y familiar que apenas advirtio, paso la palma de una mano por la hoja de la recien brunida cimitarra. La sangre broto del largo y superficial corte y el dolor lo devolvio rapidamente a la tierra. Apreto el puno con fuerza. La mano le escocia y unas pocas gotas de sangre cayeron sobre el suelo de piedra. Mejor. Penetrar mas en la vida de Indigo de lo que ya habia hecho significaba una violacion de su propia disciplina, y no debia tolerar mas errores: podria ofender a la diosa.
Deposito la cimitarra en el suelo y se apoyo en la pared. Una extranjera que deambulaba por el mundo y una loba que, evidentemente, comprendia la lengua de los humanos y —no estaba seguro, pero tenia grandes sospechas— era capaz de comunicarse telepaticamente. Extranos aliados para su causa; pero el no era quien para cuestionar las decisiones de Ranaya. Contemplo de nuevo el corte de su mano y esbozo una ligera sonrisa.
—Sois una dama misteriosa, ?oh Ranaya, Senora del Fuego! —dijo, su voz llena de amor y reverencia.
De algun lugar en lo mas profundo de aquel conjunto volcanico escucho un debil fragor, como si las viejas rocas fundidas que dormian en las entranas de la tierra lo hubieran oido y le contestasen. El sonido se desvanecio y todo quedo en silencio. El hechicero dejo que su cabeza se recostara contra la calida pared de la cueva al tiempo que cerraba los ojos para dormir.
CAPITULO 7
El sol era un malicioso ojo rojo que lo contemplaba todo a traves de una calina que oscurecia la perspectiva y convertia en irreal la distancia, cuando Indigo y Jasker —con
A aquella altura la atmosfera estaba relativamente limpia, y un viento caliente y arido soplaba desde el sur. Jasker se sento al abrigo de un afloramiento de magma petrificado que la brisa habia erosionado hasta convertir en una fantastica escultura, e hizo una senal para que Indigo y
—Unos minutos de descanso nos vendran bien ahora —dijo—. Y preferiria que el sol descendiera un poco mas antes de avanzar hacia la cara norte.
La loba se dejo caer al suelo inmediatamente, pero Indigo permanecio en pie durante algunos momentos inspeccionando los alrededores. Por todas partes el cielo mostraba un color azufre y resultaba inquietantemente monotono. La calina habia reducido el sol hasta alcanzar el tamano de una borrosa y distorsionada bola de fuego.
Mas cerca no se veia nada, excepto las montanas desnudas, un paisaje sobrenatural de contornos asperos, colores fuertes y afiladas sombras. No habia ni una brizna de hierba, ni una hoja, ni la menor senal de movimiento. Tan solo los huesos pelados de una tierra muerta.
Encogio los hombros para reprimir un escalofrio y comento con asombro:
—Ni siquiera hay pajaros.
Jasker levanto la cabeza.
—?Pajaros? —Lanzo una corta y amarga carcajada que sono como un ladrido—. No, ya no existen pajaros ahora. Los pocos que conseguian sobrevivir aqui: en su mayoria aves de presa, o carroneros, se extinguieron, porque salir del cascaron sin ojos, sin plumas o sin alas no ayuda mucho a volar. Y aquellos que hubieran podido llegar del exterior pronto descubrieron que era mejor no hacerlo.
Indigo dirigio una rapida mirada a
—?Y animales? —pregunto.
El se encogio de hombros.
—Existen todavia algunos, aunque dudo que pudierais reconocerlos. Y algo de vegetacion, aunque no en las laderas mas altas. La mayoria de las cosas que crecen o corren por aqui son todavia comestibles, si uno toma ciertas precauciones y no es excesivamente delicado.
Indigo no contesto, pero el comentario de la loba dio en el blanco. Mutacion, envenenamiento, muerte... Miro de nuevo al cielo y descubrio que el sol era apenas visible sobre la parte mas lejana de las montanas. La perspectiva variaba a medida que la luz se desvanecia; y ahora, rivalizando con la puesta de sol, pudo ver las primeras senales de una luminiscencia mas fria en el norte, un resplandor anormal que se reflejaba desde el cielo y adquiria fuerza poco a poco.
Jasker la vio entrecerrar los ojos mientras contemplaba el misterioso y lejano reflejo.
—Ah, si —dijo en voz baja—. Nuestro visitante nocturno. El poder y la gloria de Charchad. —Se puso en pie, mirando con fijeza hacia las laderas cada vez mas oscuras—. Es hora, creo, de completar nuestro viaje. Indigo. Y cuando lleguemos a nuestro definitivo punto de observacion, podreis ver por vos misma lo que el Charchad es en realidad.
La muchacha se puso en pie. Por encima de sus cabezas el frio resplandor empezaba a extenderse ahora, y cuando miro hacia el oeste vio como el ultimo y llameante borde del sol desaparecia bajo las desiguales cumbres. Las sombras que los rodeaban se entremezclaron y desembocaron en una uniforme penumbra gris palida. Mientras sus ojos se adaptaban a la nueva oscuridad, advirtio que el aire parecia tenido de una debil fosforescencia que oscilaba en el limite del espectro visible. Y de repente, a pesar del polvoriento calor, sintio frio.
Las laderas que los condujeron a la cima de la Vieja Maia eran lo bastante suaves como para no representar ningun peligro real, ni siquiera con el enganoso resplandor del cielo septentrional que iluminaba su camino. Y cuando, por fin, llego detras de Jasker a la estrecha cresta de la cumbre mas elevada del volcan. Indigo no pudo hacer otra cosa que contemplar asombrada, en silencio, la escena que se ofrecia ante sus ojos.
Inmediatamente a sus pies, la cara norte de la Vieja Maia se hundia en una pared de roca pelada cubierta de grotescas senales que rios de magma derretido habian grabado en ella siglos atras. El crater, algo a la derecha, abria una enorme y estrambotica cicatriz a medio camino de la ladera de la montana: una garganta vertiginosa que culminaba en una inmensa y amenazadora boca negra, la cual parecia colgar sobre el valle.
Pero fue el inmenso valle lo que paralizo la atencion de Indigo y eclipso por completo el dramatico crater: al bajar la mirada hacia el hubiera facilmente creido que contemplaba una escena inspirada en el infierno.
Se veia luz abajo: la sulfurosa luz amarillenta de las antorchas que se hallaban colocadas en lo alto de postes de hierro, un centenar o mas de ardientes faros de luz. Y estos iluminaban un caos hirviente y humeante de niebla mezclada con humo, de vapores y de agotadora actividad. Formas enormes y anormales surgian del miasma; masivos entramados de puntales y vigas, grandes pescantes de hierro que se alzaban hacia el cielo como monstruos sobrenaturales, plataformas moviles, sostenidas por titanicas ruedas, que traian a la mente imagenes de creaciones prehistoricas de pesadilla. Y, apenas visibles por entre aquella nube de humo, brigadas de figuras humanas trabajaban en medio de aquella neblina repugnante y de su resplandor fantasmagorico, como habitantes irracionales de un enorme hormiguero.
La roca vibraba bajo los pies de Indigo. Antes no se habia dado cuenta de ello, pero ahora lo percibia: un gigantesco y subterraneo latido por debajo de la capacidad auditiva, que palpitaba en la montana como un fantasmal e irregular corazon. Estaban contra el viento que soplaba del valle y el ruido de las minas se alejaba de ellos; pero el sordo tronar subterraneo le dijo a la muchacha que, desde algun lugar mas cercano, aquel caos de sonido haria temblar la tierra.
Sintio la mano de Jasker sobre su hombro y noto que habia empezado a tiritar de forma incontrolada. Se sobrepuso con un esfuerzo, para luego mirar con atencion mas alla del humo, de la maquinaria y de las diminutas figuras que trabajaban sin cesar, en direccion a la parte mas lejana del valle. Alli habia tambien mas maquinas,