—?No tenia centinelas? —pregunto en voz baja.

—Si, asi era. Y los hombres que se durmieron en sus puestos seran castigados con dureza por su negligencia. Pero ?de que sirve eso? Ningun castigo le devolvera la vida. —Sacudio la cabeza con impotencia.

Indigo se quedo mirando la puerta como paralizada. En el anexo habia otras figuras que se movian y de repente la muchedumbre se dividio para formar un pasillo y salio Augon Hunnamek, acompanado por su senescal particular. No hablo con nadie y se alejo rapidamente del edificio. Al llegar a donde estaban Indigo y Phereniq, se detuvo.

—Indigo. —Inclino la cabeza—. Este es un dia muy desdichado para todos nosotros.

—Si. —Dirigio los ojos al suelo, ya que no queria encontrarse con sus claros ojos o ver lo que habia en ellos.

—Un final tan tragico para una vida tan triste. Y era tan joven...

Sus palabras sonaron artificiales a los oidos de Indigo, y un horrible pensamiento empezo a cobrar forma en su mente. Luego dio un brinco al sentir la mano de Augon sobre su hombro.

—?Quieres verla, para rendirle tu ultimo homenaje?

El horrible pensamiento cristalizo bruscamente y, anonadada, levanto los ojos hacia el al darse cuenta de lo que podia significar. La mirada de el era fria, ligeramente inquisitiva.

—N...no. Gracias, senor, prefiero... no hacerlo.

Augon sonrio.

—Desde luego, lo comprendo. Prefieres recordarla como era en vida, como lo haremos todos.

El rostro de Indigo estaba muy blanco.

—Si —murmuro.

Augon le palmeo el brazo y anadio en voz muy baja:

—Debes estar doblemente alerta ahora, Indigo, en tu custodia de la pequena Infanta. Desaparecida su madre, necesitara mas que nunca una buena y leal amiga. Cuidala para mi.

Antes de que ella pudiera responder, siguio adelante, y ella se quedo mirando como se alejaba.

—?Indigo? —pregunto Phereniq preocupada al ver que la muchacha empezaba a temblar—. ?Estas bien?

—Si, solo... —Pero no lo estaba—. Es solo un poco... de frio —repuso.

—Es la conmocion. A veces el efecto tarda en presentarse, pero puede resultar mucho peor entonces.

No era la conmocion: o al menos no en la forma en la que Phereniq se referia a ella. Justo el dia anterior se habia dado cuenta de que Agnethe podria ser el aliado que tan desesperadamente necesitaba, y ahora Agnethe estaba muerta. Era demasiada coincidencia.

Y cuando Augon habia preguntado, con tanta amabilidad, si queria ver el cuerpo de la Takhina, sus palabras habian sonado como una sutil mofa...

Phereniq la tomo del brazo.

—Acompaname a mi habitacion. Tengo algo un poco mas fuerte que el cordial, que nos animara. Me parece que lo necesitamos.

La mente de Indigo estaba demasiado paralizada para discutir. Con Grimya siguiendolas desconsolada dejo que la astrologa se la llevara de alli, y atravesaron los jardines despacio en direccion al corazon del palacio. Augon iba un poco por delante de ellas, y en una ocasion volvio la cabeza. Por un instante su mirada y la de Indigo se encontraron, y ella sintio como si un quebradizo pedazo de hielo se clavara en su cerebro justo antes de que el le sonriera debilmente antes de volver la cabeza.

CAPITULO 9

?A-na! ?A-na! ?Tiu, beba-mi... insa houro! ?Ay?

Indigo levanto la cabeza cuando Hild se apartaba deprisa del borde del estanque de la piscina mientras se sacudia en vano el agua que salpicaba su falda.

—Khimizi por favor, Hild. ?Cuantas veces se te ha de decir?

La ninera le dedico su amplia e ingenua sonrisa.

—Perdonar a mi. Aprender.

Un gorjeo de satisfechas carcajadas atrajo de nuevo la atencion de Indigo hacia el agua. Jessamin se habia dado la vuelta y, agitando las gordezuelas extremidades, nadaba como una pequena foca hacia el extremo opuesto del estanque, donde un chiquillo de cabellos rubios observaba como se acercaba con solemne interes.

El sol se acercaba a su cenit y el calor de principios de verano empezaba a ser demasiado intenso para soportarlo. Grimya ya habia abandonado el patio por la comparativa frescura de uno de sus secretos oasis de sombra, e Indigo se puso en pie, estirando las piernas entumecidas de tanto estar sentada.

—Trae adentro a la Infanta ahora, por favor, Hild —dijo—. Ya regresara al estanque mas tarde, cuando el dia refresque un poco.

Hild empezo a ir y venir alrededor del estanque, e Indigo se dirigio al interior del palacio. Esperaba que hoy no hubiera rabietas ni problemas; cada vez resultaba mas dificil convencer a la pequena Jessamin de que habia otras cosas en la vida, aparte de pasarse el dia entero en el agua, pero la nina era aun muy pequena para razonar con ella. Le faltaba un dia para cumplir un ano —demasiado pequena incluso para andar— y sin embargo se habia aficionado al agua como si hubiera nacido en el liquido elemento. Durante los ultimos seis meses, desde que los sirvientes que la cuidaban informaran que habia aprendido a nadar en su bano, Jessamin se habia pasado todo el tiempo que se lo permitian dentro o cerca del estanque de su patio privado. Nadaba perfectamente, sabia flotar, e incluso empezaba a aprender a nadar por debajo como una nutria; y sus extraordinarias habilidades se estaban convirtiendo en legendarias en el palacio.

Al penetrar en el aposento exterior, Indigo se dejo caer en un divan. Sobre una mesita baja habia una jarra de zumo de fruta helado, se lleno un vaso y empezo a sorberlo, mientras una parte de su mente permanecia atenta a los sonidos del chapoteo del agua y a las infantiles protestas de Jessamin en el patio.

Resultaba dificil de creer que ella y Grimya llevaran ya casi diez meses en Simhara. Para Indigo habia resultado seductoramente facil ajustarse a su papel en palacio; la vida cortesana poseia una sempiterna cualidad idilica, y los dias transcurrian con tanta calma que apenas si se daba cuenta de su paso. Pero era una situacion que, lo sabia muy bien, habia durado demasiado.

En los turbulentos dias que habian seguido a la muerte de Agnethe, toda la corte se habia visto conmocionada. Se habia celebrado una investigacion, Indigo supuso que no seria nada mas que una formalidad para acallar a los khimizi, pero resulto estar equivocada: Augon Hunnamek se habia mostrado concienzudo y tenaz. Pero cuando se hubo recogido toda la informacion, el veredicto habia sido claro y categorico: la Takhina Viuda se habia quitado la vida, y no existia la menor posibilidad de que hubiera habido participacion ni complicidad del exterior. Asi pues, en una tarde dolorosamente perfecta, el gran trirreme real se hizo a la mar desde el puerto para confiar al mar el cuerpo de Agnethe segun la antigua costumbre, y el asunto se dio por terminado.

Pero la declaracion no habia conseguido calmar las sospechas de Indigo. Agnethe habia sido su primera y, de momento, unica aliada potencial en su mision de desenmascarar al demonio instalado entre ellos, y ahora que habia desaparecido, Indigo estaba tan lejos de alcanzar su meta como lo habia estado el primer dia que habia puesto el pie en Simhara.

Y a medida que pasaba el tiempo, una nueva paradoja habia hecho su aparicion para oscurecer el panorama: ya que, aunque de muy mala gana, Indigo tenia que admitir que Augon Hunnamek habia demostrado ser un hombre e honor. Tenia muy poco contacto directo con el (visitaba una vez por semana a Jessamin, pero eso era todo; y sus unicos otros encuentros eran en los infrecuentes banquetes oficiales de palacio) pero Augon se habia hecho una reputacion como hombre de escrupulosa justicia en cuestiones de estado, y, cuando aun no hacia un ano de su subida al poder, estaba demostrando ser un gobernante mas popular que su predecesor.

Pero el respeto no era lo mismo que la simpatia o la confianza, y aunque la carismatica popularidad del Takhan resultaba seductora, Indigo sabia muy bien que no debia permitir que la sedujera. Si su decision se tambaleaba, no tenia mas que volver la cabeza y mirar al patio, donde una pequena criatura desnuda gateaba ahora decidida sobre las losas, y dejaba tras ella un rastro humedo.

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