Indigo vacio su copa, y no protesto cuando Macee volvio a llenar las dos. Ambas habian bebido una buena cantidad de vino, pero la capacidad de aguante de Macee para la bebida era legendaria, mientras que Indigo, como parecia suceder siempre ultimamente, habia permanecido totalmente sobria.

Hasta ahora no habia habido posibilidad de discutir la cuestion que precisaba ser atendida con urgencia. La hospitalidad davakotiana no se ofrecia jamas a la ligera y no era aconsejable rehusarla; de modo que, cuando tras los primeros incredulos saludos Macee habia insistido en celebrar su reencuentro en una de las mejores posadas del puerto, Indigo no habia vacilado en aceptar. El resto de la tripulacion del Kara-Karai se habia unido a ellas durante la primera hora, pero habian regresado a su visita de la ciudad y dejado solas a las dos amigas. Macee queria saberlo todo sobre la vida de Indigo en Simhara, y hubo gran cantidad de chanzas bien intencionadas sobre la riqueza y la debilidad y las elecciones faciles. Pero la vieja llama de la camaraderia seguia alli, e Indigo se sentia optimista sobre las probabilidades de conseguir su ayuda.

Solo deseaba que Macee no siguiera refiriendose al hecho de que no habia envejecido. Resultaba evidente que la menuda mujer estaba desconcertada; cada dos por tres introducia una sutil pero exploratoria pregunta, y aquellas constantes referencias empezaban a poner nerviosa a Indigo.

—La verdad es que estas hecha un palo —observo Macee, despues de tragarse la mitad del contenido de la copa que acababa de llenarse de un solo trago—. ?Que te dan de comer en ese palacio?, ?sesos de chimelo azucarados? —Se echo a reir ante la ocurrencia—. No me imagino a Grimya aceptandolo de buen grado. ?Adonde ha ido, por cierto?

Indigo habia visto como la loba se escabullia discreta por la puerta pocos minutos antes; el ruido, los olores y la sensacion de confinamiento de la taberna no le gustaban nada.

—Regresara cuando le parezca —respondio.

El posadero se acerco a su mesa en aquel momento, pizarra en mano, para preguntarles si querian algo de comer. Tras considerarlo detenidamente, Macee pidio comida suficiente para satisfacer a la mitad de la tripulacion de un barco, y cuando se la trajeron empezo a comer con voracidad, instando a Indigo a hacer lo mismo, Indigo no tenia hambre —Macee habia estado en lo cierto al decir que estaba delgada, ya que ultimamente apenas si tenia apetito— pero hizo un esfuerzo, y durante un rato, el silencio medio entre ambas.

Por fin Macee se echo hacia atras en su silla, se limpio la boca y lanzo un sonoro y satisfecho suspiro.

—Lo necesitaba. —Sonrio a Indigo, sentada al otro lado de la mesa—. Tres meses en el mar, y uno acaba por olvidar el sabor de la autentica comida. Y del autentico vino. — Levanto la botella, descubrio que estaba vacia, y la volvio a dejar sobre la mesa encogiendose de hombros con resignacion—. Asi pues, vieja amiga, ?no podre persuadirte de que abandones tu sinecura y navegues de nuevo en el Kara-Karai, ?ni por los viejos tiempos?

Indigo sonrio, pero su corazon se acelero. Esta podia ser su oportunidad para sacar el tema a colacion.

—No lo creo —replico—. Pero si hablamos de los viejos tiempos, Macee, hay algo que queria pedirte.

—Pide. —Macee introdujo un ultimo pedazo de pan en su boca y lo mastico con aire satisfecho—. Bueno — anadio con la boca llena—. Es una comida muy buena. Y este vino de Simhara, de entre los mejores que he probado jamas. ?Sabes?, empezaba a pensar que iria a reunirme con la Madre del Mar sin haber conseguido jamas ver esta ciudad con mis propios ojos. Y el Templo de los Marineros... —Meneo la cabeza, con perplejidad—. Es tal y como dijeron que seria, y mas. Pero claro, no necesito decirtelo, ?verdad? —De repente su sonrisa se volvio maliciosa—. ?Dijiste alguna vez esa plegaria por mi en el templo?

Indigo le devolvio la sonrisa.

—Claro que lo hice. En mi primera visita.

La davakotiana lanzo una risita.

—No deberia haberlo preguntado. Siempre supe que podia confiar en ti.

—Entonces, ?confiaras de nuevo en mi? —inquirio Indigo.

Macee noto el cambio efectuado en su voz, la tension soterrada. Callo, y una ligera mueca reemplazo a su sonriente expresion.

—Has dicho que querias pedirme algo, por los viejos tiempos. ?Quiere esto decir que es algo serio?

—Si. —Los ojos de Indigo se encontraron con su franca mirada durante un momento, luego los bajo hacia el plato de comida apenas tocada—. Lo siento, Macee. Este no es el momento ideal, nos acabamos de encontrar despues de todos estos anos, y no quiero ensombrecer la celebracion. Pero estoy desesperada.

—Adelante —dijo Macee en voz baja.

Indigo asintio, incapaz de poner en palabras la gratitud que sentia por la rapida evaluacion y reaccion de la menuda capitana.

—Necesito tu ayuda —empezo, bajando la voz—. Tengo que enviar un mensaje a las Islas de las Piedras Preciosas, y no me atrevo a enviarlo por el sistema normal. Es algo vital, Macee; cuestion de vida o muerte... —Se interrumpio al darse cuenta de lo estupidamente melodramaticas que sonaban las ultimas palabras; pero Macee seguia observandola con atencion.

—?Tu vida? —pregunto.

—No. —Indigo no pensaba mentir sobre eso—. No la mia. No puedo explicarte los detalles; pero... hay un hombre en las Islas de las Piedras Preciosas, un khimizi; es el embajador personal del Takhan. Es imprescindible que el y otros dos regresen a Simhara inmediatamente, pero tambien lo es que nadie mas sepa que regresan. Si el Takhan descubriera...

—Espera. —Macee alzo de repente ambas manos, las palmas hacia afuera—. Si esto es un complot politico, entonces no quiero oir nada mas. La politica y mi oficio no se mezclan bien, ?y no tocaria ese tipo de intrigas ni con un arpon dos veces mayor que yo!

—No es eso. —Indigo meneo la cabeza con energia.

—?Que, entonces? ?Algo personal?

Indigo se mordio el labio. Aquello estaba tan cerca de la verdad como ella se atrevia a admitir; tan cerca como la tozuda Macee estaria dispuesta a creer.

—Si —dijo—. Pero no puedo decirte mas que eso. Macee...

—?Indigo?

La nueva voz la sobresalto, y al volverse deprisa derramo casi lo que quedaba de su vino.

Luk estaba junto a su mesa, con Grimya a su lado. Su mirada se deslizo indecisa hacia Macee para luego regresar a Indigo, y les dedico una formal y ligeramente torpe reverencia.

—Lo siento. No me di cuenta de que estabas acompanada.

—Luk, ?que estas haciendo aqui? —pregunto Indigo.

El muchacho se encogio de hombros, intimidado.

—He bajado al puerto a... —no se decidio a decir «a buscarte», de modo que mintio—: A ver los barcos. Entonces he visto a Grimya.

«No he podido esquivarlo», comunico Grimya. «Lo siento, Indigo.»

«No importa.»

Macee miraba a Luk con fijeza, se dio cuenta Indigo, y habia una expresion peculiar en su rostro. No podia explicarlo, no ahora, de modo que dijo al muchacho:

—Luk, estoy un poco ocupada en este momento. ?Por que no me esperas fuera?

El muchacho adopto una expresion dolida.

—Pero...

—Por favor, Luk. ?Lo haras por mi?

«Yo ire con el», dijo Grimya. «Pero, Indigo...»

«Te lo contare todo mas tarde, carino. Pero no quiero que Luk lo oiga.»

El muchacho se fue, aunque claramente nada feliz al verse despedido. Cuando el y Grimya hubieron desaparecido, Macee se volvio hacia Indigo.

—?Quien es esa criatura?

Se produjo un silencio. Luego Macee pregunto de nuevo:

—?No sera tu hijo?

—No.

La pequena capitana se relajo visiblemente, y lanzo una carcajada no exenta de cieno embarazo.

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