mira...

Y se detuvo.

Hombres, moviendose por entre la basura y los escombros de una de las laderas inferiores. Aumentados a proporciones humanas, se los veia encorvados, arrastrando los pies para formar una larga hilera desigual, como guerreros poco dispuestos que se reunen antes de la batalla. Movio el catalejo unos centimetros y vio otras figuras humanas con lo que parecian latigos de trallas largas colgando descuidadamente de sus cintos; uno, dos... El cuerpo y la mente se le paralizaron cuando una de las figuras adquirio la forma de un hombre de cabellos negros y actitud arrogante.

—?Quinas! —Siseo el nombre en voz alta sin darse cuenta, y todos los musculos del rostro de Jasker se tensaron.

—?Que?

A punto de repetir lo que habia dicho. Indigo se contuvo. No podia estar segura; el fosforescente resplandor nocturno atravesado por la luz de las antorchas resultaba enganoso, y muchos hombres de aquella region tenian los cabellos negros.

—?Indigo! —Jasker la agarro por el hombro y la sacudio con tal fuerza que el catalejo se le escapo de la mano y rodo sobre las rocas produciendo un cierto estrepito—. Ese nombre... ?Cual era?

Asustada y desorientada, lo miro parpadeando como un durmiente que acabara de salir de su letargo.

—?Que... ?

—?Dijisteis Quinas?

La atmosfera se cargo de repente.

—Un capataz de las minas —repuso Indigo—. Pense... —Una ardiente e indefinible emocion crepito entre ambos—. ?Lo conoceis?

El rostro del hechicero tenia un aspecto extraviado.

—Es el reptil que asesino a mi esposa.

Grimya se incorporo de un salto y lanzo un aullido de angustia. Tanto ella como Indigo sintieron la repentina oleada de ciega y ardiente colera que broto de la mente de Jasker. Por un horrible instante la silueta del hechicero parecio arder; luego se dejo caer otra vez sobre las rocas, cubriendose el rostro con ambas manos.

—?Nunca pense que volveria a escuchar ese nombre! —Su voz sonaba distorsionada por el dolor—. Lo creia muerto, pense que Ranaya se habria vengado de ese diabolico...

—Jasker!

Indigo lo sujeto por los hombros y lo sacudio con todas sus fuerzas, hasta que le hizo perder el equilibrio. Unos ojos como brasas al rojo vivo se encontraron con los suyos y la muchacha sintio una renovada oleada de furia demente: entonces Jasker consiguio dominarse, y la miro con una expresion

de desconcertado sobresalto.

—Quinas... —Su voz era un susurro aspero y apagado.

—Esta vivo. Lo conoci en Vesinum; yo... —Se interrumpio, ya que no deseaba relatar las circunstancias de su encuentro—. Es un capataz de las minas, Jasker; eso es lo que me dijo. Se estan reuniendo hombres alla abajo, y hay otros con latigos.

—Esta a punto de cambiar el turno. Antes de enviar de vuelta a los mineros, los cuentan, por si... —El hechicero meneo la cabeza con violencia—. Quinas...

—Es el lugarteniente de Aszareel, ?no es asi? ?No es asi? —Lo sacudio de nuevo, con furia.

—Si. Uno de los que gozan de mas favor.

—Entonces el sabra el secreto de lo que se oculta en ese valle. Y el... —Se detuvo, pensando con rapidez—. Jasker, ?donde esta Aszareel ahora? ?Todavia predica?

Sacudio de nuevo la cabeza; parecia que el hombre empezaba a volver en sus cabales.

—No..., no lo creo. Poco antes de que ellos..., poco antes de que yo huyera de Vesinum, Aszareel desaparecio. Se dijo que habia ido al valle de Charchad para recibir la gracia y ser transformado. — Hizo una mueca—. Eso es lo que dicen sus acolitos, es la bendicion final para los que le son fieles.

—Entonces, sin Aszareel para guiarlos, Quinas ocupa uno de los puestos mas altos en la jerarquia del Charchad.

—Si. ,

Una desagradable sonrisa aparecio muy despacio en el rostro de Indigo. Ella tambien tenia una cuestion personal que arreglar con Quinas, aunque mucho menos importante que la de Jasker. El capataz habia sido el artifice de la desgracia de Chrysiva...

Dijo entonces:

—Cuando cambia el turno, ?se van los capataces junto con los hombres?

—No se van hasta al cabo de una media hora, mas o menos.

—Entonces puede que lleguemos a tiempo. Jasker, debemos tenderle una trampa a Quinas cuando abandone las montanas. Yo facilitare el cebo, y vuestra hechiceria creara la trampa.

Los ojos de Jasker se iluminaron feroces.

—Daria cualquier cosa por vengarme de ese putrefacto engendro infernal... —Se quedo mirando su mano cerrada—. Las cosas que le haria, como lo haria sufrir antes de que muriera...

—No. —Indigo poso una mano conciliadora sobre su brazo—. Lo quiero vivo, Jasker.

La miro con ojos atormentados.

—?Vivo?

—Vivo y sin el menor rasguno. —Sintio como una perversa emocion se agitaba en su interior, y sus dedos se cerraron con fuerza alrededor de los biceps del hombre—. Cuando haya acabado con el, podeis matarlo tan despacio y dolorosamente como os permitan vuestras habilidades. Pero primero quiero que me diga como encontrar a Aszareel, ?y como llegar al valle de Charchad!

CAPITULO 8

«?No me importa el motivo!», dijo Grimya con desdichada vehemencia. «Debe de existir otro modo. No puedes hacerlo. Indigo, ?no puedes penetrar en ese valle!»

«Calmate. » La joven intento tranquilizar en silencio a la loba. «Si encontramos a Aszareel, quiza no haya necesidad de tomar medidas tan drasticas. No veas fantasmas donde puede que no haya ninguno. »

«Pero si no lo encontramos... »

«Entonces hare lo que deba hacer. Ya lo sabes, Grimya. No existe otra eleccion, si es que queremos eliminar al demonio. »

—?Indigo?

El susurro de Jasker interrumpio su privado intercambio. Indigo volvio la cabeza, medio incorporandose del lugar donde estaba agachada al abrigo de un pliegue rocoso. El hechicero surgio de la oscuridad y la muchacha vio una debil aureola dorada que brillaba, como diminutas llamas espectrales, a su alrededor.

—Ya las he llamado. ?Estais lista?

Ella asintio.

—Decidme que debo hacer.

Un sonido, tan tenue que podria haberlo imaginado, choco contra sus oidos; era un debil silbido, como si el aire a su alrededor se hubiera visto desplazado por manos invisibles. Sintio un soplo calido que paso rozandole el rostro, y se irguio totalmente. Jasker sonrio.

—Extended los brazos, como si fuerais un halconero que llamase a sus aves. No os acobardeis: sentireis algo de calor, pero nada mas.

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