el barranco seguia ascendiendo vertiginosamente, y se habia ensanchado un poco, haciendo la marcha mas facil de lo que habia temido. De modo que los cincuenta se convirtieron en cien, y luego vinieron otros veinte, y otros veinte mas, hasta que se dijo que si seguia un poco mas era posible que fuera a salir por encima de las laderas volcanicas mas bajas, donde la luz del cielo
seria suficiente para mostrarle el camino con mas claridad.
Se detuvo en un lugar donde el barranco torcia para volver a colocar en su sitio la ballesta que habia estado resbalando de su hombro y amenazaba con hacerle perder el equilibrio. Sudaba, y el aire nocturno tenia un ligero sabor metalico; por el tacto a piedra pomez de la roca bajo sus dedos supuso que el sendero serpenteaba a traves del curso petrificado de un antiguo torrente de lava. Indigo sabia poco de geologia, pero parecia logico conjeturar que la corriente habia tenido su origen en el centro de las montanas, y, por lo tanto, podia ser su unica posibilidad de encontrar un acceso al interior de la cordillera.
Solo unos pasos mas y daria la vuelta. El camino de regreso resultaria mas sencillo; podia llegar al