—No. —repuso Karim, categorico—. No hay nada mas que pueda contaros; no hasta que los cinco volvamos a estar reunidos. Ese debe ser nuestro principal imperativo.

Indigo se echo ligeramente hacia atras y lo contemplo con ojos entrecerrados.

—?Por que? —exigio—. ?De que teneis miedo?

—Senora, no puedo contestar a esa pregunta, porque no lo se. Pero siento algo en mis venas, en mis huesos; y nos amenaza a todos. Vos y yo solos somos demasiado debiles para luchar contra ello. Debemos tener la fuerza de los otros a nuestro lado antes de atrevernos a actuar. ?Llamadme cobarde si lo deseais, pero no me arriesgare a despertar aquello que es mejor que siga dormido hasta que ellos regresen!

Indigo se sintio a punto de explotar de contrariedad: pero tambien sabia que ni razonamientos ni suplicas harian cambiar de opinion a Karim. Estaba asustado, no solo por si mismo sino tambien por ella, y nada podia derribar esa barrera.

Abrio la boca para protestar y suplicar una vez mas, pero antes de que pudiera hablar, Grimya lanzo de repente un grunido de advertencia:

«?Soldados de palacio! ?Vienen hacia aqui!»

Indigo maldijo en voz alta y miro por encima del hombro. Dos hombres ataviados con los colores caracteristicos de la guardia personal de Augon avanzaban por entre el gentio, subian ya las escaleras y se dirigian directamente hacia ella. Su presencia podia deberse a una mera coincidencia; pero no se atrevio a correr el riesgo.

Fingio deprisa que examinaba las chucherias colocadas sobre la estera y se dirigio al mago en un veloz susurro.

—Los guardias de palacio estan por aqui; puede que os busquen. Debo irme. Si me ven hablando con vos, pueden sospechar algo raro. —Una vez mas el sentimiento de frustracion la invadio: habia tantas cosas que necesitaba decirle...—. ?Debo hablar con vos de nuevo! —anadio apremiante.

Karim asintio.

—Si. Estare aqui.

«?Indigo, los hombres te han visto!», interpuso Grimya. «Vienen hacia nosotros.»

—Los guardias ya estan aqui, —Indigo empezo a incorporarse.

—Esperad. —Los dedos de Karim rebuscaron veloces sobre la estera que tenia ante el, y le tendio un pequeno adorno de estano que tenia forma de cangrejo—. Tomad esto, y entrad en el templo —musito—. Esto acallara su curiosidad, ya que dara la impresion de que simplemente comprabais una ofrenda. E, Indigo, os lo ruego, enviad un mensaje a Mylo. Es de vital importancia.

No tenia tiempo de discutir con el, asi que tomo la baratija, y alzo la voz de repente, de forma que se oyera por entre la multitud.

—Es una hermosa pieza, buhonero. Recomendare vuestro trabajo.

—El honor es mio, senora. —Karim inclino la cabeza, entonces anadio, en voz apenas audible—: Tened cuidado. Y que la Madre del Mar os proteja.

Los soldados se habian detenido a pocos pasos y contemplaban la conversacion, aunque por lo que parecia, solo por simple curiosidad. Reconocieron a Indigo, y cuando ella se incorporo y sus miradas se encontraron, ambos la saludaron. Ella devolvio su saludo con un movimiento de cabeza, y termino de subir los peldanos que faltaban hasta la entrada del templo. La joven no respiro tranquila hasta que la enorme y debilmente iluminada paz del interior se cerro sobre ella y sobre Grimya.

No hablaron mientras atravesaban el templo. Varios pequenos grupos de peregrinos elevaban sus miradas hacia el altar mientras los siempre presentes sirvientes del templo revoloteaban discretamente en segundo plano; pasaron junto a ellos, y por ultimo se detuvieron a la sombra de la popa de la enorme nave, que les ofrecia suficiente intimidad.

—Diosa Omnipotente...

Indigo necesitaba articular las palabras, para aliviar un poco su tension. Luego, cambio al lenguaje telepatico.

«?Que vamos a hacer ahora, Grimya! Karim nos ha llevado muy cerca de la verdad, pero todavia no es suficiente.»

«Por mucho que lo intentes, no lo convenceras de que nos diga todo lo que sabe», repuso Grimya, con pesimismo. «Tiene demasiado miedo. Creo que su instinto sabe, incluso aunque su mente no lo sepa, que es aquello contra lo que luchamos.»

«Si: pero no comprende su autentica naturaleza.» Indigo empezo a pasear despacio, contemplando sin ver los dibujos de las losas de marmol. «Si tan solo confiara en nosotras, de modo que pudieramos combinar lo que sabemos, y...» Se interrumpio y sacudio la cabeza, comprendiendo que no ganaria nada quejandose. «No se que pensar, Grimya, y mucho menos como actuar para que todo vaya bien.»

«Me parece que debemos hacer Lo que nos ha pedido, e intentar hacerle llegar un mensaje a Leando», repuso Grimya. «Resultara dificil. Pero puede ser nuestra unica posibilidad.»

«Tienes razon.»

Indigo vio como un grupo de visitantes iba a cruzarse en su camino; se dio la vuelta y empezo a regresar a la sombra del altar.

«Pero ?como avisar a Leando sin alertar a los otros? Ese es el problema que no puedo resolver. Si tuviera que navegar yo misma basta las Islas de las Piedras Preciosas lo haria, pero eso es tan imposible como enviar una carta que lleve un mensaje lo bastante explicito. ?GranMadre, no se que hacer!»

Grimya dijo entonces:

«Indigo...»

Pero ella estaba preocupada, y el repentino cambio en el tono de voz de la loba no quedo registrado en su mente. Entonces el animal la llamo de nuevo, e Indigo se detuvo y se dio la vuelta. Grimya no la habia seguido, sino que permanecia inmovil, con los ojos fijos en el otro extremo del templo.

?Grimya? —pregunto Indigo, en voz alta—. ?Que sucede?

«En este mismo instante acabas de mencionar a la Gran Madre», respondio Grimya. «Meparece que te ha escuchado.»

Contemplaba a un pequeno grupo que acababa de penetrar en el templo. Habian entrado riendo y hablaban con voces estridentes; una reaccion nerviosa que se provocaba a menudo en aquellos que veian el altar por primera vez; pero, a medida que se adentraban, sus voces se fueron apagando hasta convertirse en impresionados murmullos. Por sus ropas, Indigo los reconocio como marineros davakotianos; probablemente la tripulacion de alguna nave escolta que atracaba por primera vez en Simhara.

Y entonces vio que casi todos eran mujeres, y que entre ellas habia una mujer menuda, robusta y de aspecto severo con los negros cabellos muy cortos y un diamante incrustado en cada mejilla.

Habia cambiado, habia envejecido: pero no podia haber el menor error. Era Macee, la antigua amiga de Indigo y capitana del Kara-Karai.

CAPITULO 17

—?Todavia no puedo creerlo! —Macee golpeo con su copa sobre la mesa e hizo que cuchillos y platos se pusieran a bailar y tambien que se volvieran varias cabezas en la atestada taberna—. ?Diez anos y tienes exactamente el mismo aspecto! —Lanzo un cloqueo, y tiro de un mechon de los cabellos de Indigo—. ?Donde estan las nuevas canas, eh? No como yo: ?cinco temporadas mas y tendre todos los cabellos blancos, y tengo tantas lineas en el rostro que le produciria pesadillas a un cartografo! —Tiro hacia abajo de la piel de su rostro con la ayuda de dos dedos, torciendo su expresion de forma comica—. ?Fijate en esto! Asi que vamos, ?cual es el secreto? ?Donde esta esa fuente de la eterna juventud que le ocultas a la vieja Macee?

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