incluso, de que ella se las pudiera mostrar. El hedor de un osario asalto la nariz de Indigo y esta se sintio a punto de vomitar, al tiempo que el poni golpeaba el suelo con los cascos y
—?Charchad! ?Charchad!
Indigo ya no pudo soportarlo mas. Fuera o no un acto inteligente, tenia que alejarse de alli, y hundio los talones con fuerza en los flancos del poni, de modo que el animal salio al galope con
A sus espaldas se alzaba una nube de polvo, y la carretera quedaba oculta. Pero por entre la roja nube pudo distinguir las figuras, afortunadamente ahora tan solo formas borrosas, de aquellas ruinas humanas que, arrastrando los pies, dando brincos y canturreando, seguian su camino.
Mas tarde, ni Indigo ni
De vez en cuando, mientras descansaban, Indigo sacaba la piedra-iman de su bolsa y la estudiaba de nuevo. El diminuto ojo dorado estaba mas quieto ahora de lo que habia estado durante los ultimos dias. Tan solo se movia cuando volvia la piedra, para senalar en direccion norte. Las montanas situadas detras de la ciudad que habia mas adelante quedaban ahora ocultas por el espeso follaje y los polvorientos arboles; pero, no obstante, la joven era consciente de su omnipresencia en el horizonte y del extrano resplandor frio que, cuando la noche cayera de nuevo, teniria el cielo con su peligrosa fosforescencia.
Y no podia librarse de la sensacion de que el talisman que llevaba el hombre de la lengua bifida que habia encontrado en la carretera compartia un origen comun con aquella luz sobrenatural.
Pasaron las horas y llego el momento en que las sombras empezaron a alargarse de forma perceptible. Indigo se puso en pie y coloco de nuevo la manta sobre el lomo del poni.
—No. —Indigo sacudio la cabeza.
La loba parpadeo.
Fue la unica referencia, aunque muy indirecta, que paso entre ambas con respecto al encuentro sufrido con anterioridad, antes de ponerse de nuevo en camino. Y una hora mas tarde, mientras el sol empezaba a deslizarse por el cobrizo cielo, llegaron a los primeros puestos avanzados de la ciudad minera de Vesinum.
Indigo detuvo el poni y giro la cabeza de modo que el ala de su sombrero oculto el sol que se ponia. Desde lejos, la ciudad parecia componerse tan solo de una destartalada coleccion de edificios bajos, desperdigados sin orden ni concierto y divididos por la polvorienta carretera. Mas alla de estas extensas afueras, no obstante, pudo distinguir los contornos mas consistentes de almacenes que bordeaban el rio, aunque cada detalle estaba
oscurecido por una neblina producida por el polvo mezclado con los cada vez mas bajos rayos del sol. Sonidos demasiado distantes para identificarlos llegaban a sus oidos; bajo la mirada hacia
—El final de nuestro viaje. —Sentia menos alivio del que hubiera experimentado horas antes—. Buscaremos alojamiento para pasar la noche; luego veremos que puede hacerse por la manana.
Las mandibulas de
Indigo chasqueo la lengua y el poni se puso en marcha de nuevo. Iba tan absorta en la contemplacion de la ciudad que tenia delante que no vio la pequena estructura de madera situada junto al camino hasta que estuvieron casi encima de ella; cuando finalmente aparecio en la periferia de su campo de vision, tiro de las riendas con tal violencia que su montura lanzo un relincho de protesta.
—?In... digo? —Sobresaltada por la inoportuna accion de su amiga,
Indigo no le contesto. Sus ojos estaban clavados en los pedazos rotos y astillados de lo que en una ocasion habia sido una pequena plataforma cubierta, alzada sobre un poste de madera entre la carretera y el rio. Para cualquiera que no estuviera familiarizado con las costumbres religiosas de aquella region, su utilidad habria resultado un misterio; pero, a pesar de que habia sido casi convertido en astillas, ella sabia lo que era, o mas bien lo que habia sido. Y un jiron de deshilachada tela roja que sobresalia por entre dos galos rotos lo confirmo.
—?Indigo? —inquino
—Es una capilla. —La boca de la joven se quedo reseca de repente—. En honor de Ranaya. ?Recuerdas la fiesta a la que asistimos en la ciudad? Ranaya es el nombre que estas gentes dan a la Madre Tierra...
—Pero... —La lengua golpeo inquieta su hocico—. Es... ta rrrota. De... destruida: no... no conozco la palabra exacta...
—Profanada.
Y un nombre,
Los ojos de
—?Por que? —gruno.
—No lo se. Pero es un mal augurio,
—?Como pu... puede al... guien dar la espal... da a la Tierra? —Una dolorosa confusion se habia deslizado ahora en el tono de voz de
Indigo empezo a desmontar.
—Debo repararlo —dijo con voz aspera—. No puedo dejar un lugar sagrado mancillado de esta forma...
—?De que servira?
—?Que? —Se detuvo.
La loba sacudio la cabeza apenada.
—He dicho: ?de que servira?, Indigo. Lo... hecho, hecho es... ta. No pu... puedes cambiarlo. —Y, de repente, sus pensamientos aparecieron con toda claridad
Los ojos de la muchacha se cruzaron con los de su amiga por un instante; luego desvio la mirada al suelo.