Indigo controlo su excitado corazon y reprimio su propia colera, consciente de que cualquier tentativa de discutir podria resultar peligrosa.
—Si, comprendo.
La salamandra se acomodo sobre sus cuartos traseros; notaba el calor que emanaba de ella, como si estuviera tumbada demasiado cerca de una hoguera...
—Entonces debes comprender, tambien, que tendre respuestas. —El hombre empezo a alejarse, luego se volvio en redondo para volver a mirarla, senalandola amenazador con un dedo—.
Indigo se retorcio incomoda en sus ataduras. Aunque era lo suficientemente prudente como para darse cuenta de que a la menor provocacion el podria hacerle dano y, desde luego, lo haria, no podia reprimir su furia. Estaba alli, y cada vez era mas fuerte.
Apreto los dientes para contener su natural instinto de dar rienda suelta a una furiosa diatriba, y le espeto:
—?Ya os he dicho que os comprendo! ?Haced vuestras malditas preguntas y acabemos!
El continuo mirandola durante algunos segundos mas. Entonces, tan rapido que la cogio desprevenida, agarro un mechon de sus cabellos y tiro de ellos. La obligo a incorporarse y la arrojo de espaldas contra la pared de la cueva.
La
—?Por que viniste aqui? —Su voz estaba ronca a causa de la rabia reprimida—. ?Que tortuosos motivos te han conducido a arrastrarte furtivamente por mis terrenos como una serpiente por el arroyo? —Una mano salio disparada y le sujeto la mandibula, apretandosela con fuerza—.
—?Maldito seais! —Indigo libero su mandibula con una violenta sacudida, jadeante—. ?Que, en el nombre de todo lo mas sagrado, os hace pensar que yo buscaba vuestro santuario? ?Ni siquiera se quien sois!
—?Embustera! —Echo hacia atras la mano como si fuera a golpearla, pero se detuvo—. ?No hay ningun otro ser vivo en estas laderas, y tu lo sabes! ?Sabias que yo estaba aqui! ?Me buscabas!
—?No es cierto! —le espeto Indigo.
—?No? —Se levanto, flexionando las manos—. Ya lo veremos,
Indigo volvio la cabeza.
—Si —continuo el pensativo—. Un poco de poder. Pero no el suficiente. —La sonrisa se ensancho—. No puede competir con mis ilusiones, mis rios de lava, mis dragones, mis mascotas.
La salamandra se levanto sobre sus cuartos traseros, y un agudo y sobrenatural sonido vibro en su garganta.
—Espera, pequena. En su momento; en su momento. —Vio como la mirada de Indigo se deslizaba muy a pesar suyo hacia aquel ser elemental, y cloqueo en voz baja—. Cuando se los llama, se los tiene que alimentar antes de poderlos echar de nuevo. Y cuando se alimentan, carbonizan tanto la carne como el hueso. Es un proceso rapido, pero, segun tengo entendido, muy doloroso. —Dio algunos pasos despacio, alejandose; se detuvo, dio la vuelta y regreso junto a ella—. Bien. La verdad. ?Como me encontraste? ?Y por que viniste?
La mirada de Indigo se deslizo subrepticiamente por encima de el, en un intento por estudiar el lugar donde se encontraba. Al parecer estaban en una enorme caverna, modesta pero adecuadamente iluminada por velas colocadas en toscos huecos en las paredes. En el extremo opuesto se abria la boca de un tunel, pero no podia ver nada en la oscuridad que habia mas alla; y, desde luego, no se veia ningun lugar por el que pudiera escapar, incluso en el supuesto de que pudiera soltarse las manos o eludir a la salamandra.
Miro de nuevo al autor de su interrogatorio, y comprendio que no estaba en su sano juicio. La colera que ardia en el, fuera cual fuese su causa, buscaba una salida: queria hacerle dano, y solo esperaba que ella le diera un motivo. Su mirada se poso de nuevo en la pequena estatua de Ranaya, que le dio un atisbo de esperanza donde de otro modo no habria nada. Fuera quien fuese, aquel hombre no era, desde luego, ningun devoto de Charchad. Poseia poder; lo habia demostrado de forma estremecedora con las ilusiones que la habian atrapado en el barranco. Pero su diosa era un avatar de la Madre Tierra, por lo tanto el poder que el utilizaba era un poder
El hombre dijo:
—Espero tu respuesta.
Tenia que decirle la verdad. Y ademas no tenia nada que perder.
—Mi presencia en estas montanas no tiene ninguna conexion con vos —repuso, con la garganta seca—. No sabia nada de vuestra existencia hasta que utilizasteis vuestra hechiceria para capturarme, y no tenia la menor intencion de penetrar en vuestro santuario ni en el de nadie. La pura verdad es que buscaba una forma de llegar a las minas sin que los que trabajan alli advirtieran mi presencia. — Parpadeo y se paso la lengua por los labios—. Eso es todo; y podeis creerme o no, como prefirais.
El silencio siguio a su declaracion. No podia saber si el hombre consideraba o no seriamente sus palabras; su expresion resultaba inexcrutable. El unico sonido que se percibia en la cueva era un debil chisporroteo proveniente de la salamandra, que cada vez se mostraba mas inquieta.
Por fin su raptor hablo:
—Una forma de llegar a las minas. —El hombre se llevo un huesudo dedo a la barbilla; luego, repentinamente, su mirada regreso a ella, demente—. ?Por que? ?Que tenias que hacer alli que debia llevarse en secreto?
«Madre Tierra», penso la muchacha, «ayudame ahora, si puedes. »
... Y en voz alta dijo:
—Busco el origen de Charchad.
La salamandra lanzo un agudo silbido, y una blanca llamarada surgio de su hocico. Su furia se vio reflejada en los ojos del hechicero, que, de repente, parecieron encenderse con una oleada de colera demente. Por un breve instante se quedo inmovil, rigido; luego se abalanzo sobre ella y la obligo a ponerse en pie, zarandeandola igual que un tiburon enloquecido por el olor de la sangre sacudiria a su presa.
—?Que tienes tu que ver con esa inmundicia? —Su voz era un chirrido que resonaba horriblemente en la caverna; golpeo a Indigo una y otra vez contra la pared—. ?Contestame! ?Dimelo antes de que te haga pedazos con mis propias manos! Serpiente, ser miserable, aborto berreon: ?que significan esos demonios para ti?
Indigo grito. Los sonidos surgieron de su garganta de forma involuntaria cuando, con una energia que contradecia su constitucion y escualidez, el hombre la arrojo al suelo. La salamandra salto en direccion a su cabeza, los ojos ardiendo al rojo vivo, la boca bien abierta, pero el hombre le ordeno con brusquedad: «?No!», y la criatura retrocedio. Indigo se quedo tumbada en el suelo dando boqueadas, cada uno de sus nervios inflamado por el dolor, y, desde una enorme y turbulenta distancia, escucho la voz del hombre que rechinaba cerca de su oido cuando se agacho junto a ella.
—?Dime la verdad! Esa pobre mujer que esta contigo... ?Adonde la llevabas? ?Que le has hecho?
—?Uhhh... ! —Le era imposible articular palabra, ni siquiera podia pensar; sus sentidos estaban ardiendo—. Chrys... iva. Ella... ?Oh, Gran Diosa, ayudame! —Y a traves de su aturdimiento sintio como venia, se alzaba y crecia: la colera, la furia, el odio y la repugnancia que habian acechado como una enfermedad en su estomago desde que escuchara por vez primera el nombre de Charchad. Habia bilis en su garganta; la trago con un esfuerzo y su odio se concentro en su torturador, en el hombre que la habia herido, que habia arruinado su plan, amenazado a sus amigas...
—?Dejadme en paz, hedionda inmundicia! —Su voz se elevo aguda, cercana a la histeria, mientras cualquier consideracion por su seguridad se hacia pedazos y la furia surgia salvaje de su interior—. ?Como os atreveis a acusarme de tal blasfemia! ?Que la Madre Tierra os maldiga y reseque vuestra alma! ?Desatadme! ?Desatadme, cobarde, canalla... !
Una mano se estrello contra su sien derecha y se balanceo hacia atras, mordiendose la lengua al interrumpir su diatriba. Mientras luchaba por enderezarse, con la cabeza dandole vueltas, vio que habia aparecido una soga en las manos de su atormentador; una soga hecha de llamas azules que crepitaban y se estremecian y, sin embargo,