no parecian quemarle.

—Oh, es muy facil para la escoria de Charchad jurar por la Gran Diosa. —Su voz era tranquila, amenazadora—. ?Pero ya veremos, saia, como les va a tus justas protestas cuando se las ponga a prueba! —Tenso la soga de fuego entre sus dedos—. ?En pie!

Los hombros de Indigo se estremecieron en sus esfuerzos por llevar aire a sus pulmones.

—?No lo hare!

El otro sonrio.

—Entonces muere entre atroces dolores, aqui, a merced de mi pequeno sirviente, y demuestra asi que tienes miedo a la verdad.

«?La verdad?», penso Indigo, mareada. Pero fue suficiente para incitarla.

—?No! —Intentando mantener una cierta apariencia de dignidad, se puso en pie con un esfuerzo y lo miro cara a cara—. Vuestra mascota puede esperar. Probadme, si eso complace a vuestra deformada mente. ?Y verdad es lo que encontrareis!

La miro durante unos instantes; luego, una ligera y agria sonrisa intensifico las arrugas de su rostro.

—Por aqui. —Senalo el oscuro tunel que la muchacha habia visto antes—. La salamandra ira detras de ti; si vacilas o corres, sentiras su aliento. ?Me explico?

—Muy bien. —Le dirigio una mirada fulminante, y se volvio en direccion a la boca del tunel.

Aquel lugar no estaba iluminado, pero el danzante resplandor verdoso de la salamandra era suficiente para alumbrar su camino. Indigo sintio como el calor aumentaba a medida que andaba, hasta que, por fin, se le ordeno detenerse. Entonces tuvo la impresion de que se encontraba al borde de un horno abierto. Medio asfixiada por la sofocante atmosfera, se volvio para mirar a su raptor.

—?Ahora que?

Su voz resono horriblemente: intento inyectarle un tono de desafio, pero resulto un pobre esfuerzo. Padecia claustrofobia, y su colera anterior habia disminuido. Ahora se sentia vulnerable y atemorizada.

—?Permanece callada!

Paso junto a ella con la salamandra pisandole los talones, y por la luz que emanaba del cuerpo de la criatura vio que el tunel terminaba un poco mas adelante, al parecer en el borde de un pozo profundo que se hundia en las tinieblas. Un humo sulfuroso se alzaba en la oscuridad en espesas y perezosas espirales, y comprendio que el pozo era la fumarola de uno de los antiguos volcanes.

Pero, sin duda, aquellos volcanes se habian extinguido...

—Sientate.

Una mano la empujo hacia atras; dio un traspie y cayo de rodillas. De algun lugar en las profundidades de la fumarola parpadeo de repente una luz. Las paredes del tunel parecian pintadas de un rojo violento; recortado en el resplandor, su raptor era una silueta esqueletica cuando se volvio hacia ella y le tendio la cuerda ardiente. Pronuncio cinco discordantes silabas extranjeras y la cuerda tomo vida, salto de sus manos y serpenteo como un trallazo en direccion a Indigo. Con un gesto involuntario, ella se echo hacia atras, pero su reaccion fue demasiado lenta; la llameante soga se enredo a su alrededor y sintio como si algo enorme y caliente hubiera lanzado un enorme y potente suspiro. Un calor que lo envolvia todo y que, sin embargo, permanecia en el umbral del dolor se apodero de ella. La cuerda no quemaba. Pero mientras la rodeaba se dio cuenta de que estaba bien sujeta, no podia ni moverse ni —y esta segunda constatacion le llego de forma muy parecida a cuando se daba cuenta de que pasaba de la vigilia al sueno— pensar con claridad. La conciencia iba y venia, subia y bajaba como si siguiera el ritmo de un latido lento e inexorable. Su raptor — atormentador, hechicero, nemesis (ese concepto tenia un significado crucial. Pero ?cual? ?Cual? No lo recordaba)— era una silueta negra ante ella, un contorno dibujado por las llamas. Hablaba, pero las palabras carecian de sentido.

—Ya ves el poder de la cuerda de fuego, que ata la muerte a la vida, el sueno a la vigilia, la realidad a la ilusion. Y la verdad a la mentira. Ahora sabremos la verdad, saia. Ahora la sabremos.

Una columna de humo se elevo de la fumarola, y la joven olio de nuevo a sulfuro y sintio el calor de las chisporroteantes rocas que la rodeaban. Pero habia algo mas que sulfuro y calor. Habia un sonido en su cabeza, como el tintineo de un extrano reloj mecanico. Habia el murmurante siseo de las llamas; se percibia el murmullo mas apagado de una corriente de agua, que fluia despacio por las resecas tierras del sur. Y, mas alla, estaba el mar, susurrando eternamente, con un ritmo fresco y lento, contra los elevados acantilados. Habia barcos y tambien el agudo aguijon de la espuma salada. Habia una orilla, bosques, llanuras y...

Y los antiguos terrores de las supersticiones de su pais, cuando una afectuosa criatura que se sentia sola y proscrita lloraba en la noche pidiendo un amigo y dijo loba en su mente adormecida...

Y alli estaba Carn Caille. El viejo y querido Carn Caille, la fortaleza de las Islas Meridionales, donde el sol nunca se ponia en verano y las nieves invernales se arremolinaban durante los dias de oscuridad total, procedentes de las laderas de los glaciares. Y alli estaba el rey Kalig, cuyos ancestros se habian hecho con el poder y fundado una dinastia entre los gastados y viejos muros de Carn Caille. Y la reina Kalig, y sus hijos: Kirra, que seria rey cuando llegara el momento, y...

Y...

—Nnnn...

La palabra no queria salir; sus labios estaban paralizados y no podia pronunciarla. Pero la negativa estaba en su mente, junto con el miedo y el terror, mientras el rostro moribundo de Fenran le gritaba desde la carniceria de la batalla, mientras la Torre de los Pesares se derrumbaba en la tundra, mientras los horrores que no debieran haber paseado por la tierra eran vomitados de las

ruinas para abatirse sobre hogares, vidas y amores, y destrozar su mundo...

Y Fenran no estaba muerto, sino en el limbo, en un mundo de demonios donde los espinos le desgarraban la carne y las pesadillas acechaban sus interminables horas de vigilia. Y solo ella podia salvarlo. Pero solo podria hacerlo cuando su mision hubiera terminado, aunque le tomara diez anos o un millar...

—?No! ^

Las cadenas que sujetaban la mente de Indigo se estremecieron y se rompieron. Ella lanzo un alarido terrible y se revolvio sobre el suelo del tunel. La salamandra chillo, su figura empezo a brillar con mas fuerza hasta rivalizar con el brillo de la luz que surgia de la fumarola. El humo salio despedido hacia arriba para formar una negra nube sobre la cabeza de la muchacha; esta intento librarse de las manos que la sujetaban, que la retenian, hasta que vislumbro un rostro blanco por la consternacion flotando frente a ella como una vision enloquecida, y... Y...

Alguien sostenia una copa contra sus labios. El agua era caliente y algo salobre, pero la bebio de buen grado, sintiendo que aliviaba la sensacion de ahogo de su garganta. Una parte del liquido se le atraganto y la hizo toser; instintivamente levanto una mano para taparse la boca y, solo entonces, al hacer memoria, se dio cuenta de que le habian cortado las ataduras.

Le dolian las munecas, pero apane de esto no parecia haber sufrido ningun dano. Le acercaron el agua de nuevo; bebio mas y su cabeza empezo a aclararse bruscamente. El recuerdo de las ultimas horas se le hizo presente. Habia esperado morir o que el tormento continuase: en lugar de ello parecia que algo o alguien habia intervenido para salvarla.

Confundida y sin saber que esperar. Indigo abrio los ojos.

Estaba de vuelta en la caverna. La luz de las velas seguia brillando, pero la salamandra habia desaparecido. Y una voz le dijo con suavidad:

—Saia Indigo. ?Podreis perdonarme alguna vez?

Estaba arrodillado a su lado y sostenia la copa con una mano visiblemente temblorosa. Algunas de las trenzas de sus cabellos se habian deshecho, lo cual le daba aun mas el aspecto de un espantapajaros loco, y su rostro estaba manchado de hollin. Pero la demencia de sus ojos habia desaparecido, y en su lugar habia temor y verguenza.

Extendio la copa de nuevo e Indigo, involuntariamente, se echo hacia atras, conteniendo el aliento.

—?No me toqueis!

Mortificado, dejo el agua en el suelo. La muchacha vio que habia varias bandejas de comida —un poco de carne guisada, una mezcla de verduras que empezaban a pasarse y un pequeno pastel de frutos secos— colocadas en semicirculo ante ella, de forma muy parecida a como un peticionario colocaria sus ofrendas delante del altar de

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