Un nuevo y resplandeciente rayo atraveso la oscuridad. Indigo se agacho y se pego al suelo instintivamente, pero esta vez la luz barrio en direccion este, pasando por alto el lugar donde se encontraban.
—Mirad con atencion el circulo exterior de antorchas —repuso Jasker—. Junto a cada una de ellas vereis un enorme disco de metal... ?Ahi! —Un nuevo rayo hizo su aparicion e inicio su vacilante busqueda—. ?Lo veis? Estan hechos de cobre muy pulimentado, y los utilizan para reflejar la luz sobre las rocas.
Tuvo el tiempo justo de vislumbrar una momentanea refraccion cegadora cuando el resplandor de la antorcha cayo sobre una gigantesca lamina de metal, alla abajo. Los discos giraban —apenas era posible distinguir las diminutas y esforzadas figuras que giraban alrededor del gran cabrestante—, y se dio cuenta de que la escala de aquellas cosas debia de ser enorme si podian enviar la luz con tanta fuerza y a tanta distancia.
—Pero no tiene el menor sentido —dijo—. ?Aunque los haces de luz revelaran la presencia de alguien en las montanas, no podrian esperar verlo desde tan lejos!
—Oh, claro que podrian. Con la gran lente. —Y al advertir su expresion de desconcierto, se removio en el sitio y hurgo en su cintura hasta que consiguio desenganchar lo que parecia un cilindro de laton.
Indigo lo habia visto colgar de su cinturon cuando abandonaron la caverna, pero no le habia concedido demasiada importancia, dando por sentado que se trataria de algun simbolo sacerdotal: una ensena de su cargo, quizas.
Ahora, no obstante, lo contemplo con mas atencion, y dio un brinco de sorpresa cuando Jasker hizo girar un extremo del cilindro
—Un catalejo —dijo—. ?Seguro que habeis visto alguno antes? Si se sostiene frente al ojo le permite a uno ver objetos que estan muy lejos.
Aquello le trajo a la memoria un viejo recuerdo: una curiosidad que su padre habia recibido en una ocasion como regalo por parte de los parientes de su madre, en el este. Un pequeno tubo de plata, con filigranas y piedras preciosas incrustadas... Lo llamaban de otra manera, pero el principio era el mismo. El rey Kalig lo habia considerado tan solo un juguete complicado, sin el menor valor practico; para cuando uno hubiera acabado de ajustarlo, enfocarlo y encontrar lo que buscaba — habia dicho—, la presa probablemente estaria ya a mas de un kilometro del alcance de las flechas.
No obstante, lo habia conservado, ya que no deseaba parecer descortes ante los parientes de su esposa; pero jamas lo habia utilizado, ni tampoco habia permitido a sus hijos que jugaran con el, por si perjudicaba la salud de sus ojos.
—He visto uno, si —respondio Indigo.
—Bien, pues imaginad la misma cosa pero a una escala enorme. Un tubo tan largo como la estatura de un hombre, montado sobre una mesa que puede girar. —Hizo una mueca—. Podrian distinguir una mosca sobre la ladera de la Vieja Maia con eso, si aun quedaran moscas.
Pero ella todavia no lo comprendia del todo.
—Pero ?por que quieren escudrinar las montanas? Ya se que no les gusta la presencia de intrusos, pero...
—Los intrusos no tienen nada que ver con ello. Es a sus propios hombres a quienes vigilan, a los mineros que intentan huir.
—?Huir?
El rostro de Jasker tenia una expresion severa.
—Ya os he dicho que el Charchad es ahora lo bastante poderoso como para obtener conversos por la fuerza alli donde la persuasion fracasa. Todavia existen algunos que aman a Ranaya y se niegan a jurar lealtad a la monstruosidad de ese valle, hombres como el esposo de Chrysiva. Pero ahora que toda pretension de libre albedrio ha sido dejada de lado, tales «infieles» se ven obligados a trabajar junto a sus companeros quieran o no. Unos pocos tienen el valor de intentar escapar. Ninguno, por lo que yo se, lo ha conseguido aun.
Indigo permanecio en silencio. Junto a ella,
«?Grimya?
El animal parpadeo y, a pesar de que su cabeza no se movio, sus ojos se clavaron en el rostro de la muchacha.
Era exactamente lo que ella habia querido preguntar, pero
—?Que
Jasker meneo la cabeza.
—No lo se. ?Poder? ?Dominio? ?Quien puede decir lo que mueve a tales mentes depravadas? — Jugueteo con el catalejo—. Tambien nos podriamos preguntar sobre la autentica naturaleza de lo que se oculta en el valle.
La muchacha sintio como un nudo en la garganta; la respuesta estaba clara, aunque no quiso reconocerlo.
—?De modo que no lo habeis visto por vos mismo?
—No. Un pozo resplandeciente; eso es todo lo que se sobre el. Pero hay algo maligno ahi, algo mas siniestro de lo que alcanzo a comprender, y es poderoso. —Sus ojos se iluminaron con fuerza—. Podeis llamarlo demonio.
Un demonio. Jasker tenia mas razon de lo que pensaba... Recuerdos recientes se agitaron con fuerza en la mente de Indigo, y se volvio de nuevo hacia el hechicero, hablando con mas brusquedad de lo que pretendia.
—Vuestro aparato, el catalejo. Dejadme mirar por el, Jasker. Dejadme ver lo que puede hacer.
El hombre hizo un gesto de asentimiento y le entrego el tubo de laton.
—Como querais. Pero no posee nada parecido al poder de las grandes lentes que utilizan alla abajo.
—No importa. —Tomo el instrumento y se lo acerco al ojo derecho—. Decidme que hay que hacer.
La mano de el se cerro alrededor de la suya.
—Hay que dirigirlo, de esta forma, hacia la zona que se quiere inspeccionar. Cuando se tiene una imagen a la vista, se hace girar el cilindro exterior hasta que esta resulte clara.
Pero la muchacha no le pudo contestar. Estaba absorta en las complejidades del catalejo, fascinada y no poco atemorizada por todo lo que alcanzaba a ver a traves de su lente. Dirigio el instrumento hacia los lejanos hornos de fundicion, y tuvo que hacer un esfuerzo para no echarse atras cuando enfoco, de repente, la oleosa superficie del rio: reflejaba con tanta fuerza las llamas de los hornos que daba la impresion de que las mismas aguas poseian vida. Enfoco un poco mas alla — se arrastro sobre los codos, sin darse cuenta siquiera de que la roca le aranaba la piel— y vio la pared norte del valle, resquebrajada y agujereada, con un malsano resplandor verdoso derramandose por sus laderas. Levanto la lente un poco, y lanzo un juramento cuando la imagen quedo absorbida por una luminiscencia nacarina que inundo su campo visual y borro todo detalle. El fulgor proveniente del valle de Charchad. Pero no consiguio ver lo que habia mas alla de sus limites, no pudo vislumbrar la menor senal que le diera una idea sobre la naturaleza del demonio que buscaba.
—Indigo. —Jasker poso su mano sobre el brazo de ella y la saco de sus preocupaciones—. Hay que tener cuidado. Incluso la luz de Charchad resulta peligrosa.
Ella hubiera querido responderle con amargura: