—Como deseeis, saia.

Indigo y Grimya intercambiaron una secreta mirada, y cada una supo sin necesidad de palabras lo que la otra pensaba. Nemesis. Era la amenaza siempre presente. El gusano en la envoltura de la propia alma de Indigo. Se habia enfrentado a ella en dos ocasiones, y en la segunda tan solo la intervencion de Grimya la habia salvado de cometer una estupidez que hubiera transformado en cenizas toda esperanza. Pero en la primera ocasion, Grimya no estaba alli; Indigo habia caido victima del orgullo, la arrogancia y la ambicion que habitaban en su interior, todo lo cual habia llevado al mundo al borde de la condenacion.

Si no fuera por la corruptora influencia del Charchad, las atrocidades que se cometian en la region no se habrian producido. Sin embargo, si no hubiera sido por ella, el Charchad no existiria, ya que los siete demonios producto de la humanidad seguirian aun recluidos, como lo habian estado durante tantos siglos, en la destruida Torre de los Pesares. Siete demonios, de los cuales este pervertido diablo no era mas que el primero. Y la suya era la mano que los habia liberado...

—?Indigo?

Levanto la vista y advirtio que Jasker seguia mirandola. Sus ojos estaban mas calmados ahora y le dijo:

—Estais angustiada. ?No podeis confiarmelo?

Aunque estuviera loco, penso, era un buen hombre. Y aunque no podia contarle toda su historia, sus objetivos eran los mismos.

Le contesto:

—No puedo confiarme a vos, Jasker; no en la forma en que pensais. Pero poseo mis propias razones para compartir vuestra necesidad de obtener el desquite. —Involuntariamente sus punos se apretaron con fuerza y se inclino hacia el—. Habladme del Charchad. Contadme todo lo que sabeis de ellos, todo lo que sabeis del poder que poseen. Quiero destruirlos, Jasker. ?Quiero verlos desaparecer de la faz de la tierra!

Una lenta sonrisa aparecio en la boca del hechicero, y asintio.

—Creo que os comprendo, saia. Quizas en la misma medida en que Ranaya os ha enviado para que me ayudeis en mi causa, tambien me ha encomendado a mi que os ayude en la vuestra. — Vacilo, luego se puso en pie—. Quereis que os cuente todo lo que se del Charchad. Hare mucho mas que eso: os lo mostrare. Desde aqui, hay varios senderos que conducen al corazon de las montanas, donde estan las minas. Y hay algo mas; algo que debeis ver con vuestros propios ojos. —Su rostro adopto una expresion torva—. Ello os dira mas sobre el Charchad de lo que podrian hacerlo las palabras.

Ella empezo a incorporarse.

—Entonces no perdamos tiempo. Quiero...

—No aun. —Alzo una mano—. No debemos arriesgarnos a que nos vean; debemos esperar hasta que el sol se ponga y la luz empiece a desvanecerse. —Sonrio con un ligero vestigio de ironico humor—. Ademas, es una ardua ascension para alguien que no esta acostumbrado a ello, y no resulta aconsejable con el calor de la manana. ?No tengo intencion de perder a mi unica aliada por una insolacion! No; lo mejor que podemos hacer es dormir algunas horas y recuperar nuestras energias.

La voz de Grimya en la mente de Indigo se unio al razonamiento.

«Tiene razon», dijo la loba enfaticamente. «Apenas si hemos dormido desde que abandonamos Vesinum. Estoy cansada. Tu estas cansada. Lo que este hombre quiere mostrarnos no se escapara mientras descansamos. »

Indigo hubiera querido discutir, pero comprendio que tanto Jasker como Grimya le aconsejaban lo mas prudente. Y de este modo, despues de inspeccionar al poni que estaba atado a la sombra de un pasadizo exterior, se acomodo sobre su manta doblada con Grimya a su lado. Jasker, con un decoro que la conmovio, insistio en que se encontraria igual de bien en otra cueva, y marcho con la promesa de despertar a Indigo tan pronto como fuera el momento oportuno para partir.

Cuando se fue. Indigo apago todas las velas excepto una, y la caverna se sumio en una profunda penumbra. Se tumbo de espaldas, no muy segura de poder dormir, pero decidida a intentarlo, y Grimya se instalo con el hocico sobre las patas delanteras. Durante algunos minutos se produjo un completo silencio; luego la loba proyecto un pensamiento.

«Sigo sin confiar en el. »

La joven levanto la cabeza.

—?En quien? ?En Jasker?

«Si. Hay algo que no esta bien. Puedo olerlo, pero aun no puedo verlo. »

—Todavia estas enojada con el porque piensas que nos queria hacer dano, eso es todo. No hacia mas que defender su territorio, Grimya, como haria cualquier lobo.

«No es solo eso. Hay algo mas. » La cola del animal se agito. «Esta loco. He visto colores en su mente que no debieran estar alli; colores malos. » Levanto los ojos con expresion desdichada. «Ten cuidado. Indigo. Existe un gran peligro aqui, y no esta donde podriamos esperar encontrarlo. »

—?Oh, Grimya... ! —Indigo se estiro hacia ella y le acaricio el pelaje, en un intento por animarla—. Si, Jasker esta loco, en cierta forma; pero ha sufrido mucho. Lo que importa es que puede ayudarnos a encontrar y destruir al demonio. —Hundio los dedos aun mas en el pelaje de Grimya—. Solas, no creo que fueramos lo bastante fuertes. Lo necesitamos. Lo mismo que el nos necesita a nosotras.

«Lo se. Pero de todas formas... debes tener cuidado. »

—Lo tendre.

«Prometelo. »

—Lo prometo. Duermete, ahora.

La loba se removio; luego apoyo de nuevo la cabeza en las patas. La respiracion de Indigo no tardo en volverse mas superficial y lenta a medida que se hundia en el sueno, pero durante un rato el animal permanecio despierto, sumido en sus ideas y vigilando a su amiga con ojos preocupados.

La de Grimya no era la unica mente inquieta en la red de pasadizos de la montana. A poca distancia, en una pequena y desnuda cueva iluminada por una unica vela, Jasker estaba apoyado sobre la pared de roca, limpiando distraidamente la hoja curvada de una vieja cimitarra. Era la unica arma que poseia, aunque durante su exilio solo habia sido utilizada como una herramienta para cortar y pulir. Jasker no era ningun diestro espadachin, preferia luchar utilizando conjuros en lugar de armas; sin embargo, encontraba una cierta satisfaccion en mantener la cimitarra bien engrasada y limpia, y la naturaleza mecanica de aquella tarea lo ayudaba cuando necesitaba, igual que ahora, pensar.

Las imagenes que habian surgido tempestuosamente del subconsciente de Indigo durante la prueba de la verdad, junto a la fumarola, lo habian aturdido y horrorizado a la vez. Y Jasker era lo bastante honrado como para reconocer que, mezclado con su respeto y sentido del companerismo por la muchacha, habia tambien una buena dosis de temor, ya que habia visto con toda claridad la mano de la Madre Tierra sobre ella. Y, sin embargo, percibia que la visita de la diosa era un castigo mas que un don. Lo que Indigo hubiera hecho para merecer la carga que sobrellevaba no era problema suyo, e investigar mas de lo que ya habia hecho resultaria casi un sacrilegio. Pero, de todas formas, existian preguntas en su mente cuya respuesta hubiera dado mucho por conocer.

Una palabra que Indigo habia pronunciado carcomia su mente. Nemesis. Jasker no sabia si tenia algun equivalente en su lengua, pero estaba claro que su significado era mucho mas importante de lo que la muchacha estaba dispuesta a admitir. Habia tenido una vision fugaz de la misma palabra como una imagen fragmentada en la oscuridad que rodeaba la parte mas intima de su ser, y con ella una fugaz impresion de un rostro malvado, que era y a la vez no era Indigo. Eso, y una sensacion de algo plateado.

Plata. No tenia sentido. No obstante, de una forma indefinible aquello era el terrible y eterno vinculo de Indigo con los espiritus de amigos queridos y perdidos, y con uno en particular. Jasker habia oido su nombre en forma de agonizante grito en Ja mente de la joven, y este habia enviado por respuesta una cuchillada de dolor que habia atravesado el anima del hechicero. Tambien el habia conocido la tortura de ver morir al ser amado; pero en el espiritu de aquella muchacha de las tierras meridionales, de cabellos prematuramente encanecidos y ojos cansados, acechaba algo que iba mas alla del dolor, la culpa y la amargura, un sufrimiento que jamas comprenderia.

Jasker se dio cuenta, de repente, de que corria peligro de romper su propia tradicion. Con un gesto tan rapido

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